Iñaki  Iriondo
Cronista político

El anuncio de transparencia futura construye un escudo opaco ahora

Concentración de denuncia de la carga ayer en Ituren, localidad vinculada con la familia del menor herido.
Concentración de denuncia de la carga ayer en Ituren, localidad vinculada con la familia del menor herido. (Foku)

Diríase que lo poco que el Departamento de Seguridad ha aprendido de la muerte por un pelotazo de Iñigo Cabacas en 2012, es a ejercer una autodefensa comunicativa más inteligente que la blandida en su día por el ya fallecido Rodolfo Ares, quien en el Parlamento llegó a acusar de mentir a los testigos que ofrecieron una versión que finalmente fue ratificada por los tribunales y al parlamentario de EA que les dio voz. El consejero de Interior y los suyos intentaron durante un tiempo negar que la muerte del aficionado al Athletic fuera debida a un disparo policial, encontraron una porra extensible que nada tenía que ver con los hechos (las pelotas se habían retirado) y hablaron de una batalla campal entre decenas de encapuchados.  

Josu Erkoreka actúa de forma mucho más inteligente. Anuncia investigaciones y abre la puerta a una posible mala actuación puntual y excepcional de algún agente. Pero, al mismo tiempo, habla de que «la investigación interna es un procedimiento garantista» y añade que «esto no se lleva a cabo en 24 horas con las garantías mínimas de rigor». Y ahí cabrían muchos matices.

En mucho menos de 24 horas, la Ertzaintza supo que había herido en un ojo a un joven de 16 años y lo identificó claramente. En menos de ese tiempo, al volver los agentes a su comisaría, el armero debió hacer recuento del número de balas de foam disparadas y registrar qué agentes las habían lanzado. Salvo que todo siga siendo un falso desbarajuste como en abril de 2012; y que, como entonces, haya una nueva epidemia de amnesia corporativa entre los ertzainas intervinientes. Porque algún atestado habrá, ¿no?

Para saber más o menos lo ocurrido, por ejemplo, si se dispararon proyectiles en calles estrechas y a bulto, basta con preguntar a los agentes y que no mientan mucho. Para entender que es difícil admitir que para acabar con una pelea sea necesario «disparar a dar» no hace falta tirar de calendario en vez de mirar el reloj. Y para advertir que es demasiada casualidad que los tres heridos más graves habidos hasta la fecha por foam fueran golpeados en la cara cuando los protocolos hablan de disparar a las piernas, no hay que hacer un análisis ideológico de los agentes.

Prometer transparencia futura, y más cuando el Parlamento está a pocos días de ser disuelto, es construir otro escudo de opacidad. Y luego, si hay agentes imputados, Lakua les podrá los abogados y el chaval se los tendrá que pagar.