Negar las variaciones en la filmografía de Hong Sang-soo es no ser capaz de distinguir una silla de ruedas de un Ferrari. El cineasta, habitual en parrilla y palmarés berlineses, ha vuelto a la Competición colaborando por tercera vez con Isabelle Huppert, tras ‘En otro país’ y ‘La cámara de Claire’...

‘A Traveler’s Needs’ es otra brillante exploración de las mil facetas del conflicto humano y –como la vida– trata sobre nada en particular. De hecho, la actriz ha reconocido en rueda de prensa que afortunadamente nunca ha sabido de qué iban las películas de Hong antes de rodarlas.

Hong Sang-soo busca nuevas pasturas en ‘A Traveler’s Needs’

En ‘A Traveler’s Needs’, la Huppert interpreta a una profesora de francés que da clases en Seúl a partir de tarjetitas con poemas que ella misma escribe sobre los sentimientos verdaderos de su alumnado. No tiene experiencia ni garantía alguna, explica risueña (borracha de makgeolli), pero nada pierde por probar.

También Hong ensaya, introduciendo en su estilo de improv habitual exabruptos de puro guiñol, fragmentos recitados e incluso una planificación antinatural, extrema. Mismo sabor, ingredientes renovados. Eso sí, el culmen de la película es Isabelle Huppert, divertidísima entre ligoteos aniñados y andares raros, del estilo de Monty Python. Imposible no aplaudir los nuevos horizontes del coreano.

Víktor Kossakovski filosofa con una piedra

El ruso explicaba cuánto peleó no hacer el documental que presenta en Competición: «Cuando la guerra estalló, llamé a mis productores diciendo que no podía hacer una película sobre arquitectura moderna cuando mi país estaba causando una catástrofe semejante».

Las obligaciones contractuales con A24, productores, le obligaron a seguir adelante, pero eso no impediría que el cineasta convirtiera el film en una enorme denuncia… En este caso, como tercer bastión dentro de la Trilogía de la Empatía, junto con ‘¡Vivan las Antípodas! (2011) y ‘Acuarela’ (2018). Igual que aquellas, ‘Architecton’ es una amalgama de instantáneas monumentales –hoy sobre la piedra como elemento en todos sus estados– que pretenden restituir nuestra humildad en la escala humano-naturaleza.

Asimismo, con largos planos sobre edificios derruidos en Ucrania, Kossakovski recuerda que la pequeñez no equivale a falta de responsabilidad, y aprovecha el testigo ocasional del arquitecto Michele De Lucchi para reflexionar sobre la durabilidad y la belleza como valores morales del diseñador.

El único reproche resulta del propio carácter duro e impertérrito de la película… Que ha de ser leída con el rictus pétreo de la más absoluta devoción, entregándose al juego simbólico con la metáfora o sufriendo una hora cuarenta y cinco de piedras.

Kiyoshi Kurosawa regresa al terror puro con ‘Chime’

Dentro de la sección Berlinale Special, el japonés estrenaba ayer noche un cuento corto más cercano a las películas que lo pusieron en primera línea del terror que asusta (como ‘Pulse’ o ‘Séance’) que a sus recientes notas melancólicas sobre la muerte, como ‘Viaje hacia la orilla’. El formato permite a Kurosawa divertirse esbozando ideas ligeras, pero sabrosas, dignas de relato de Edgar Allan Poe: aquí un creído profesor de cocina (Mutsuo Yoshioka) oye un sonido inhumano e insoportable que lo convierte, a él y a sus seres cercanos, en auténticos maníacos asesinos.

Jugar a la ambivalencia expresiva sin llegar nunca a cerrarla con motivos o respuestas, y entregarse a los giros impactantes de guion sin que ello pese sobre la escaleta, son los dos mayores regalos del formato mediometraje. Con todo, a pesar de su parquedad de recursos, ‘Chime’ se convierte en una de las películas fantásticas más divertidas y aterradoras de hoy. Esperamos verla en festivales especializados, y quizás en Zinemaldia.