¿Quién era Aaron Bushnell, el marine que se inmoló por el genocidio de Gaza?
A sus 25 años, el piloto Aaron Bushnell se prendió fuego frente a la embajada israelí en Washington para no ser cómplice de genocidio mientras gritaba por la liberación de Palestina. Medios estadounidenses han investigado al marine anarquista para discernir si fue un loco... o un héroe.
«Espero que lo entiendas, te quiero». Es el mensaje que mandó Aaron Bushnell a un amigo doce minutos antes de inmolarse. Se trataba de un compañero anarquista con el que el marine que se quemó a lo bonzo había discutido los días de atrás sobre hasta qué punto su ideología requería de compromiso.
‘The Washington Post’ ha validado estos mensajes tras mostrárselos este amigo bajo condición de anonimato.
El piloto también realizó un escuetísimo testamento. Legó un frigorífico lleno de cervezas a este compañero anarquista y su gato, a un vecino.
Bushnell se educó en un contexto completamente alejado de la ideología anarquista. Más bien, se crió en lo que en Euskal Herria quizá se catalogaría, directamente, como una secta.
Se crió en un complejo religioso que ha sido acusado de comportarse como una secta y que abandonó voluntariamente
La familia Bushnell vivía en un complejo religioso en Cape Cod, Massachusetts, llamado Comunidad Jesús. El marine habría abandonado el grupo por voluntad propia hacía varios años.
Pese a la tolerancia que existe en EEUU contra las macroiglesias, Comunidad Jesús se ha visto envuelta en acusaciones de ser una «secta carismática». Les han acusado de crear «un ambiente de control, intimidación y humillación que fomentaba e infligía daños duraderos a sus alumnos».
Del Ejército a la militancia activa
El joven sirvió durante cuatro años en el Ejército de EEUU, donde se convirtió en piloto superior. Su expediente fue brillante: primero de la clase y el mejor piloto de la misma.
Según la Fuerza Aérea, se había convertido en un especialista en operaciones de ciberdefensa con el 531º Escuadrón de Apoyo de Inteligencia en la Base Conjunta San Antonio-Lackland en Texas, y había estado en la Fuerza Aérea desde mayo de 2020.
Pese a esta carrera, en 2022 ya militaba en asociaciones de carácter socialista vinculadas a la solidaridad en la citada localidad San Antonio. Repartía ropa y alimentos a personas sin hogar, entre otras tareas.
Sus compañeros lo recuerdan como una persona consciente de sus privilegios de clase y marcada por la muerte de George Floyd.
‘The Post’ ha localizado a otros activistas que compartieron con él esa actividad solidaria. Han defendido que no se trata de ningún loco, sino de una persona con ideas firmes «consciente de sus privilegios de clase» por ser un varón blanco y haber nacido en EEUU.
Una de estas personas, Levi Pierpoint, comió con Bushnell en enero. Ahí le trasladó que había roto emocionalmente con el Ejército y había empezado a reflexionar sobre la violencia en su país. Le comentó, como un episodio impactante para él, la muerte de George Floyd que dio pie a las revueltas del Black Lives Matter en 2020.
A pesar de estas diferencias, Bushnell seguía siendo un militar en activo. Supuestamente, su intención era haber abandonado el uniforme en mayo.
Sin embargo, cambió de idea.
La explicación de por qué decidió prenderse fuego no es demasiado larga ni se asemeja al delirio de un loco: «Me llamo Aaron Bushnell. Soy miembro en activo de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos y no voy a seguir siendo cómplice de un genocidio. Estoy a punto de participar en un acto extremo de protesta, pero comparado con lo que la gente ha estado experimentando en Palestina a manos de sus colonizadores, no es extremo en absoluto. Esto es lo que nuestra clase dominante ha decidido que sea normal», difundió a través de una emisión en directo en Twitch.
«Soy miembro en activo de las Fuerzas Aéreas de EEUU y no voy a seguir siendo cómplice de un genocidio», se identificó en su despedida.
Segundos después, ese mismo vídeo muestra cómo se roció con líquido inflamable y se prendió fuego. Mientras ardía, tuvo la entereza suficiente de gritar «Free Palestine!» en reiteradas ocasiones, mientras pateaba el suelo con fuerza para superar el intenso dolor.
Falleció en el hospital siete horas después, tras un intento fallido por salvarle la vida.
Su cuenta en Facebook, abandonada desde 2018, se activó horas antes de quemarse a lo bonzo. Las preguntas que ahí se plantea son, incluso, más elocuentes que ese dramático alegato final.
«A muchos nos gusta preguntarnos: ‘¿Qué haría yo si hubiera vivido durante la esclavitud? ¿O durante el apartheid? ¿Qué haría si mi país estuviera cometiendo un genocidio?’. La respuesta es: lo estás haciendo. Ahora mismo».