«El sistema actual alienta la figura del director de cine tirano»
Tamara García Iglesias estudió Antropología Social en la UPV/EHU y Dirección Cinematográfica en Buenos Aires. Ha combinado trabajos de comisariado con la producción cinematográfica de películas ‘Sobre todo de noche’ (2020-2022) y ‘O Gemer’ (2019-2021). ‘Zarata’ es su debut como directora.
La ópera prima de Tamara García Iglesias tuvo su estreno mundial en la 34ª edición del Festival FIDMarseille, uno de los certámenes de mayor prestigio en Europa, en la Compétition Premier Film de primeros realizadores.
Su siguiente y exitosa etapa fue la 65.ª edición de Zinebi –Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbo-, donde fue galardonada con el Premio del Jurado Joven ZIFF.
Protagonizada por Ainara Gurrutxaga, Erika Olaizaola y Jabier Barandiaran, ‘Zarata’ es una película de ficción de corte experimental rodada en blanco y negro y en formato panorámico 2:35.
Además de dirigirla, la cineasta lasartearra firma su guion y montaje. Mattin Saldas y Olaia Nogales se encargaron de la cámara, Xabier Erkizia (‘El sembrador de estrellas’) y Luca Rullo (‘Cinco lobitos") firman el sonido directo, Santiago Villa e Inés Almirón (‘Los hombres de Paco’) se ocuparon del diseño sonoro y Maialen Sarasua (‘Destierros’) y Júlia Gaitano (‘Les altres coses que ens separen’) asumieron labores de ayudantes de montaje. En su banda sonora banda asoman los temas ‘lkè’ de Sandra Cuesta y ‘Unfamiliar Minds’ de Elena Setién.
A modo de prólogo, la cineasta explicó que ‘Zarata’ «trata sobre la relación de dos mujeres entre ellas y con lo que hacen, dos actrices. Muestra la imposibilidad de separar nuestra vida personal y el arte, o aquello que hacemos».
Sobre el sentido del título y su alusión directa a todo aquello que rodea la puesta en marcha de un proyecto cinematográfico, García explicó que «dentro de los sistemas de producción de cine en la actualidad hay un montón de condicionantes que te podrán ayudar a hacer una película, esos condicionantes son un ruido constante, al que más tarde o más pronto uno termina escuchando. Nuestros sistemas de producción son tal y como somos nosotros, y no al revés. Son sistemas que favorecen a cierto tipo de personas, ciertas pelis. La escisión entre obra y personas no es posible. Lo que la película plantea es sobre el uso de las personas, sobre su aprovechamiento para hacer lo que otro quiere, ese es el sistema que hemos creado para hacer cine».
El arranque del filme es realmente potente. Caballos a punto de comenzar una carrera.
Esos caballos a punto de iniciar una carrera, se asemejan a quienes nos esforzamos en llevar a cabo un proyecto cinematográfico. Son carreras destinadas a lograr incentivos económicos. Una competición que tienen como objetivo las codiciadas subvenciones. El hipódromo de Lasarte siempre ha estado presente en mi vida, desde que era niña. Los caballos son animales poderosos visualmente y muy hipnóticos. Tenía claro este inicio porque conlleva una fuerte carga simbólica.
Sobre estas escenas, la voz en off de un hombre dice cosas en torno a la puesta en marcha de un filme que resultan tan duras como reales.
A través del personaje de este director ficticio, que rompe la cuarta pared para expresar su descontento con las cuestiones que le pueden ayudar a lograr una subvención para filmar una película, se dicen cosas que pueden resultar muy desagradables.
Él dice que para conseguir ese dinero, su película tiene que ser en euskara y en su equipo de rodaje tiene que haber un buen número de mujeres que se añadirán a sus dos actrices protagonistas. También deja caer la coletilla de que incluso, es muy posible, que folle. Él habla del feminismo de forma agresiva, pero estas palabras yo las he escuchado en diferentes ocasiones dentro de la industria.
‘Zarata’ señala directamente a ciertos modelos cinematográficos.
Critica la romantización del director creativo. Se argumenta que el cine es un trabajo coral y que la idea del director como único autor es una forma de explotación.
El sistema actual, según mi idea y mi propia experiencia, alienta esta figura del director tirano que se comporta de una manera en su vida diaria y de otra completamente diferente cuando rueda.
Critica la hipocresía del cine de autor y la figura del director como único autor. Propone una visión más coral del cine, donde se reconozca el trabajo de todos los que participan en dar forma a una película.
Con todo esto no critico las subvenciones, en absoluto. Creo que son necesarias. Lo que ocurre es que hay modelos de cine de corte independiente que chocan frontalmente con la hipocresía.
También quiero remarcar que el sistema al que debemos someternos es algo creado por nosotros mismos y al que nos sometemos asumiendo sus reglas y condicionantes. Es necesario tener en cuenta que incluso los directores más progresistas pueden verse atrapados en estas dinámicas de poder.
Esto no significa que sean hipócritas o que no estén comprometidos con sus ideales, sino que simplemente están operando dentro de un sistema que es inherentemente desigual.
Incidiendo en ese sistema, hace años se priorizaron desde las instituciones una aportación cuantiosa a las productoras para que financiaran óperas primas, lo cual derivó en un debate relativo a la hipocresía que conllevaba esta medida porque para muchos directores, rodar su segunda película, resultaba una tarea casi imposible.
Así es, ahora esas condiciones se han ampliado. Sé que es un tema delicado y en el que las mujeres, por la propia fuerza que hemos logrado en esta industria por nuestros propios méritos, deberíamos debatir profundamente.
Da la sensación de que ‘Zarata’ se hace desde una postura revanchista o puritana, y no es verdad. Podría haber explorado de manera más profunda las complejidades de los sistemas de producción cinematográfica. Podría haber mostrado cómo estas dinámicas de poder pueden afectar a las personas, tanto a los que lo ostentan como a los que no lo tienen. También podría haber explorado posibles soluciones a estos problemas.
Por ejemplo, la película podría haber mostrado cómo se pueden crear sistemas de producción más equitativos e inclusivos, pero esa no era mi idea. Lo que quería plantear son preguntas, puntos suspensivos. En ese sentido, quería que fuera una película imperfecta.
«Podría haber mostrado cómo se pueden crear sistemas de producción más equitativos e inclusivos, pero esa no era mi idea. Lo que quería plantear son preguntas»
Por coherencia, ‘Zarata’ no buscó financiación institucional.
Quería descubrir de primera mano cómo se podía sacar a delante un proyecto de estas características, sin subvenciones, y ha sido realmente duro. Repito que no estoy en contra de las mismas, solo pido ser consciente de sus efectos.
Se rodó con parones entre 2021 y 2022, acabando su edición a principios del pasado. El reparto, integrado por Ainara Gurrutxaga, Erika Olaizaola y Jabier Barandiaran, se ha entregado de lleno en este proyecto cuya gestación no ha sido fácil. Teníamos que encontrar huecos en sus agendas, al igual que con el resto del equipo.
Me gusta este formato de cine «guerrillero», lo asocio a ese cine de John Cassavetes que tanto me apasiona. Rodar las historias que quieres y desde tu propia perspectiva, lo cual conlleva un trabajo oculto muy duro y a veces desagradable, sobre todo en lo relativo a su financiación.
En la película se priman los diálogos a través de los teléfonos.
Es algo que está muy relacionado con nuestra propia mecánica cotidiana. Por ejemplo, cuando hablo con mis amigas por teléfono, siempre estoy haciendo algo. Quiero decir que este modelo comunicativo, al igual que WhatsApp, se ha instalado en nuestras vidas y ha establecido nuevos parámetros de comportamiento.
Me gustó la idea de implantar esto en la relación que se establece entre las dos amigas actrices. Sus diálogos están enraizados en una realidad muy reconocible.
Además, a través de estos diálogos surge una situación curiosa porque, es verdad que al comienzo, el director dice que hará una película con dos actrices que hablan en euskara y el espectador está viendo estas escenas que, o bien pertenecen a la película o, por el contrario, forman parte de su propio contexto real y cotidiano.
El teatro también asoma de manera muy descarada y directa en sus escenas y diálogos.
Sí, no quería cartas marcadas. Quería que todo fuera evidente. Me encanta el teatro y me encanta la teatralización en el cine. Es un poco como los melodramas de Douglas Sirk o Pedro Almodóvar, subrayan conceptos muy melodramáticos que a mí me gustan porque cuando ves esas secuencias te dices que no pueden ser muy reales debido a su énfasis y descubres la maestría de estos directores cuando te convencen de que son muy reales.
Por ese motivo, el diálogo que se establece entre el director y la actriz está planteado como una pequeña pieza teatral, que deriva en un monólogo realizado por la actriz que encarna Ainara Gurrutxaga.
En dicha secuencia todo se expone de manera casi atropellada, con dudas ante lo que la actriz está sintiendo en su rol. Fue muy interesante, porque este monólogo surgió de nuestras propias conversaciones y ella lo ha plasmado interpretativamente muy bien. Con ello quería remarcar lo que dije antes, que es una película que no aporta respuestas, sino preguntas.
Es una película que no elude el riesgo.
Sí, así es. Cuando nos llamaron para participar en el festival de Marsella yo estaba asustada. Me decía si los espectadores entenderían el sentido de la película, experimental y en euskara. Pero, cuando finalizó la proyección y comenzaron a hacer preguntas, todas ellas estaban muy bien dirigidas y planteadas. Me quedé muy sorprendida.