Anas Baba (Efe)

Desplazados de Gaza; cuando las llaves ya no abren puertas, solo esperanzas

En Rafah, dentro de una tienda de campaña, el joven gazatí Mahmud Zohro se acerca a una mochila rosa y sucia y saca unas llaves: son las de la casa que tuvo que abandonar durante el actual ataque a Gaza y que, como miles de palestinos tras 1948, guarda con la esperanza de poder regresar algún día.

Jóvenes de familias desplazadas en Rafah esperan para obtener algo de comida.
Jóvenes de familias desplazadas en Rafah esperan para obtener algo de comida. (AFP)

«Volví después de que se retiraran los israelíes de Jan Yunis para ver mi casa» cuenta Zohro a EFE, sentado con las piernas cruzadas sobre una colchoneta, «pero no había casa, no había (ni) puerta», prosigue con un gesto como si quisiera abrirla con las llaves.

«Vivíamos cinco hermanos en la casa y ya no existe, se ha ido, ha desaparecido totalmente», lamenta.

En poco más de cinco meses de asalto, el Ejército israelí ha reducido a escombros más de 70.000 casas, mientras que otras 290.000 viviendas han resultado parcialmente destruidas o inhabilitadas por los ataques aéreos y de artillería, según el gobierno gazatí.

Además, 1,9 millones de palestinos se han visto forzados a abandonar sus hogares, y hoy se hacinan en tiendas de campaña sin puertas ni cerraduras, sin un atisbo de privacidad, en decenas de campamentos de desplazados, en su mayoría, en la región de Rafah, en el extremo meridional de la Franja donde aguardan con temor la ofensiva terrestre israelí.

Lo que a Zohro le viene a la memoria es la Nakba, nombre con el que los palestinos denominan la «catástrofe de 1948», cuando más de 750.000 personas huyeron o fueron expulsadas de sus hogares tras la proclamación del Estado de Israel ese 14 de mayo. La cruenta primera guerra árabe-israelí, que estalló al día siguiente, se prolongó 15 meses.

«No las voy a dejar atrás, se han convertido en algo muy querido para mí», apunta el joven de 26 años, quien creía que no iba a tardar en volver. «Pensaba que la guerra duraría una semana o dos y que la casa seguiría allí».

Ni tiempo para coger sus llaves

Para otro desplazado, Mohamad Barakat, la gente que huyó en 1948 llevándose las denominadas «llaves del retorno» tuvo suerte de poder hacerlo, ya que en esta guerra muchos ni siquiera lograron atesorar las llaves de sus hogares «porque muchas de las casas cayeron sobre sus cabezas».

Según el Ministerio de Sanidad de Gaza, hay al menos 7.000 personas desaparecidas bajo los escombros de los edificios bombardeado por el Ejército israelí, cuya ofensiva ha causado más de 31.100 muertos, más de dos tercios niños y mujeres.

«No tuve tiempo ni de coger mi ropa o mis zapatos. Me fui de casa y huí junto con mis hijos. Lo único que me importaba eran mis hijos», narra a EFE Barakat, quien asegura que hasta dejó su casa abierta y hoy malvive en Rafah.

La casa fue también destrozada y no cree que pueda volver: «Ahora lo único que queremos saber es qué nos depara el destino, a dónde vamos ir. No quedan casas, no queda infraestructura, no queda nada de lo que era la vida en Gaza».

«Que podamos volver»

Ali Ahmad Mohamad Asfur sale de su tienda, sobre la que se apoya una placa solar, con un pequeño bolso blanco deshilachado del que saca dos llaves: con las que abría la puerta de su casa y la de su hijo; ambas localizadas en un edificio de dos plantas de Jan Yunis, sur del enclave palestino.

«Huimos por el miedo a la guerra, a los bombardeos y la destrucción que comenzó desde el primer día y continúa hasta hoy», explica a EFE Asfur, de 50 años, quien abandonó su hogar el mismo 7 de octubre.

Vestido con una capa tradicional para protegerse del frío, confiesa que lo único que pudo coger de su casa fueron las llaves. «Allí dejé todos mis recuerdos, todos mis sueños. Todo mi pasado lo dejé allí», lamenta Asfur, para quien su hogar significaba «familia, esperanzas, alegría y mis hijos».

Al pensar en que ahora vive en una tienda de plástico, Asfur expresa su deseo de que -a diferencia de sus ancestros expulsados por Israel en 1948, muchos residentes aún hoy en campamentos de refugiados en el Líbano y Jordania-, los gazatíes desplazados en esta guerra sí que puedan regresar a sus hogares dentro de Gaza.

«Deseo que podamos volver, que no nos pase como a la gente de 1948, que no regresó», se lamenta al tiempo que augura: no importa si, para ello, hay que construir una nueva casa o trabajar una vida entera.