Una vida entera soñando con una Copa que dejará huella en toda una generación
El Athletic de Valverde, con los hermanos Williams y Sancet, se ha ganado un merecido hueco en el Olimpo rojiblanco. Muniain y De Marcos culminan un ciclo con la inestimable ayuda de jugadores curtidos como Raúl García y Berenguer y jóvenes como Unai Gómez, Paredes y Agirrezabala.
El Athletic es un sentimiento que se traspasa de una generación a otra. Un vínculo emocional y familiar, motivo de orgullo por su particular filosofía. Jugar con futbolistas nacidos o formados en Euskal Herria une al equipo con una afición que se identifica con sus representantes en el campo. Para nosotros es algo más que un equipo o un deporte, una forma de afrontar la vida, cuidando lo propio para competir ante cualquiera.
Aitxitxe Karraspio fue el que nos empezó a llevar a San Mamés a mí, a mi hermano y a mi primo. Ahora hace lo mismo nuestra madre con sus nietos. No pudimos vivir los títulos de los ochenta en primera línea, pero conocíamos la historia como si hubiéramos estado en la Ría viendo pasar la Gabarra o saltando con el gol de Endika ante el Barcelona de Maradona.
Cuando comenzamos a ser conscientes, el Athletic se contentaba con ir a Europa. Así se celebró una clasificación europea en los noventa con invasión de campo. Aunque cada vez era más difícil pelear por títulos, había algo especial y diferente. Hubo que esperar casi 25 años para volver a una final de Copa.
Por suerte, las nuevas generaciones, y también nosotros, hemos tenido la oportunidad de disfrutar de grandes noches y soñar con títulos, pero no se conseguía dar el último paso. Las supercopas fueron el aperitivo hasta que se ha logrado levantar de nuevo una Copa. Ahora toca celebrarlo, porque nunca se sabe.
40 años después, el Athletic de Valverde toma el relevo al equipo campeón de Clemente. Los hermanos Williams y compañía se han ganado su sitio en la historia rojiblanca. Jugadores y cuerpo técnico se lo merecían. También una afición que desembarcó en Sevilla con alegría, sufrió en La Cartuja para alcanzar la gloria en la tanda de penaltis.
Son muchos los nombres a destacar en una generación que ya ha dejado su huella en el club. Sin embargo, hay que empezar desde el banquillo. Valverde es el gran artífice del éxito de este equipo. En su tercera etapa en el club ha vuelto a sacar provecho de un grupo de jugadores con mucho talento. Cayó a los penaltis en su primer intento en unas semifinales en 2005, diez años después no hubo forma de parar a Messi en 2015 y cerró el círculo en La Cartuja.
El técnico criado en Gasteiz, que ha ganado títulos con el Barcelona y el Olympiakos griego, admitía que ganar la Copa con el Athletic es especial y no tiene comparación. Es su equipo y el de su familia. Al igual que el de sus amigos como Jonan Ordorika, fallecido el verano pasado, y al que el técnico quiso honrar con una camiseta con su silueta. El tifo de Iñigo Cabacas Herri Harmaila también se acordaba en la grada de aficionados rojiblancos que ya no están entre nosotros.
Y es que esa unión familiar y hermandad se escenifica con los Williams. Hijos de una pareja de migrantes que llegaron a Euskal Herria desde Ghana y se han convertido en el emblema del club. Iñaki y Nico lloraban al acabar el partido, como muchos aficionados. Han cumplido un sueño, jugar juntos y ganar un título. El pequeño fue decisivo en la final al asistir a Sancet y participar en las mejores jugadas ofensivas, incluido un gol anulado.
El triunfo del Athletic no se cimentó en un jugador. Fue el grupo el que se levantó para hacer frente a las dificultades con una mezcla de veteranía y juventud. Raúl García y Muniain tiraron del carro en la prórroga y acertaron en la tanda de penaltis. Al igual que Vesga, que salió en el descanso, y Berenguer, que anotó el lanzamiento definitivo. Los tres navarros citados terminan contrato y su futuro está por definir, aunque ya se pueden despedir por la puerta grande.
El capitán Muniain y De Marcos han cerrado el círculo. Son los dos futbolistas que han participado en el ciclo de las finales iniciado hace quince años. Representan a una generación que ha conseguido cambiar el rumbo y mirar al futuro con optimismo. Y es que, además de ganar la Copa, el Athletic ha cumplido el objetivo marcado para la temporada al clasificarse para Europa.
Por ello, mención especial también a jóvenes como Unai Gómez. El de Bermeo se quedó sin tirar el quinto penalti y demostró su casta en las pugnas con Muriqi. Asimismo, el portero Julen Agirrezabala fue decisivo al detener uno de los lanzamientos. La alegría de Unai Simón, que se quedó sin jugar, y el compañerismo existente en el vestuario es otra de las claves que explican el triunfo del Athletic. La cuadrilla gozó del triunfo al son de la trompeta de la Villalibre y se abrazó con la grada entonando ‘Txoria txori’. Esta Copa marcará a toda una generación de jugadores y aficionados. Como les dijo Piru Gainza a los futbolistas que ganaron la primera Liga en los ochenta: «Chavales, no sabéis lo que habéis hecho».