El oleoturismo es un sector en boga en Nafarroa. Aunque nada de esto es nuevo: la región más septentrional de Europa con olivares atesora una milenaria tradición de elaboración de aceite de oliva, como se ha podido constatar en la excavación de villas romanas como las de Ledea (Liédena) o Las Musas de Arellano, entre otras muchas.
El aceite de oliva es fuente de innumerables beneficios para la salud cardiovascular y es uno de los ingredientes imprescindibles de la dieta mediterránea, lo que ha llevado a muchas personas en todo el mundo a interesarse por este «oro líquido», y a las almazaras, a acercar a los visitantes la cultura asociada a este sector agrario.
Así, el turismo relacionado con el aceite de oliva ha ido ganando poco a poco protagonismo en Nafarroa y son ya muchas las almazaras que ofrecen visitas guiadas a los visitantes, como Hacienda Queiles en Monteagudo, Trujal Artajo en Tutera, Trujal Mendia en Arroitz (Arróniz) o Bodegas Nekeas en Añorbe, donde el enoturismo y el oleoturismo van de la mano. Algunas de ellas ofrecen alojamiento además de las visitas guiadas.
La localidad de Arroitz es la capital del aceite navarro. Cuenta con el Museo del aceite de Ékolo y cada año ejerce como anfitriona en el Día de la Tostada, que se lleva a cabo el último domingo del mes de febrero y que fue declarada en 2015 Fiesta de Interés Turístico. En el marco de este día, Arroitz recibe a más de 10.000 visitantes que, atraídos por el aceite producido en el Trujal Mendia, acuden a la localidad para degustarlo, con ajo, en ricas tostadas.
Los ingresos van al alza
Según datos de la plataforma digital Airbnb, los anfitriones de este tipo de visitantes ganaron alrededor de 4.300 euros al año y alojaron a 17.600 huéspedes, un 15 % más que el año anterior. La duración media de la estancia es de tres días.
Los anfitriones, según la plataforma de viajes, tienen una valoración media de 4.8 estrellas en Nafarroa.
Airbnb ha elaborado una lista de las zonas del Estado español donde más ingresan los anfitriones, liderada por Antequera (Andalucía), seguida de Montes de Toledo (Castilla La Mancha), Madrid, Nafarroa, Siurana y Les Garrigues (Catalunya) y La Alcarria (Castilla La Mancha).
Un ejemplo: Trujal Artajo de Tutera
Trujal Artajo, en la Finca Los Llanos (Tutera) es un productor de aceite de oliva virgen extra con el molino en sus propias instalaciones, rodeadas de 250 hectáreas de olivos. Hace años que muestra su almazara y su bodega a visitantes procedentes de todos los países del mundo.
Como ha explicado a EFE Andrea Urzaiz, responsable de calidad y marketing en Aceite Artajo, además de las visitas guiadas y catas de degustación de sus variedades de aceite de oliva, ofrecen a los visitantes actividades variadas como talleres de panes, maridaje de aceite y trufa, iniciación a la cata de aceite o degustación de almendras Artajo, entre otras.
Hay disponibles asimismo visitas auto-guiadas por la finca con la ruta marcada mediante códigos QR que dan explicaciones, de momento solo en español, de cada lugar. Está previsto traducirlas asimismo al francés y el inglés.
Son muy demandados los «picnis entre olivos Artajo», en la terraza exterior del edificio, así como la zona de estancia de autocaravanas. "Después de pasar la noche, los visitantes pueden entrar en la tienda y les hacemos una pequeña presentación del aceite y si quieren también pueden asistir a una degustación de aceite con pan que tiene bastante éxito, porque son gente que les gusta aprovechar la estancia", ha comentado Urzaiz.
La cultura del aceite
De quienes acuden en caravana, ha explicado, el 80 % son extranjeros: «Viene muchísimo francés, holandés, alemán e inglés, porque es una zona de paso para ellos cuando hacen utas por España. Y luego el sábado sí que es más turista de Navarra y de Gipuzkoa».
Urzaiz ha asegurado que las personas que llegan del norte de Europa tienen muy poca cultura del aceite y por ello «hay que explicarles hasta para qué se usa el aceite, no lo tienen tan interiorizado en la cocina» como los países del sur.
No obstante, ha enfatizado Artajo, lo importante de sus actividades de oleoturismo no son tanto los ingresos que pueda generar, sino «darle un poco de visibilidad a nuestro propio producto».
«Al principio ni siquiera cobrábamos. Se trata sobre todo de que la gente conozca el aceite, que lo prueben, y que tengan cierta fidelidad a la marca», ha aseverado.