Será que el talento tiende a asociarse pero Irene Paredes y Damaris Egurrola, coincidieron en el Athletic con Vanesa Gimbert, nuestra futbolista con mejor palmarés hasta que la guipuzcoana y la vizcaina empezaron a coleccionar laureles. Gimbert fue también junto a Maider Castillo, la primera vasca que participó en el torneo continental –llamada entonces Copa Femenina de la UEFA–, con aquel Levante de los primeros 2000. Las granotas debutaron cayendo por la mínima ante el Frankfurt, que a la postre sería el primero en inscribir su nombre en el palmarés. Más de dos décadas después, el sábado acudirá a San Mamés a disfrutar con la final de una Champions League que «poco tiene que ver» con la que conoció en su primera edición.
No puede decirse lo mismo de la defensa del Barcelona y la centrocampista del Olympique, que ya apuntaban a dónde podían llegar desde sus primeros pasos en la elite. Gimbert –hoy en día Directora de partido en la Liga F tras colgar las botas hace dos años– no oculta que Paredes, «una buena amiga» con la que compartió habitación a menudo, es su ojito derecho. «Se merece todo lo bueno que le pase, de todas las que hemos compartido vestuario con ella seguro que solo oyes buenas palabras como profesional y como persona», asegura sobre la de Legazpi, que tenía 22 años cuando se encontraron en Lezama. «Ya demostraba madurez y una cabeza muy bien amueblada, un profesionalismo espectacular –recuerda–. La conocía de haberme enfrentado a ella y ya sabía el nivel que tenía. Cuando le conoces de cerca te queda claro todo el trabajo que hay detrás, cómo se ha cuidado suempre al máximo y la personalidad que tiene. Que sea capitana en los equipos en los que juega ya te dice mucho de su carácter, de su compromiso, de su entrega, de su profesionalidad y de lo que significa para cada vestuario en el que está».
No es solo, claro, una cuestión de carácter. Sobre sus virtudes futbolísticas, las bergararra destaca «su capacidad para leer el partido, la calidad para sacar el balón, la contundencia pese a la elegancia con la que juega... Y además tiene gol, va al balón parado como pocas». Virtudes que han crecido con los años «por la experiencia que ha ido acumulando y porque entrena y juega con las mejores del mundo y se enfrenta a las mejores del mundo también».
Entre esas grandes rivales a las que se enfrenta estará el sábado Damaris Egurrola, que debutó con el Athletic en la temporada 2015/16, la última de Paredes con la camiseta rojiblanca y también la última en la que el título de Liga fue a Lezama. Teniendo entonces solo 16 años, «que jugase algunos partidos teniendo una plantilla tan competitiva y estando peleando por la Liga hasta el final, ya te dice algo. Esa temporada no había muchas oportunidades para dar minutos a las jugadoras del filial y ella los tuvo», explica Gimbert, que reconoce que la centrocampista vizcaina sí le ha sorprendido. «No porque esté en el Olympique, porque se le veía la calidad y que iba a poder jugar en el equipo que quisiera, sino por lo rápido que ha ido. Voy a reconocer que no habría dicho que con 24 años fuera a tener ya Ligas, una Champions, pudiera ganar otra ahora...».
También «a Dama se le veía desde el principio que tenia mucha calidad. Y una zurda...», recuerda la exfutbolista, que destaca su «colocación, la templanza que tiene de saber leer el partido, tiene buen golpeo... Y ese carácter así como muy calmado, le da pausa al juego». Sangre fría «quizá en exceso en muchos momentos», sonríe Gimbert, aunque es evidente que en esta progresión meteórica que protagoniza la vizcaina, «ha mejorado. Juega en un gran equipo, en competiciones muy competitivas... Esos equipos y esos rivales te hacen estar más viva, piensas y actúas más rápido. Si está donde está, es por algo, porque es muy buena y porque está creciendo y madurando».
Como Paredes, es también una deportista «competitiva y que vive mucho el fútbol» aunque cree que son »dos perfiles diferentes. Sobre todo, quizá, por la forma de vivir el fútbol». Algo en lo que puede tener que ver la diferencia de edad. Son solo ocho años pero el fútbol dio un salto considerable entre esas dos generaciones. «Yo creo que Irene viene más de abajo, del barro como se suele decir, y yo creo que te hace de otra casta y te da otra manera de vivir las cosas, aunque también tiene que ver con la personalidad de cada una. No tiene por qué ser necesariamente mejor pero es diferente».
Lo que no va en la personalidad de Gimbert es «dar consejos ni sermones, me gustaba predicar con el ejemplo que dar consejos. Tampoco recuerdo que me los pidiesen concretamente y además las dos tenían las cosas muy claras». ¿Y si hubiese tenido que darles alguno? «Pues viendo dónde están, mejor ninguno –se ríe–. Por si acaso, no fuera a ser que me hicieran caso y no les fuera tan bien como les va»
Excompañeras, el sábado rivales en un gran escenario que le va a «traer muy buenos recuerdos» y en el que «seguro que hay un ambientazo, con toda la ciudad volcándose desde días antes», Gimbert está segura de que Barcelona y Oympique «nos ofrecerán un partidazo» aunque reconoce su preferencia por el equipo catalán. «Sobre todo por Irene, que es una buena amiga que se lo merece todo. Y además también tengo allí otras excompañeras de otros equipos y encima es un equipo de nuestra Liga. No me atrevo a pronosticar nada porque son dos grandísimos equipos pero me gustaría que ganara el Barcelona».