«En la actualidad nos encontramos en un punto crítico, tanto a nivel global como local. La degradación medioambiental, y con ella la vida en el planeta, se acelera irremediablemente al compás de quienes no tienen otro objetivo que la búsqueda incesante de ganancias a cualquier precio. Una crisis de civilización en toda regla que nos pone en la tesitura de elegir: o bien mantenernos una lógica capitalista desarrollista, consumista e imperial que agudiza la crisis ecológica, o bien afrontamos cambios, pequeños y grandes, individuales, colectivos y estructurales para construir un orden socioecológico más justo, respetando los límites biofísicos del planeta, sabiendo que tenemos que repartir y reducir el consumo material de la sociedad navarra, para vivir mejor, física y psíquicamente».
Este es el punto de partido del documento sobre el decrecimiento que Sustrai ha presentado este jueves en Iruñea de la mano de Adrián Almazán. El documento recuerda a Joseba Amenedo, uno de los impulsores de Sustrai hace quince años, activo en múltiples luchas sociales en Erribera y recientemente fallecido.
El documento ofrece una especie de caja de herramientas para avanzar hacia el decrecimiento, rechazando que la sustitución de energías de origen fósil por renovables sin cambiar el modelo sea una solución. «Las propuestas que presentamos en este texto tienen como objetivo conseguir una sociedad que pueda hacer frente de una manera airosa al conjunto de crisis a las que nos enfrentamos, construyendo un orden socioecológico más justo, respetando los límites biofísicos del planeta, sabiendo que hay que repartir y reducir el consumo material para vivir mejor, física y psíquicamente», señalan, subrayando que la crisis ecológica, de recursos, económica, política, social, cultural y migratoria es ya una realidad.
De este modo, se realizan propuesta para el corto plazo (cuatro o cinco años), el medio (unos diez años) y el largo (un periodo indeterminado después de los anteriores).
A corto plazo
Entre las propuestras transversales a corto plazo, la primera que se plantea es analizar y difundir la situación de sobrepasamiento de los límites del planeta, tanto a nivel individual como comunitario, destacando la importancia de la sensibilización, la formación y la participación social, e institucional.
En materia de urbanismo, se apuesta por la planificación de un modelo de transporte pensando en el ahorro de energía, destacando que este sector es el mayor consumidor de energía no renovable. Propone dar la vuelta al modelo de transporte personal y reforzar el colectivo, público y sostenible, con una especial atención al ferrocarril convencional electrificado. Junto a ello, se defiende que en el ámbito urbano los modos de transporte motorizados dejen de ser la prioridad. Asimismo, se defiende la necesidad de conseguir edificios más sostenibles.
En agricultura, ganadería y espacios naturales se aboga por avanzar hacia la soberanía alimentaria, superando el modelo actual en el que, como ejemplo, los alimentos que se importan para el consumo recorren una media de 4.000 kilómetros para llegar a la mesa, con lo que supone de gasto de energía, que también se necesita en la fabricación de pesticidas, herbicidas y fertilizantes, cuyo empleo recomienda disminuir. En este modelo, recuerdan, «el sector primario local y de pequeña escala languidece, y corremos el peligro de perder conocimientos y prácticas útiles que aún conserva». Frente a ello, entre otras medidas, reclaman que se cuide la propiedad de tierras y recursos colectivos y comunales.
Sobre la gestión del agua y los residuos, el documento de Sustrai aboga por fomentar la reparación y reutilización de objetos y aparatos, incluidos los envases, subrayando el valor de iniciativas comunitarias como Arréglatelas-Hemen Konpon de Traperos de Emaús de Iruñerria o la Trastoteka de Geltoki. También reclama la puesta en marcha de sistemas de devolución y reutilización de envases y la gestión de los residuos a nivel local, repercutiendo los costes en función de la generación. En relación al agua, defiende la gestión para reducir su uso y conservarla en buen estado, alertando de los efectos que provocan las macrogranjas en la contaminación de este elemento.
En el apartado de economía y consumo, se hace una firme defensa de los servicios públicos básicos. «La entrada en el capitalismo de estos servicios supone un aumento en el consumo de recursos físicos y energéticos, junto con una pérdida de saberes y maneras sociales y comunitarias de realizar las cosas, algo que no será de utilidad en el futuro», destacan, para oponerse rotundamente a las privatizaciones y la defensa de lo público. El documento cita el proyecto Hernani Burujabe como manera impulsar un cambio de hábitos que mejore la resiliencia. Además, se apuesta por el fomento del comercio local y los pequeños productores locales. Sustrai defiende que hay que empezar a transformar las actividades industriales, destacando que la fase de globalización en la que ha entrado el capitalismo hace que los países industriales están perdiendo una gran parte del tejido industrial. «Sin embargo, la gran tasa de transporte que este sistema necesita hace que se trate de un esquema muy frágil, que ya está empezando a fallar, además de tener un consumo energético mayor debido al transporte», constata.
En el ámbito de la energía se apuesta por el fomento del ahorro. «La única manera posible es reducir de manera dramática el consumo energético. No hay alternativa posible, ni la eficiencia energética ni las energías renovables pueden solucionar el problema, dado el elevado consumo que efectuamos», constata. Junto a ello, se defiende el fomento de la generación y el consumo de energía local y una planificación pública y democrática de la energía.
A medio plazo
Entre las medidas transversales a medio plazo, Sustrai señala el establecimiento de planes de resiliencia y transición en todas las administraciones y la recuperación de las competencias en las administraciones más locales y la habilitación de la ciudadanía para tomar decisiones en comunidad.
En urbanismo se señala que «la movilidad tenderá al mínimo en todos los ámbitos», con una apuesta por el tren como modo troncal de transporte, ya que la electricidad que necesita puede ser obtenida de fuentes renovables, que se complementaría con otros medios de transporte como buses movidos con energías renovables. Sustrai considera que la reducción de la movilidad obligará a reestructurar la ciudad y los pueblos.
En el apartado de agricultura, ganadería y espacios naturales Sustrai afirma que «las ciudades grandes necesitarán cultivar la mayor parte de sus alimentos» debido a la reducción del transporte. Aboga por que toda la población tenga conocimientos básicos de agricultura y se utilicen zonas de viviendas y ciudades para la producción de alimentos. Al mismo tiempo, defiende que en el ámbito rural se deben potenciar los recursos comunales, sin olvidar el mantenimiento de la biodiversidad.
En la gestión del agua y residuos, Sustrai señala que «aparatos y objetos tendrán que alargar dramáticamente su vida útil» y que algunos de ellos deberán ser de propiedad comunitaria. Asimismo, apunta a que «los residuos se tendrán que aprovechar al máximo», tendiendo a «una verdadera economía circular, pero siempre teniendo en cuenta que una verdadera circularidad no es posible». De este modo, el modelo deberá basarse en la obtención de las materias primas en lugares cercanos.
En el apartado de economía y consumo, el documento destaca la necesidad de cambiar las finanzas para una economía sin crecimiento, superando el modelo del crecimiento perpetuo. Junto a ello, defiende que los servicios públicos deberán mantenerse en buen estado y ampliarse. Además, apunta que «la economía al completo se localizará» debido a las dificultades del transporte. En este escenario, augura que el turismo, una de las bases económicas en muchas zonas rurales, «sufrirá un descenso espectacular».
En energía se plantea una planificación detallada de la producción y el consumo energético, «para una energía justa». Para ello, se defiende el fomento de un sector energético público y el aprovechamiento de todos los recursos energéticos locales.
A largo plazo
El documento de Sustrai incluye también propuestas a largo plazo, previstas en torno a la década de 2040. «Se nos antoja probable que, si no se han realizado cambios en los aspectos sociales necesarios en los periodos anteriores, en este nuevo periodo será aún más difícil implementarlos», advierte.
En lo que se refiere las propuestas transversales, subraya que las instituciones locales tendrán que hacer a problemas sociales graves causados por la climatología extrema, la reducción de la fertilidad del suelo o las dificultades de abastecimiento, por lo que subraya la necesidad de unos servicios bien establecidos y una sociedad resiliencia y estructurada.
En el ámbito del urbanismo, el documento dibuja un escenario en el que los servicios necesarios para el día a día se ubiquen en el entorno cercano, con una disminución casi total del transporte, basado en el tren y sin movilidad privada, y con la escasa industria cerca de las viviendas.
En agricultura, ganadería y espacios naturales se apunta un escenario en el que los espacios públicos abiertos del interior de las ciudades y el extrarradio se emplearán para la producción de alimentos de una manera comunitaria. Los combustibles serán escasos, por lo que se reducirá la mecanización y la mayoría de la población participará de esta actividad.
En la gestión del agua y los residuos se señala que «los objetos y aparatos disponibles serán más escasos que en la actualidad, y por lo tanto deberán tener un uso más comunitario», además de estar diseñados para una vida útil más larga y un reaprovechamiento integral. De este modo, la gestión de residuos «será mucho más sencilla».
En el apartado de economía y consumo, el escenario que se avanza está caracterizado por «finanzas basadas en lo local, con el predominio de monedas locales y gran tendencia al trueque y al apoyo mutuo». Asimismo, los servicios públicos aumentarán en número, ya que «las instituciones locales deberán salvaguardar que el reparto de bienes y servicios se realice de manera equitativa a toda la población». La producción de alimentos para el ámbito local será la principal actividad.
En el ámbito de la energía, el panorama que se prevé es uno en el que la producción y distribución de la energía esté completamente regulada por entidades públicas para garantizar un abastecimiento «para cubrir las necesidades de una vida frugal pero plena». Todas las fuentes energéticas serán renovables y locales.