Ibai Azparren
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

¿Habrá reconfiguración del poder en el seno de la UE?

Von der Leyen ha sobrevivido a una legislatura convulsa gracias a socialdemócratas, liberales y, en ocasiones, los verdes, pero la actual fórmula podría cambiar tras los comicios y el PPE ya abraza a los ultraderechistas. La alemana sigue siendo la favorita, pero sus alianzas pueden variar.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto al presidente francés, Emmanuel Macron, durante una cumbre del G7.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, junto al presidente francés, Emmanuel Macron, durante una cumbre del G7. (Dati BENDO | EUROPA PRESS)

Ursula von der Leyen era una desconocida para el público en el año 2019. La alemana, entonces ministra de Defensa del Gobierno conservador de Angela Merkel, no figuraba en las quinielas de los altos cargos, y su nombre fue propuesto (o impuesto) por el presidente francés, Emmanuel Macron, ante el bloqueo de las negociaciones para elegir la presidencia de la Comisión Europea (CE), entonces en disputa entre el conservador Manfred Weber y el socialdemócrata Frans Timmermans. Las elecciones europeas de entonces habían arrojado una Eurocámara más fragmentada y evaporado la histórica «gran coalición» entre los dos principales partidos; cinco años después, todo hace indicar que los comicios removerán aún más las aguas en Bruselas, y en las quinielas que recorren la capital comunitaria suenan diferentes nombres para el reparto de poder de las instituciones.

Weber era entonces un firme partidario del sistema informal de “Spitzenkandidat”, inaugurado en 2014 y según el cual la presidencia de la CE debería recaer sobre un «candidato principal» que los grupos presentan a las elecciones europeas, lo que le convertía en el único aspirante por parte del PPE. Sin embargo, es el Consejo Europeo, formado por los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 países miembros de la UE, quien elige al presidente de la CE –que luego debe superar la votación en el Parlamento Europeo–, y la posición de fuerza Macron y los liberales, que el presidente francés había reorganizado en el grupo Renovar Europa, reflejaba que la opción para mantener vivo el proceso “Spitzenkandidat” era Timmermans.

Después de prolongadas y tensas negociaciones, marcadas por una revuelta interna en la familia democristiana del PPE, Macron desmanteló el sistema de candidatos principales y brindó a la acorralada Merkel una digna salida digna: optar por la francófila Von der Leyen, leal aliada de la canciller y miembro del PPE.

El presidente francés no vaciló en buscar el respaldo de los conservadores para asegurar una serie de nombramientos clave que beneficiaran claramente a París y a su grupo político. El Banco Central Europeo cayó en manos de Christine Lagarde, mientras que el liberal Charles Michel se hizo con la presidencia del Consejo Europeo. Los socialdemócratas tuvieron que conformarse con medio mandato del Parlamento Europeo y el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores, que finalmente recayó en Josep Borrell.

Von der Leyen fue elegida por unanimidad en el Consejo, pero su elección en el Parlamento Europeo fue la más ajustada de la historia, con solo nueve votos por encima de la mayoría necesaria (374). «No sé quién votó por mí, pero en democracia la mayoría es la mayoría», señaló nada más conocer el resultado. La alemana había conseguido el apoyo de conservadores, socialdemócratas y liberales, pero la falta de disciplina de voto, sobre todo entre los eurodiputados del Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, hizo que necesitara el apoyo tanto del M5S italiano como de los ultraconservadores polacos de Ley y Justicia (PiS), que aseguraron haberla apoyado.

Von der Leyen, favorita

Sin embargo, el tiempo en política avanza rápidamente. Los liberales están en declive frente al avance de la extrema derecha; Macron se encuentra debilitado ante el ascenso de Marine Le Pen y Merkel se dedica a «viajar y leer». En esa coyuntura, Von der Leyen ha sobrevivido a una legislatura convulsa gracias a socialdemócratas, liberales y, en ocasiones, a los verdes por las fugas en sus propias filas, aunque su política de alianzas podría cambiar.

La actual presidenta de la CE es la favorita por falta de alternativas. Goza de la confianza de los líderes europeos, pero es la votación de la Eurocámara lo que le preocupa ante el probable vuelco del hemiciclo hacia la extrema derecha. Es por eso que ha abierto la puerta a llegar a acuerdos con determinadas fuerzas de ese espectro político y ha tendido directamente la mano a al ECR, el grupo en el que se integran el partido de Georgia Meloni o Vox. En el debate del jueves volvió a cortejar a la primera ministra italiana, y las únicas condiciones que puso para llegar a pactos es que sean fuerzas «proeuropeas, anti-Putin y cumplidoras con el estado de derecho», por lo que descartó el pacto con  ID –el otro grupo parlamentario de extrema derecha–. No obstante, la expulsión del grupo de Alternativa por Alemania (AfD), con la excusa de unas declaraciones de su candidato sobre las SS, también desliza la idea de que Le Pen quiere ser mínimamente moderada para abrazar a la derecha. Por ahora cuenta con el veto de la candidata alemana.  

Otra de las principales preocupaciones de Von der Leyen está en sus propias filas. En el PPE hay un sector muy crítico con la alemana, y el mismo presidente, Weber, no olvida lo ocurrido en 2019. En medios italianos se baraja además el nombre del expresidente del Banco Central Europeo (BCE) y ex primer ministro italiano, Mario Draghi, que tanto Macron como Meloni verían con buenos ojos.

Ninguno de los otros candidatos que se enfrentaron en el debate del jueves tiene una verdadera oportunidad. La apuesta de los socialdemócratas, la segunda fuerza más grande, recae en el luxemburgués Nicolas Schmit, una candidatura que prácticamente nació muerta y que revela su intención de buscar otros cargos, como la presidencia del Consejo Europeo.

Esa es otra de las claves. Tras los comicios, se deberán definir las presidencias de la Eurocámara, del Consejo Europeo y del BCE, así como el Alto Representante de la UE y los comisarios que formarán parte del Ejecutivo comunitario. Una negociación que tratará de combinar los equilibrios geográficos y de género con las ambiciones de cada familia política. Pocos días después de las elecciones, el 27 y 28 de junio, los líderes de la UE se congregan en Bruselas para determinar la cúpula institucional para los próximos cinco años. La nueva Comisión debería estar en marcha para el 1 de noviembre, y el baile de nombres ya ha comenzado.