«Hay que actuar para dejar fuera a la ultraderecha y EH Bildu es cortafuegos allá donde está»
Pernando Barrena busca repetir en el Parlamento Europeo, donde quiere hacer extensivo el dique de contención frente a la derecha que ha supuesto EH Bildu en Iruñea o Madrid. Repasa en NAIZ aspectos como migración, vivienda o derecho a decidir en una UE que «todavía no sabe qué quiere ser de mayor».
Antes de mirar a la próxima legislatura, una mirada atrás. Su primera legislatura en el Parlamento Europeo ha coincidido con unos años difíciles de definir: Brexit, Covid, Ucrania, Palestina... ¿Qué balance hace?
Ha sido la constatación desde dentro de las instituciones europeas de un enorme deterioro del consenso internacional que surgió después de la II. Guerra Mundial, que posibilitó la creación de organizaciones internacionales como la ONU, las OSCE, que tenían su base en el derecho internacional, que se suponía que los estados respetaban. En estos últimos tiempos el derecho internacional público se ha convertido en el derecho internacional de los amiguetes.
Tristemente, la Unión Europea todavía no sabe lo que quiere ser de mayor y mientras el resto de potencias regionales mundiales van ocupando sus posiciones en ese nuevo reparto del poder mundial, la UE sigue inmersa en una confrontación interna, incluso en sus élites, sobre el papel que tiene que jugar de cara a esa proyección global: algunos piensan que hay que llevar ese proceso de integración hasta el final y ser una especie de Estados Unidos de Europa y otros, que se sitúan en posiciones más de derecha y extrema derecha, que lo que quieren es que se recoja carrete, que se devuelvan competencias a los estados y que los estados vuelvan a jugar el papel central en la contienda internacional. Mientras se da esta confrontación no se toman las decisiones que se debieran de tomar y la UE sigue en un papel subsidiario de la política exterior de EEUU.
Acabamos de ver como varios estados han reconocido a Palestina. ¿Cuál es la posición del Parlamento Europeo?
Es un debate muy difícil. La posición de EEUU es una defensa a ultranza de Israel, haga lo que haga, y, mientras no se decida mantener una posición autónoma, la UE va a estar a lo que disponga EEUU. El Alto Representante de Acción Exterior, Josep Borrell, está teniendo un discurso bastante decente teniendo en cuenta quién es. Pero se queda solo en eso, en un discurso. Está muy bien que el Estado español, Noruega o Irlanda reconozcan el Estado palestino, nosotros lo aplaudimos, ese es el camino, pero lo que es exigible es que la propia Unión Europea reconozca a Palestina como estado. Y no tiene ninguna intención.
En el Parlamento Europeo, incluso dentro de nuestro grupo, las delegaciones alemanas mantienen una posición que es de vergüenza y eterna penitencia hacia Israel por lo que sus antepasados hicieron con los judíos. Las generaciones alemanas han heredado ese sentimiento de culpa y han interiorizado la idea de que como sus abuelos hicieron eso contra los judíos, no tienen derecho a tener una posición crítica con lo que pueda hacer Israel. Tienen barra libre. Es monstruoso y un país como Alemania condiciona enormemente la posición de la UE.
Mirando a la cita electoral. Las elecciones llegan en el mejor momento de EH Bildu. ¿Serán un nuevo termómetro tras las elecciones de la CAV?
Sí, pero con matices. Estamos convencidos de que la línea ascendente de EH Bildu responde a que cada vez conectan más las percepciones de la mayoría de la población y lo que plantea EH Bildu. Y esto va a seguir ocurriendo. Puede parecer envalentonado pero creemos que vamos a ser la primera fuerza de los cuatro territorios.
Con todo, hay que atender a la peculiaridad de estas elecciones. Las europeas no suelen motivar tanto a la gente a votar y no están acompañadas como en la última elecciones (coincidieron con las elecciones locales y autonómicas de 2019).
«Se van adoptando medidas muy contradictorias porque hay una presión enorme por parte de sectores que antes eran abiertamente negacionistas del cambio climático y que trabajan en colaboración con el lobby de los hidrocarburos»
Vuelve a acudir en coalición con ERC y BNG. Unos, tras unos malos resultados. Otros, tras unos muy buenos. ¿Qué ha dado esta coalición durante la última legislatura para que se repita?
La coalición representa una visión de la política en clave de solidaridad de naciones sin estado del Estado español que también tiene un marco de actuación en la política estatal, hay un marco de colaboración permanente. El balance es muy positivo. Las formaciones que estamos en esta dinámica conjunta, partimos desde un objetivo común que es superar democráticamente la legalidad española para que los ciudadanos y ciudadanas podamos elegir libremente nuestro futuro y lo hacemos desde un planteamiento común progresista, de izquierdas, de defensa de lo público y derechos sociales.
Partidos soberanistas de naciones sin Estado. Existe una propuesta de ley de claridad, ya presentada en el Parlamento. ¿En qué punto se encuentra y qué camino puede recorrer en la próxima legislatura?
Hay una propuesta que dice que el entramado jurídico europeo ya tiene suficientes mimbres para articular una ley de claridad que permita que las naciones sin estado decidan libremente su futuro, sugiere en que forma se podría hacer y que las instituciones europeas deberían ser garantes de ese derecho. Este va a ser uno de los objetivos que vamos a marcar dentro del Caucus por la autodeterminación.
Por devenires históricos, las posiciones nacionalistas siempre han estado ligadas a posiciones reaccionarias o conflictivas de las que había que huir. Pero mi experiencia es que cuando hablas con eurodiputados, puede gustar más o menos, pero ven que la propuesta es totalmente razonable, que está realizado desde posturas europeístas.
La campaña de EH Bildu ha puesto mucho énfasis en la necesidad de parar el viraje a la extrema derecha de Europa.
Este crecimiento de la ultraderecha es muy preocupante. No solo por las mayorías que puedan crear en el Parlamento Europeo, sino porque cuantas más fuerzas de ultraderecha tengan acceso a posiciones de estado, de gobiernos, va a haber muchas más dificultades para que desde el Consejo Europeo, donde de verdad se manda en la arquitectura institucional europea, salgan propuestas con contenidos progresistas. No es algo nuevo, ya está pasando. En procesos como la Ley de inteligencia Artificial, con sistemas de reconocimiento facial o posesión de armas. O el Pacto de Migración y Asilo, con contenidos vergonzosos.
««La UE sigue en un papel subsidiario de la política exterior de EEUU»
Von der Leyen, que llegó de la mano de Macron, se ha acercado ya sin mucho disimulo a posturas como la de Georgia Meloni.
Ante la ultraderecha hay que ser extremadamente cauteloso. Es totalmete desafortunado que la presidenta de la Comisión salga diciendo que está dispuesta a hablar con algunos partidos de ultraderecha. Parece que Meloni le cae bien porque no es prorrusa, pero la ultraderecha de su país, como es abiertamente nazi, ya no le cae tan bien. Es un error enorme decir que hay ultraderechas buenas y malas. Hay que actuar para dejarlos fuera de juego.
No estamos planteando nada nuevo. EH Bildu lo viene haciendo desde su fundación. En Nafarroa hemos sido fundamentales para que la derecha extrema y la ultraderecha no tengan acceso de ninguna de las maneras a posiciones de gobierno tres legislaturas seguidas. Y en Madrid, lo mismo. Uno de los pilares de nuestra actuación es poner pie en pared ante la derecha y ultraderecha y que no tengan posibilidad de posiciones de gobierno. EH Bildu tiene esa posición abiertamente antifascista. Allí donde estemos, EH Bildu será un cortafuegos contra la ultraderecha.
Ha mencionado el Pacto de Migración y Asilo. ¿Se nos ha olvidado lo que sucede a diario en el Mediterráneo?
El calibre de las desgracias va tapando otras. Ucrania tapó la letalidad de las políticas de migración. Sigue siendo un tema tremendo. Lo más grave es esa idea de Europa fortaleza a la que hay que impedir que llegue esta gente. Hay una política de migración racista. Hay 6 millones de refugiados ucranianos, muy bien acogidos, había que acogerlos porque huían de una guerra. Personas que llegan con piel oscura y del Islam, no tiene esos derechos.
«Hay una política de migración racista. Vas al puente de Santiago y ves a la Gendarmería devolviendo a personas según el color de su piel»
Vas al puente de Santiago y ves a la Gendarmería que solo para y devuelve a personas según el color de su piel, convirtiendo el Bidasoa en una frontera externa de la UE, en la entrada de la Francia de los derechos humanos y las libertades. Ese pacto de Migración y Asilo incluye cosas como que todos los países tendrán cuotas de acogida de refugiados, pero si un país, por las razones que considere, decida que no pueda acoger, será suficiente con que pague 20.000 euros por cada persona que no quiera acoger. La UE calcula que deportar a una persona a su país de origen cuesta unos 20.000 euros. Esto es lo que vale una persona, 20.000 euros.
Lo que es exigible es que a esa gente se le habiliten corredores humanitarios para que lleguen con seguridad al lugar al que quieren ir y una vez que llegan sean esos países los que gestionen esas peticiones de asilo.
El cambio climático sigue en la agenda. Ha habido muchas promesas, algunas medidas y protestas agrícolas por todo Europa con efectos inmediatos como la retirada de la ley de pesticidas.
La perspectiva es peliaguda. La UE ha ido adoptando medidas, bien encaminadas, tímidas para buscar un escenario de 0 emisiones. Con una inversión pública correcta en 2040 se podría alcanzar. Pero, por otra parte, se van adoptando medidas muy contradictorias porque hay una presión enorme por parte de sectores que antes eran abiertamente negacionistas del cambio climático y que trabajan en colaboración con el lobby de los hidrocarburos.
Ahora el discurso que se impone es el de estar en una situación de guerra, empezar a devolver el dinero de NextGeneration. Empiezan a lanzar la idea de que no es el mejor momento para meterse en estos gastos. Es una política suicida. Posterga unas políticas que buscan que tengamos un entorno vivible.
En algunas cosas se están haciendo auténticas estupideces. Si en la estrategia de la granja a la mesa se aboga por la desaparición de pesticidas y que hay que utilizar herbicidas de tipo orgánico, está muy bien. Tenemos que dejar de comer veneno. Pero claro, eso tiene un sobrecoste, porque es más caro. Lo que no tienen ningún sentido es que se deje a cargo del pequeño productor. Los agricultores se quejan y la Comisión les permite seguir utilizando los pesticidas. Esa no es la respuesta. Hay que ayudar desde lo público esa transición al primer sector.
La situación de la vivienda es una de las principales preocupaciones.
Hay un tema que no soluciona, pero la cultura de la propiedad, de la vivienda, es algo que en otros países no es como aquí. Aquí, de una forma muy mayoritaria, se compra. Incluso alquilar se percibe como una solución precaria. En otros países hay una política de vivienda diferente, en la que desde lo público hay que garantizar el acceso a la vivienda, desde un banco de vivienda pública que tenga en cuenta la renta del habitante y hay gente que nace, vive y muere en viviendas de alquiler públicas totalmente dignas.
Más allá, está claro que el problema de la vivienda es un problema europeo. Tiene mucho que ver con el tratamiento de la vivienda como un bien de consumo, un bien con el que se puede especular y no se contempla como algo estratégico, que debe ser la necesidad de dotar a toda la ciudadanía de una vivienda digna. No es algo optativo, como la sanidad o la educación. Deberían ser servicios fuera del circuito especulativo.