Natxo Matxin
Redactor, con experiencia en información deportiva
Entrevista
Álvaro Gastón
Exjugador de Helvetia Anaitasuna

«Ya decidí en pretemporada que era mi último año, estaba cansado mentalmente»

Hace menos de un mes, Álvaro Gastón anunció su retirada del balonmano profesional, después de 12 años en el primer equipo de Helvetia Anaitasuna y el 80% de su vida en las diferentes categorías del club iruindarra.

Álvaro Gastón posa con la camiseta que ha defendido durante los últimos doce años.
Álvaro Gastón posa con la camiseta que ha defendido durante los últimos doce años. (Iñigo URIZ | FOKU)

A sus 30 años, Álvaro Gastón ya no se siente mentalmente preparado para compatibilizar su trabajo –ejerce de contable– y la intensa dedicación que hay que destinar al balonmano. Además, la pujanza de savia nueva para el extremo de Helvetia Anaitasuna le ha animado a dar el paso de su retirada.

Su tío, Fito, es delegado del primer equipo de balonmano de Anaitasuna. ¿Viene de familia practicar este deporte?

Y mi padre era entrenador en Maristas, que es donde yo estudiaba y que era una de las mejores canteras junto a Loyola, así que un poco sí, viene de familia. Como muchos chavales de mi época me inicié en el fútbol y en el balonmano a la vez. Cuando cumplí 12 años, ya me incliné por lo segundo porque como portero de fútbol era un poco paquete.

¿Y cuándo se dio cuenta que podía llegar lejos en esta modalidad deportiva?

Pues la verdad es que el balonmano siempre me lo he tomado un poco como hobby, incluso cuando llegaban encuentros importantes, como era el caso de los partidos europeos que llegamos a disputar. Para eso, he sido un poco como Antonio Bazán, priorizando la formación académica y sin querer salir de Anaitasuna, porque aquí siempre me he encontrado muy cómodo.

Al final, el 80% de su vida lo ha pasado en este club. Ahí es nada...

Es que ahora me vienen flashbacks de cuando tenía cinco o seis años, en los que correteaba por todos los espacios del club, las piscinas, andábamos de arriba a abajo y me sé todos sus entresijos. Aquí hacíamos mucha parte de nuestra vida y, claro, veíamos muchos partidos, me chupaba muchas horas de balonmano.

¿Qué balance realiza de su extensa trayectoria deportiva?

Si, con 18 años, me hubiesen dicho que iba a llegar hasta aquí, no me lo habría creído. Se siente orgullo y mucha satisfacción, además de datos para la estadística del club y personales, por haber sido el segundo jugador con más partidos y también segundo con más goles. Y el que he tenido la suerte de jugar en uno de los mejores momentos de la historia de Anaitasuna.

Sí, porque siempre ha competido en Asobal, disputó competición europea y una final copera...

Pasar del equipo de Primera Nacional a jugar el primer año del equipo en Asobal fue un salto muy grande, recuerdo que fui el único que subí de mi generación. Entonces, al máximo nivel había una filosofía muy diferente a la de ahora, muchos jugadores cobraban, incluso en el Primera Nacional, era un equipazo.

¿Cómo recuerda su debut?

Ya llevaba tiempo jugando en el Primera Nacional compatibilizándolo con entrenamientos en el primer equipo. Pocholo se rompió el hombro y ya entramos en el extremo Etxeberria y yo. Él jugó más hasta Navidades y en la segunda vuelta jugué yo la mayoría de partidos. Fue una sensación indescriptible, hacerlo en una pabellón como el de León, que solo había visto por la tele. O competir contra el Octavio, que lo entrenaba Quique, donde había extremos míticos en Asobal, como Cacheda. Y meter los primeros goles, estaba muy ilusionado.

Comenta que el salto de categoría fue importante.

Por aquel entonces, Asobal tenía mucha calidad, todavía no había pegado el bajonazo posterior, con equipos en la parte alta muy competitivos, como Ademar, Aragón... Luego, en 2014 llegó la desaparición de Arrate, Atlético, Torrevieja... Lógicamente el nivel bajó, pero también se empezó a contar con más jugadores de las canteras.

¿Y tenía algún ejemplo a seguir en su posición?

En aquella época solía ir a ver al Portland San Antonio y, para mí, Albert Rocas era un artista y lógicamente también me gustaba mucho Juanín García, otro mago. También me fijaba en los extremos derechos de Anaitasuna, como Sifre, que tenía un nivelazo. Observar cuáles son sus técnicas de lanzamiento y movimientos, también estás muy atento a cómo actúan los porteros, sus puntos débiles y ellos también te estudian a ti.

Gastón es el segundo jugador histórico con más partidos y goles en Helvetia Anaitasuna. (Iñigo URIZ / FOKU)

¿Y ese rival complicado de superar?

Como empezamos más o menos a la vez, siempre he tenido una especie de relación amor-odio con Adri Pérez, pero, después de tantos años, ahora tenemos una muy buena amistad. Y, en cuanto a guardametas, era muy difícil de superar Gurutz Aginagalde, no veías portería, era imposible, la ocupaba toda.

¿Cuáles son las razones de haber tenido un recorrido tan prolongado en el balonmano?

Pues haber tenido la suerte de no lesionarme de gravedad durante todos estos años y que en el momento en el que estaba para dar el salto Ramiro Díaz decidiese por jugadores navarros para ocupar los extremos, que en aquel momento no había tanta apuesta por la cantera como ahora. También haberme cuidado con la alimentación ha sido parte importante de ello.

Aparte de lo deportivo, ¿con qué se queda de su carrera?

Pues con las amistades que he hecho, me llevo a muchos amigos de verdad, y el que haya competido con auténticos jugadorazos. Anaitasuna ha sido y es mi segunda familia, durante 12 años he llevado la misma rutina, estudiar o trabajar, y luego entrenar de siete a diez. Este va a ser el primer año en el que me voy a poder ir de vacaciones en agosto.

¿Le ha costado mucho la decisión de dejarlo?

Era el momento, porque ya me pesaba mucho mentalmente poder compatibilizar entrenamientos diarios y viajes con el trabajo, los últimos tres meses se me han hecho un poco largos. Desde pretemporada, ya tenía pensado en dejarlo y que este iba a ser mi último año.

Supongo que también la competencia de los jóvenes que vienen por detrás ha sido una razón importante.

Siempre me he llevado bien con los chavales que venían de abajo, siempre he intentado ayudarles y ellos me lo han reconocido, incluso a quienes juegan ahora de extremos llegué a entrenarles cuando eran unos chavalitos y yo estudiaba bachilerato. El puesto se queda más que cubierto, porque ya han dado un importante paso adelante y, en mi caso, no ha sido mi mejor año, porque la cabeza ya me empezaba a pesar.

¿Qué consejos les daría a esa generación de nuevos talentos?

Pues los veo en una especie de cierto vértigo porque el balonmano ya no vive por aquí una situación muy boyante y es muy normal que con el paso del tiempo busquen otros equipos y no quedarse en Anaitasuna, ya que cada vez hay más recortes a nivel económico. Con ellos, lo cierto es que la nota del equipo esta temporada ha sido de nueve y medio.

Aparte de dedicarse profesionalmente a los números, ¿tiene pensado seguir ligado al balonmano?

Me han tanteado varios equipos de Pamplona para seguir jugando, pero necesito descansar y tomármelo con tranquilidad. En cuanto a entrenar, ya lo hice varios años junto a Ricard Reig, aunque luego lo tuve que dejar por mis estudios universitarios. La verdad es que, viendo la vida tan dura de los entrenadores, no me llama mucho la atención.

¿Es demasiado sacrificado el balonmano para la compensación que ofrece?

En mi caso, sí que he realizado bastantes sacrificios a lo largo de mi vida deportiva, en cuanto a familia u ocio, pero lo cierto es que, visto ahora con el paso del tiempo, no cambiaría nada. También es verdad que la preparación física y entrenamientos de quienes comienzan en este deporte es ahora mucho más completa y exige más horas de dedicación. Y luego está que algunas modalidades deportivas pues no tienen el mismo reconocimiento social en número de aficionados que otras.

¿Ve a Anaitasuna con una perspectiva de futuro de seguir muchos años en la élite?

Creo que puede seguir en la Asobal sin ningún problema, sí que veo más lejano que se puedan repetir aquellos años de disputar competición continental, no solo porque es necesario un rendimiento liguero muy elevado, sino también por las condiciones económicas que se exigen para jugar un torneo europeo.