Isidro Esnaola
Iritzi saileko erredaktorea, ekonomian espezializatua / Redactor de Opinión, especializado en economía

El BCE baja los tipos de interés, pero no aclara el futuro

El BCE rebajó el jueves los tipos de interés por primera vez desde 2019. Una decisión largamente esperada por las personas con hipoteca pero rodeada de incertidumbres. Da la impresión de que el estancamiento de la industria europea ha sido clave en esta decisión. Difícil que se repita a corto plazo

La presidenta del BCE Christine Lagarde toma aire antes de la rueda de prensa
La presidenta del BCE Christine Lagarde toma aire antes de la rueda de prensa (Kirill KUDRYAVTSEV | AFP)

Tal y como los analistas habían previsto, el Banco Central Europeo (BCE) bajó el jueves los tres tipos de interés en un cuarto de punto, dejando la principal referencia en el 4,25%. Es la primera bajada tras más de dos años de subidas, y después de que Frankfurt los mantuviera invariables durante nueve meses. Evidentemente, la noticia es buena para las personas con hipotecas porque es previsible que en la próxima revisión de las condiciones de su préstamo, el euribor, la principal referencia usada en los préstamos hipotecarios, sea algo más baja. En cualquier caso, la bajada no es necesariamente automática. El cálculo del euribor no está directamente relacionado con los tipos que fija el regulador.

De este modo, el BCE sigue los pasos del Banco de Canadá, que el miércoles bajó los tipos también un 0,25% hasta el 4,75% y antes lo hicieron el Riskbank sueco y el Banco Nacional de Suiza. Todos los analistas esperan que la Reserva Federal de EEUU tome una decisión similar pronto.

Explicación contradictoria

La justificación que dieron en la nota de prensa y en la posterior rueda de prensa de la presidenta, Christine Lagarde, resultó algo contradictoria. Por una parte, el BCE dijo que al mantener el precio del dinero elevado había logrado mantener las expectativas de inflación sujetas firmemente, lo que había contribuido a que la inflación creciera menos.

Por otra parte, la nota destacaba que las presiones inflacionistas internas siguen siendo «intensas» debido al aumento de los salarios, y por ello señala que es probable que la inflación continúe por encima del objetivo hasta bien avanzado el año que viene.

En la posterior rueda de prensa, Christine Lagarde matizo ese impacto señalando  que los beneficios están absorbiendo parte del aumento de los costes salariales, lo que reduce el efecto sobre la inflación. Los responsables del BCE continúan acusando a los trabajadores de las subidas de precios, a pesar de que desde el ámbito académico se ha demostrado fehacientemente que la actual inflación tiene otras causas que nada tienen que ver con los salarios; de hecho, el beneficio empresarial han sido uno de los principales impulsores de la escalada.

Cambios en las previsiones

La decisión de bajar los tipos fue acompañada por una revisión de las previsiones de inflación –al alza–, y del crecimiento del PIB –al alza para este año y a la baja para el siguiente–, lo que quiere decir que el BCE prevé que con el recorte de tipos aprobado esta semana, la inflación puede crecer por encima de lo estimado hasta ahora. Sorprende que el BCE reconozca que ese recorte puede dar un impulso al alza de los precios cuando su mandato inequívoco es que debe mantener la estabilidad de precios por encima de cualquier otra consideración. Una idea que repiten siempre.
 
El BCE también modificó la previsión de crecimiento para este año, tres décimas más, del 0,6% al 0,9%, lo que hace pensar que, tal vez, la bajada de los tipos no esté dictada tanto por las perspectivas de la inflación, sino por los malos datos de la economía. De hecho, Lagarde en su comparecencia señaló que la economía europea lleva cinco trimestres de estancamiento, lo que no es síntoma precisamente de buena salud. En EEUU, sin embargo, los altos tipos apenas han frenado la economía. Además, señaló que el sector servicios se está expandiendo y el sector manufacturero «está mostrando signos de estabilización en niveles bajos», lo que traducido a lenguaje común quiere decir que la actividad industrial lleva tiempo desplomándose y ahora ha frenado la caída, lo que ni mucho menos quiere decir que haya empezado a remontar. En este aspecto son conocidos los problemas de la industria química europea por los elevados costes de los insumos o los de la industria eólica por los altos gastos financieros.

Lagarde añadió otro dato. Explicó que los precios de los bienes disminuyeron mientras que los precios de los servicios continúan subiendo. Una tendencia que viene a confirmar que la actividad manufacturera está bajo mínimos y las empresas tratan de vender sus productos rebajando precio. Al mismo tiempo, el alza en el apartado de los servicios ratifica que la demanda se mantiene, no en vano Europa fue la región más visitada del mundo en 2023. Europa lleva camino de convertirse en un parque temático sin industria manufacturera. Y es posible que ese peligro, cada vez más evidente, haya llevado al BCE a rebajar los tipos para tratar de promover la actividad industrial.

Trayectoria a futuro

En cuanto al porvenir, no está nada claro si el BCE seguirá bajando los tipos. Tanto en la nota como en la posterior comparecencia de Lagarde, se repitió la idea de que el regulador no está comprometido con una «trayectoria particular» de bajada de tipos de interés y que irán tomando decisiones reunión a reunión. La dirección del BCE evitó pillarse las manos con unos compromisos que tal vez no puedan cumplir.



Lo cierto es que las incertidumbres son muchas. Por una parte, está el desempeño de la economía europea, que en este momento está estancada y que ha sido el principal motivo de la rebaja de tipos. Por otra parte, está la decisión que tome la Reserva Federal de EEUU. Si por alguna razón retrasa la rebaja de los tipos, el BCE tampoco podrá bajarlos mucho más. Una diferencia más amplia haría que el dólar se revalorizase frente al euro, lo que encarecería las importaciones europeas –en el comercio exterior prácticamente todo se paga en dólares–; y unas compras más caras supone importar, junto con los bienes y servicios, inflación. Una situación poco deseable que alejaría el objetivo de alcanzar el 2% de inflación.

Entre las cuestiones que impiden definir una trayectoria de recorte de tipos, Lagarde volvió a mencionar los riesgos geopolíticos, entre los que destacó la guerra en Ucrania y lo que eufemísticamente llamó  «trágico conflicto en Oriente Medio». En ambos casos no es descartable que provoquen un aumento del precio de la energía o de los costes de los fletes, y alteren los flujos de comercio mundial. Pero también señaló los fenómenos meteorológicos extremos y, en general, la crisis climática que puede provocar un aumento en los precios de los alimentos.

Por otra parte, apuntó que la inflación puede caer si «la política monetaria frena la demanda más de lo esperado», reconociendo implícitamente que los altos tipos de interés están exprimiendo implacablemente a la economía productiva y de rebote a la clase trabajadora, y que posiblemente esta sea la principal razón que ha llevado al BCE a bajar los tipos.

Por último, entre los peligros, Lagarde dijo que los bancos de la zona euros siguen resistiendo, pero dejó caer que «un endurecimiento inesperado de las condiciones financieras globales podría provocar una revaloración de los activos financieros y no financieros con efectos negativos en la economía general». A pesar de las medidas que se tomaron tras la última crisis, el sistema financiero mundial continúa siendo muy inestable. Es posible que las quiebras de Silicon Valley Bank en EEUU y Credit Suisse en Europa hace un año revelaran nuevas debilidades en el sistema financiero internacional.

Pocas razones para el optimismo

La bajada de los tipos de interés reducirá algo las cuotas que pagan las familias con hipoteca. Indica un cambio de tendencia positivo, pero está rodeado de muchas incertidumbres, como dejó claro en su intervención la presidenta del BCE, Christine Lagarde.