Iñaki  Iriondo
Cronista político
Entrevista
Pello Otxandiano
Candidato a lehendakari de EH Bildu

«El pacto de PNV y PSE muestra que el gobierno es un fin en sí mismo»

Pello Otxandiano Kanpo sigue viendo como una anormalidad que desde que se celebraron las elecciones el 21 de abril el ganador, Imano Pradales, no se haya puesto en contacto con EH Bildu, segunda fuerza empatada a escaños con el PNV. Cree que esto demuestra que el pacto con el PSE estaba decidido.

Pello Otxandiano.
Pello Otxandiano. (Andoni CANELLADA | FOKU)

¿Por qué presenta su candidatura si sabe que Imanol Pradales va a ganar?

Porque el proyecto de gobierno que se presenta no se sustenta en un diagnóstico del momento y del país, y así es imposible plantear un proyecto que responda a las necesidades que tenemos a medio y largo plazo.

Sin embargo, leyendo los puntos del preacuerdo, es difícil oponerse a ninguno...

Tanto el preacuerdo como la gestión que se ha hecho desde que se conocieron los resultados del 21 de abril es una muestra de que lo que está en el centro es el gobierno como un fin en sí mismo. Un gobierno debe ser un instrumento para desarrollar un proyecto de país y lo que este preacuerdo demuestra es que no hay una reflexión consistente. Ese documento no es un programa de gobierno, es un compendio de generalidades. Es imposible hacer un debate partiendo de ese documento.

Hubo un momento en el que pareció que si usted no ganaba las elecciones no se presentaría a la investidura.

Nuestra intención siempre ha sido llevar el debate político a donde creemos que tiene que estar, a una reflexión de calado sobre el momento y la situación del país. Estamos convencidos de que necesitamos un proyecto de país compartido. Hemos tratado de buscar ese espacio de encuentro tanto con el PNV, como con el PSE y la izquierda confederal. Conocidos los resultados, creíamos que le correspondía al PNV liderar la constitución de un espacio de encuentro y de diálogo. Hemos esperado al PNV. Pero no hemos tenido la ocasión de tener esa interlocución ni con el PNV y ni con el PSE. Lo hemos intentado pero no ha sido posible. Y hemos querido también esperar a saber cuál era el programa de gobierno que iban a presentar, pero visto el preacuerdo y sabiendo que no se va conocer un documento más extenso hasta casi la investidura, es evidente que vamos hacia un continuismo de lo conocido.

¿No es mucho plazo dos meses para una investidura?

Es cierto que han estado las elecciones europeas por medio, pero hay determinadas pautas que están naturalizadas y que hay que revisar. Lo normal es que se convoque un pleno de investidura cuando ya hay un acuerdo programático. Y aquí, desde la misma noche electoral, nadie ponía en cuestión que se iba a reeditar un pacto entre PNV y PSE. ¿Sobre qué programa de gobierno? Porque en campaña electoral las diferencias fueron evidentes en ámbitos fundamentales. Entonces ¿en base a qué se convocó este pleno de investidura? En base a una decisión que ya estaba tomada y que en campaña electoral no se quiso especificar.

Nadie esperaba tampoco otra cosa que seguir la inercia...

Nadie se esperaba otra cosa, pero en campaña no quisieron decir que ya estaba decidido. Escenificaron diferencias e incluso llegaron a plantear que no se fiaban los unos de los otros. Y lo hicieron porque son conscientes de que esta fórmula tiene un cierto lastre a los ojos de la ciudadanía.

(Andoni CANELLADA/FOKU)

¿Cómo valora que Eneko Andueza no entre al Gobierno?

Supongo que quiere mantenerse en una posición en la que tenga las manos libres para poder ejercer un liderazgo político y condicionar ese Gobierno.

¿Cuáles van a ser los principales ejes de su discurso?

Vamos a tratar de plantear las bases del proyecto de país y la gobernanza que creemos que necesitamos. Estamos absolutamente convencidos de que necesitamos un proyecto con bases compartidas entre las principales familias políticas de este país, porque la situación general es de mucha incertidumbre a nivel global, somos un país pequeño y los retos son enormes. La fórmula clásica de gobierno de coalición al uso con un programa de compromiso, donde hay más hipotecas que otra cosa, y una gobernanza verticalista que no será capaz de activar las potencialidades de este país, es una política que no va a servir. Necesitamos otra cosa. Vamos a plantear cuál es el proyecto de país, cuáles son los espacios de encuentro que vemos y cuáles los retos a afrontar.

Plantearé las bases del proyecto de país y de gobernanza,  con concreciones para Osakidetza, educación, vivienda, reparto de la riqueza...

 

Pero el PNV dice que le ofrecen espacios de encuentro mientras le zumban cada día.

En una democracia parlamentaria la oposición está para presionar y fiscalizar al gobierno y esa va a ser la labor de EH Bildu. En cualquier democracia representativa se necesitan contrapesos al gobierno. Lo contrario sería una irresponsabilidad, no aceptar las reglas de juego. Esto no es contradictorio con plantear la necesidad de espacios de colaboración. Pero eso se tiene que fundamentar en una reflexión compartida. Hemos tratado de plantear ese diálogo tanto en público como en privado y es muy significativo que no se haya querido ni hablar entre las elecciones y la investidura.

Dicen que usted va a poder prometer la luna porque luego no lo va a tener que materializar, que carece de proyectos concretos.

En el pleno de investidura vamos a plantear concreciones, porque nuestro programa es en muchos aspectos más completo que el del PNV y el PSE. En Osakidetza, por ejemplo. Ahí hay un espacio de entendimiento, ahora que algunos han reconocido que hay un problema en Osakidetza. Y vamos a plantear concreciones en materia educativa, en transición ecológica, de seguridad, en reparto de la riqueza, en vivienda. EH Bildu tiene propuestas materializables en este contexto institucional.

No ganaron en votos pero empataron a escaños en las elecciones autonómicas, ganaron en la CAV, en las europeas… ¿Qué valoración hacen de este ciclo electoral?

El ciclo electoral para EH Bildu ha sido espectacular, sobrepasando las expectativas incluso, aunque esto hay que decirlo con cierta humildad siempre, porque los resultados electorales son un indicativo de que más o menos las cosas van bien, pero no el único, y siempre hay que ser muy autoexigente y humilde, sobre todo cuando las cosas van bien. Pero tanto en las municipales y forales, como en las autonómicas, creo que hemos sobrepasado los objetivos y las expectativas.

La gente percibe en EH Bildu algo distinto, que seguramente no sabe explicar en términos políticos racionales, pero ve algo genuino y nuevo

 

¿Y cómo lo han logrado?

Hay muchos factores en juego, pero creo que la cuestión fundamental consiste en que ante el contexto actual, ante la crisis política, ante el desgaste de la política convencional nosotros y nosotras planteamos una práctica que conecta con la gente, que se basa en decir lo que hacemos y hacer lo que decimos, y en poner por encima siempre el interés del país, incluso postergando y a veces sacrificando en el corto plazo los intereses partidistas. Intentamos buscar espacios de colaboración con la ciudadanía a nivel local, por ejemplo. Representamos una política que la gente percibe que apunta en otra dirección.

Según la encuesta postelectoral del CIS, con quienes «recuerdan» haber votado a EH Bildu habrían ganado las autonómicas, y hay una mayoría que dice que es la sigla que mejor representa lo que ellos piensan. ¿Esto parece importante socialmente?

Si de algo estoy orgulloso del trabajo que EH Bildu ha hecho estos últimos años, es que ante la frivolidad y una política muy regida por la pose y la inmediatez, representamos un proyecto que tiene bases sólidas y hace política siempre desde la idea de que nosotros estamos aquí para mejorar las condiciones de vida de la gente y para avanzar en soberanía y en la construcción nacional. Todo lo hacemos desde ahí, y eso rompe con los códigos de una política muy desacreditada. Y la gente percibe en EH Bildu algo distinto, que seguramente no sabe explicar en términos políticos racionales, pero ve algo genuino y nuevo.

Hace nueve años EH Bildu estaba pasándolo mal con el empuje de Podemos. ¿Cómo han cambiado las cosas, no?

Sí. A mí me da bastante pena la evolución que ha tenido ese espacio, porque me parece que debería ser fundamental a nivel estatal. O sea, el PSOE aguanta el envite de la derecha y extrema derecha y lo que está fallando básicamente es ese espacio de la izquierda confederal. Se está deshaciendo por luchas cainitas en un momento en el que vemos que la extrema derecha ya está tomando responsabilidades de gobierno en Europa, en Occidente, y en un contexto de crisis sistémica. Eso desde el punto de vista de izquierdas es muy preocupante.

Hablando de las nuevas formas de hacer política, ¿cómo se entiende que en Euskal Herria casi 23.000 voten a Se Acabó La Fiesta?

Pues esto es un signo de los tiempos. Siempre decimos que la extrema derecha es residual en nuestro país, pero en términos electorales y políticos hay un caldo cultivo y hay una corriente de fondo aquí también.

No puede ser en este caso, en esta candidatura, que haya también un poco de cachondeo, de votar porque te sale de las narices sin quizá mirar tampoco mucho la ideología. ¿O es peor que eso?

Yo diría que es peor que eso. Ante el descrédito que tiene la política, puede ser una manera de mostrar tu rechazo al sistema político y demás, desde un punto de vista igual más cínico o lo que sea. Pero el mensaje que traslada este tipo de grupos sobre el feminismo, la migración, la crisis climática yo creo que cala en Europa, en el mundo en general y también en nuestro país. A mí me preocupa. Tenemos que mantener la tensión siempre porque hay una lucha cultural, que la extrema derecha está ganando en estos momentos.

El proyecto de gobierno que se presenta no se sustenta en un diagnóstico del momento y del país, y así es imposible plantear un proyecto que responda a las necesidades que tenemos a medio y largo plazo

 

Parece que esta va a ser por fin una legislatura del autogobierno. ¿Un nuevo estatus o un nuevo estatuto?

Un nuevo estatus, que significa una nueva relación con el Estado. En primer lugar, ¿cuál es el punto de partida? No puede ser que tenemos casi cumplido el Estatuto, que ya tenemos un calendario, el enésimo calendario, pero para el cumplimiento del estatuto. Tenemos que pasar a otra fase, la de que el actual estatuto es un estatuto erosionado. Y eso lo dicen los propios informes del Gobierno Vasco. Los documentos y los trabajos publicados por el Departamento y por la propia Olatz Garamendi diagnostican una situación de erosión del autogobierno y del estatuto de Gernika, que lamina las posibilidades estratégicas que tiene el autogobierno. Entonces, ¿qué ha sucedido? Bueno, pues que esa relación que tenemos con el Estado no es una relación de bilateralidad efectiva y que el Estado ha sido capaz durante décadas, empezando por la LOAPA y sobre todo a través de las sentencias del Tribunal Constitucional, de mermar, condicionar o erosionar nuestro autogobierno. Entonces, eso apunta a la necesidad de cuestionarse la relación que tenemos con el Estado y plantear otro estatus, otra forma de relacionarnos, que tiene que ser una relación de igualdad, donde tenemos que abordar cuál es el fondo de poder que necesitamos, cuál es el sistema de garantías para que se blinde ese autogobierno, y cómo se articula el derecho a decidir para tener un autogobierno con garantías y respetar la capacidad de decisión de un pueblo.

¿Y ve mimbres para eso?

En primer lugar, tenemos una ventana de oportunidad en el Estado, porque se abre un campo de juego que hasta ahora ha sido desconocido. Es un campo de juego limitado, vale, pero es un campo de juego en el que el presidente del Gobierno español manifiesta formalmente que tenemos que abordar el debate de la territorialidad y la plurinacionalidad del Estado. Eso le permite al PSE situarse en este debate. En segundo lugar, tenemos ya un largo recorrido en este siglo sobre este tema. Podemos empezar por el Plan Ibarretxe, por las conversaciones de Loiola, por la Ponencia de Autogobierno, el Acuerdo de Bases y Principios. Y llevamos tres legislaturas dando vueltas. Es evidente que toca renovar el autogobierno, ¿no? Después de cuarenta y tantos años, el momento es ahora.

Pero Eneko Andueza dice que no tiene tiempo para perder en cuestiones identitarias.

Bueno... Ya veremos. Se puede formular un proyecto de país sobre dos bases que atraviesan a las diferentes familias o tradiciones políticas. La primera es precisamente el reconocimiento de que somos un pueblo con carácter nacional propio. Con identidad nacional propia. El PSE hoy debería estar ahí. Otra cosa es qué efectos tiene luego eso en términos políticos y jurídicos. Y eso es algo que tenemos que debatir al hablar del estatus político, ¿no? El reconocimiento del carácter nacional del pueblo vasco es un pilar para la construcción de ese proyecto de país, en el que podemos estar todos salvo la extrema derecha. Es un punto de partida. A partir de ahí ya veremos.

¿Y el otro pilar?

El otro pilar es la asunción de que hay que superar las políticas neoliberales. Que el consenso neoliberal se ha roto. Y que ya se plantea la necesidad de superar las políticas neoliberales. No solo desde la izquierda, sino por diferentes espacios ideológicos. Ahí está la declaración de Berlín del 24 de mayo, auspiciada por el Foro por una Nueva Economía, creo, donde diferentes personas, académicos, intelectuales y demás, de diferentes ideologías, llegan a esta conclusión. Por ejemplo, en el fondo del auge de la extrema derecha está el fracaso de las políticas neoliberales. Este es también un pilar compartido entre las diferentes familias políticas. Sobre esas dos bases se puede construir un proyecto de país sólido que nos pueda dar un futuro como tal.