Decenas de mujeres afganas han publicado en redes sociales varios vídeos en los que se les observa cantando, en señal de protesta por la última restricción impuesta por los talibanes en Afganistán, que prohibieron el sonido en público de la voz femenina.
La ley, impulsada por el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, establece como necesario que las mujeres se cubran el rostro y el cuerpo para evitar «causar tentación», y evitar el sonido en público de la voz en alto de mujeres, incluyendo cantar, recitar o hablar frente a micrófonos.
«Cuando una mujer adulta debe salir de su casa por necesidad, se le exige cubrir su cara, su cuerpo y su voz», establece esta normativa que también prohíbe a los conductores transportar mujeres adultas sin un tutor masculino legal.
«Nuestra voz no es aurat (privada) y tentadora, tus ojos fabrican tentaciones» o «mi rostro no es tentación, tus ojos fabrican tentaciones», son algunas de las proclamas que una decena de mujeres –algunas de ellas con el rostro tapado– canta en uno de los vídeos que circulan en redes a la par que muestran carteles con el rostro tachado del líder supremo de los talibanes, el mulá Hibatullah Akhundzada, que acaban rompiendo por la mitad.
En los vídeos aparecen desde mujeres en solitario hasta en grupos reivindicando su derecho a hablar o a mostrar su rostro en público.
«Los talibanes han impedido mi voz, mi rostro, mi mirada y mi presencia. Ven y sé mi voz por última vez y di: Mujeres, vida y libertad», se escucha en otro fragmento.
En otro vídeo, al parecer grabado en Afganistán, una mujer canta vestida de negro de pies a cabeza, con un largo velo que cubre su cara.
«Me redujeron al silencio para los próximos años. Me encarcelaron en mi casa por el único delito de ser una mujer», denuncia. En otro, un grupo de activistas reivindica que «la voz de una mujer es la voz de la justicia».
«¿A dónde van a ir ahora las mujeres?»
El movimiento Purple Saturdays advierte de que la cartera de Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio se ha convertido en un «súper ministerio» capaz de violar los derechos humanos con impunidad, y augura la imposición de nuevas restricciones. La nueva ley «ha paralizado la vida de las afganas», afirma en un vídeo compartido en las redes sociales una activista, cubierta por un velo y que evitó revelar su identidad por temor a represalias.
«Estamos cansadas de estas duras restricciones de los talibanes. ¿A dónde van a ir ahora las mujeres?», se pregunta.
Desde su llegada al poder en agosto de 2021, los talibanes han impuesto un goteo de prohibiciones contra las mujeres. Estas limitaciones incluyen la prohibición de la educación secundaria y superior, o que las afganas desempeñen la mayoría de trabajos. Los talibanes justifican estas medidas bajo el amparo de la interpretación que hacen de la sharia.
Aumento de los intentos de suicidio, según ONU Mujeres
Según un informe de ONU Mujeres, el retorno de los talibanes se ha traducido en una presión social y económica que conlleva un aumento de los intentos de suicido. Además, crece la percepción de que «las mujeres y las niñas no tienen la capacidad ni necesidad de oportunidades».
Sólo la orden de prohibir los salones de belleza dejó sin empleo a unas 60.000 mujeres, fruto de una política que tiene como objetivo general recuperar los patrones sociales más conservadores. Así, las mujeres vuelven a necesitar un guardián varón, dentro de una «supremacía» del hombre que se nota tanto dentro como fuera del hogar.
Según ONU Mujeres, entre los hombres y niños crece la percepción de que «las mujeres y las niñas no tienen la capacidad ni la necesidad de oportunidades sociales, políticas y económicas», mientras que en algunos casos la adopción de posiciones sexistas se ha convertido en una «estrategia de supervivencia» dentro del nuevo marco talibán.
Mientras, la presión no deja crecer sobre unas mujeres que no se sienten seguras en ningún contexto, ni dentro ni fuera de sus casas. El 64% cree que ya no es seguro salir solas, un dato que en el caso de los hombres apenas representa el 2%.
De hecho, un 96% de ellas afirma que no puede confiar en prácticamente nadie, ni siquiera en sus vecinos, por el temor a ser denunciadas, según un estudio de abril. Dos de cada tres encuestadas admiten que su salud mental es mala o muy mala, mientras que el 8% conoce al menos a una mujer o niña que ha intentado quitarse la vida.
«Sin capacidad para decidir cuándo ir a comprar verdura»
El informe especula también con lo que puede ocurrir en las próximas décadas si Afganistán renuncia a incorporar a sus mujeres en la vida profesional, con datos concretos que vinculan el veto educativo a más de un millón de personas con un aumento de al menos un 50% del riesgo de mortalidad materna en 2026. El embarazo precoz se dispararía también un 45%.
Un 98% de las mujeres siente que tiene una influencia limitada o nula en la toma de decisiones de sus comunidades, mientras que a nivel político el régimen talibán se ha constituido como una administración patriarcal sin presencia de las mujeres en los puestos de poder. Las autoridades sólo incorporan a mujeres si es para vigilar que otras compatriotas cumplan los decretos discriminatorios.
La directora de ONU Mujeres en Afganistán, Alison Davidian, ha afirmado tras visitar el país que «hace tres años la situación no era perfecta, pero no era así». «Hace tres años, una mujer afgana podía decidir quién era el presidente. Ahora, no tiene capacidad para decidir cuándo ir a comprar verdura».
«Hace tres años, todo el mundo estaba mirando una toma de poder transmitida en directo. Tres años después, mientras la atención mundial parece girar hacia otros lugares, los horrores no han cesado para las mujeres y las niñas afganas, ni tampoco su convicción de que deben hacer frente a la represión», subraya.