La neofascista AfD espera a que la CDU quiera gobernar por fin con ella

Los éxitos electorales de la neofascista Alternativa para Alemania (AfD) y del partido conservador izquierdista Alianza Sahra Wagenknecht (BSW) bloquean la política alemana. El tripartito del canciller, Olaf Scholz, parece tener los días contados, aunque la CDU se ha quedado sin socios

Bjöern Hoecke, presidente del partido Alternativa para Alemania en Turingia.
Bjöern Hoecke, presidente del partido Alternativa para Alemania en Turingia. (Daniel VOGL | DPA | AFP)

Coincidiendo con el día en que en Europa se conmemora el 85 aniversario de la guerra de agresión nazi contra Polonia, el neofascismo alemán, la AfD, ha logrado su mayor triunfo desde 1933. Con el 32% y 30% en Turingia y Sajonia, respectivamente, aún sigue unos diez puntos por debajo de la media obtenida por el nazismo aquel año, pero a Adolf Hitler le bastó en su día el 43% para implantar su dictadura formando coaliciones con fuerzas conservadoras.

El mayor problema para la AfD es que por ahora nadie se presta a ser su socio de Gobierno. Lo impide el denominado «cortafuegos democrático». Por eso, su coportavoz nacional Alice Weidel y su candidato a ministro presidente de Turingia, Björn Höcke, arremeten siempre que pueden contra ese «cortafuegos antidemocrático». Si fuera por ellos, repetirían la jugada de 2020, cuando junto con la CDU votaron al candidato del Partido Liberaldemocrático (FDP) a ese puesto –sin previo acuerdo de Gobierno– solo para evitar la formación de un tripartito liderado por el partido Die Linke (La Izquierda) con el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y los Verdes ecologistas.

Un lustro después de las últimas elecciones, el panorama es bien diferente: la AfD se ha convertido en la primera fuerza política en Turingia, nueve puntos por delante de la CDU. En la tercera posición se encuentra la BSW, con el 15%, y le sigue Die Linke, del que se escindió en 2023, con 13 puntos. El SPD se ha quedado en el 6% mientras que sus dos socios a nivel nacional, Verdes y FDP, fracasaron y no lograron representación parlamentaria.

Según los usos y costumbres de la política alemana, a la AfD le corresponde iniciar conversaciones con las demás fuerzas para formar Gobierno. La BSW y Die Linke se niegan. Pero tampoco la CDU lo tiene fácil. Una decisión tomada en el ámbito nacional le prohíbe cooperar con Die Linke y con la AfD. Además, no sabe cómo tratar a la BSW, ya que su lideresa, Sahra Wagenknecht, procede del sector más izquierdista del Linke.

Pero solo con estas dos formaciones la CDU contaría en Erfurt con una mayoría aritmética, pero no política, ya que la BSW exige el final de la ayuda militar a Ucrania y dice no a la instalación de misiles de medio alcance de EEUU en Alemania.

En Dresde, la CDU vive un dilema similar

En la capital de Sajonia, siendo la fuerza mayoritaria (31%), necesita a la BSW (11%) y a los Verdes (5%) o al SPD (7%) para seguir gobernando. Pero en la campaña, el ministro presidente, Michael Kretschmer (CDU), convirtió a los Verdes en su principal enemigo político. Ayer anunció que no va a emplear más el término «cortafuegos democrático». La AfD le está pisando los talones en Sajonia, donde les separan solo 1,9 puntos.

A fin de cuentas la CDU se está jugando el resto de su credibilidad política tanto en esos dos länder germanoorientales como también a nivel nacional, ya que en el oeste no se toleraría todavía su cooperación con el neofascismo, pero sí con los Verdes.

Mientras tanto, el canciller, Olaf Scholz (SPD), tiene razón al preocuparse por la continuación de su «tripartito semáforo», llamado así por los colores que identifican a sus integrantes. Tras varios fracasos electorales, en el FDP se alzan voces que piden el fin de la coalición o, al menos, la cabeza de su presidente, Christian Lindner, actual ministro de Finanzas. Las tres formaciones miran con temor hacia Brandenburgo, donde los sondeos auguran un resultado similar al de Turingia para dentro de tres semanas. Ante otra debacle anunciada para el SPD, se baraja ya la opción de que Scholz pueda vivir la suerte de Joe Biden, quien se ha visto reemplazado por Kamala Harris.

Al mismo tiempo, en la CDU se avecina una pugna por la candidatura a la Cancillería entre su presidente, Friedrich Merz, y el ministro presidente de Baviera, Markus Söder, quien lidera la regional Unión Social Cristiana (CSU).

Die Linke, por contra, ha dejado de ser un partido regionalista, al perder el este, debido a la falta de un perfil propio. Solo está presente en el Parlamento de Dresde porque, gracias a pactos muy puntuales, ha logrado dos mandatos directos en Leipzig. Esta excepcionalidad constitucional le ha garantizado entrar en el hemiciclo pese a no haber superado el mínimo del 5%.

La BSW es aún un partido sin perfil ideológico que ocupa el espacio que va desde posiciones de izquierda hasta conservadoras fijándose en temas que preocupan a la gente como son la justicia social, la inmigración irregular y la paz.

Ante este panorama, la AfD solo tiene que esperar, pues tarde o temprano la CDU deberá modificar su postura si quiere gobernar en Erfurt, Dresde y Berlín.