NHS, un sistema de salud público en estado «crítico» que tendrá que «reformarse o morir»
El Servicio Nacional de Salud británico es el fiel reflejo de lo que ocurre si se descuida y desmantela un servicio público: enfrenta una grave crisis debido a décadas de austeridad, falta de inversión y deterioro de servicios críticos. Keir Starmer planea una reforma que tardará 10 años.
El Servicio Nacional de Salud (NHS, por sus siglas en inglés) fue considerado de referencia en el mundo, un motivo de orgullo de los británicos desde su creación después de la II Guerra Mundial. Fue pionero por tratarse del primer servicio de salud público disponible para todos, y entre sus hitos destacan el primer transplante de hígado o la primera TAC a un paciente. Sin embargo, décadas de políticas de austeridad han dejado el sistema en «estado crítico», según un informe encargado por el Partido Laborista a Ara Darzi, prestigioso cirujano y ministro de Sanidad con Gordon Brown. Keir Starmer ya trabaja en una «reforma radical» del sistema, pero tardará más de lo previsto: el primer ministro presentará en enero un plan de diez años.
«Aunque he trabajado en el NHS durante más de 30 años, me ha conmocionado lo que he encontrado durante esta investigación, no sólo en el servicio sanitario, sino en el estado de la salud de la nación», señaló Darzi en la presentación del informe. El documento divulgado el jueves revela un panorama desolador del NHS por la falta de inversión en el sector, la pandemia de coronavirus y un deterioro de la salud de la población. Pero, sobre todo, debido a las medidas de austeridad aplicadas por el anterior Gobierno conservador durante los últimos 14 años a rebufo de las reformas estructurales emprendidas por Margaret Thatcher.
Sus datos revelan que el problema va más allá de las aglomeraciones en urgencias o la falta de camas para ingresos. El deterioro también está impactando la atención mental, oncológica y deontológica. De hecho, los largos retrasos de los servicios hospitalarios están provocando miles de muertes evitables. «Es probable que las largas esperas estén causando 14.000 muertes más al año, más del doble de todas las muertes en combate de las fuerzas armadas británicas desde que se fundó el servicio sanitario en 1948», señaló Darzi.
El informe del cirujano, de 142 páginas, también constata que el número de personas obligadas a esperar más de un año por un tratamiento hospitalario que deberían recibir en 18 semanas se ha multiplicado por quince desde marzo de 2010, pasando de 20.000 a más de 300.000 o que Gran Bretaña tiene unos niveles de mortalidad por cáncer más altos que otros países, debido a que no ha aumentado el número de citas médicas y tratamientos oncológicos.
El NHS, agrega el documento, se ha visto privado de inversiones de capital, lo que significa «edificios en ruinas», pacientes de salud mental en «celdas de la era victoriana infestadas de alimañas» y operaciones en algunos casos en «portacabinas decrépitas». Además, las listas de espera afectan actualmente a 7.6 millones de personas. «Es más fácil en este país en 2024 conseguir una entrada para un concierto de Taylor Swift que una cita con un dentista», resumió la diputada laborista Ashley Dalton en enero en la Cámara de los Comunes. La gente tiene dificultades para ver a su médico de cabecera y el número de profesionales médicos disminuye.
Con el covid-19, Gran Bretaña sufrió una de las tasas de ocupación hospitalaria más elevadas de Europa, lo que tuvo consecuencias desastrosas. En los momentos más críticos de la pandemia, el NHS suspendió más procedimientos rutinarios que cualquier otro sistema de salud similar. A ello se suma una población cada vez mas anciana y enferma, algo que según el informe pone en riesgo la prosperidad económica, ya que 2,8 millones de personas no pueden trabajar debido a problemas de salud.
Cirugía radical
El informe, en el que no se ahonda en las consecuencias del Brexit, sí que carga contra la falta de inversión. «Una década de subinversión significa que el NHS está 15 años por detrás del sector privado en términos de tecnología», señala el Ejecutivo. En Gran Bretaña, el sistema sanitario combina desde hace tiempo la prestación sanitaria privada, para quienes puedan permitírselo, y la pública. Pero la privatización, mediante la externalización de algunos servicios a empresas con ánimo de lucro, creció de forma constante en el periodo 2013-2020. Un informe de ‘The Lancet’ mostró el año pasado un aumento de muertes causadas por causas tratables tras la externalización, y refuta la idea de que las políticas privatizadoras mejoran la asistencia.
En un país con un agujero negro de fiscal de 22.000 millones de libras, Starmer descarta aumentar los impuestos directos para reforzar el presupuesto del NHS, y por tanto advirtió de que el NHS tiene que «reformarse o morir», o, como añadió, someterse a una «cirugía radical».
De esta manera, expresó su compromiso a trabajar en áreas fundamentales de reforma, aunque las cuentas no cuadran y por ello propone un plan de diez años. «Quiero enmarcar este plan en torno a tres grandes cambios: primero, pasar de un NHS analógico a uno digital. En segundo lugar, tenemos que trasladar más atención de los hospitales a las comunidades, y en tercer lugar, tenemos que ser mucho más audaces al pasar de la enfermedad a la prevención».