Ya corre la cuenta atrás para el tripartito de Olaf Scholz

Las elecciones regionales de Brandemburgo han resultado ser un riesgo para el Gobierno «semáforo» del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) con los Verdes y el Partido Liberaldemocrático (FDP). En esta última formación se alzan voces que quieren dejar el Ejecutivo federal cuanto antes.

El colíder del SPD  Lars Klingbeil y el candidato en  Brandemburgo, Dietmar Woidke.
El colíder del SPD Lars Klingbeil y el candidato en Brandemburgo, Dietmar Woidke. (Odd ANDERSEN)

El pasado domingo el SPD pudo mantener su posición de ser el partido más votado con el 30% de los votos. Solo un punto por detrás quedó la neofascista Alternativa para Alemania (AfD), con 29 puntos porcentuales. La tercera posición la ocupó la recién fundada Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), con el 14%, mientras la Unión Demócrata Cristiana (CDU) quedó cuarta, cosechando uno de sus peores resultados en Alemania.

Fuera del parlamento quedaron el partido socialista Die Linke (La Izquierda), los Verdes, los Votantes Independientes y el FDP, que en Brandemburgo no ha sumado ni el 1%. Para entrar al hemiciclo de Potsdam las formaciones tenían que superar el límite del 5% o lograr por lo menos un mandato directo.

Estos cuatro partidos y la CDU responsabilizan al SPD de su debacle. De hecho, el ministro presidente, Dietmar Woidke, había convertido la campaña electoral en una decisión de «yo o la AfD». En el caso de quedarse detrás de los neofascistas, anunció que dejaría la política. La táctica funcionó, porque del 19% que obtuvo en julio subió once puntos.

Aun así, se trata de una victoria pírrica. Woidke ganó puntos por su credibilidad como político y porque se distanció tanto de la directiva nacional del SPD y también de su correligionario Olaf Scholz. El canciller no comentó el resultado de Potsdam al hallarse en Nueva York donde asistía a la Asamblea General de la ONU. En la política alemana existe la costumbre de que un Jefe de Gobierno no comenta la situación en casa estando fuera de los límites nacionales.

De cara a las elecciones nacionales de 2025, el SPD ha de plantearse seriamente la pregunta de si podrá ganarlas con Scholz –y la actual dirección– o si conviene reemplazarlo. Como alternativa se ha perfilado el ministro de Defensa, Boris Pistorius, quien cuenta con más simpatías entre el electorado que su jefe.

Aunque la CDU ya ha tomado una decisión al respecto, nominando a su presidente Friedirch Merz como su candidato a canciller, las elecciones de Brandemburgo han complicado la situación. A pesar de que ha copiado el discurso antirrefugiados de la AfD, el 55% de los encuestados le hacen responsable de la actual situación. Comparado con otros líderes de la CDU, carece de credibilidad por su zigzagueo también en esta cuestión entre el legado de su antecesora Angela Merkel y la xenofobia de la AfD.

«Deportar a millones» se leía ayer un cartel que un simpatizante neofascista mostraba ante las cámaras de televisión. «Alemania debe ser el país de los alemanes» repitió también su candidato principal, Hans-Christoph Berndt. Dado que nadie, por ahora, quiere gobernar con el neofascismo, la AfD puede esperar sentada hasta llegar al poder, tal vez en un lustro. «Nosotros somos el partido del futuro»  exclamó el ultra refiriéndose al hecho de que es la fuerza más votada entre las edades menores de los 60 años.

 

De cara a las elecciones nacionales de 2025 el SPD ha de plantearse seriamente la pregunta de si podrá ganarlas con Scholz –y la actual dirección– o si conviene reemplazarlo.

 

He aquí otra razón para calificar de «pírrico» el triunfo electoral del SPD: solo se impuso en las grupos etarios mayores de 60 y 70 años. Para su victoria obtuvo el voto táctico de los votantes de los demás partidos democráticos, causando así cierta sangría entre sus socios regionales, la CDU y los Verdes.
Para seguir en Potsdam, Woidke tendrá que formar un bipartito con la BSW o gobernar en minoría con la CDU, tolerado por la BSW.

Mientras tanto, la AfD posee, gracias, a sus 30 parlamentarios, la minoría necesaria para poder frenar cualquier iniciativa legislativa que requiera una mayoría de dos tercios de los diputados. Carecería de esta fuerza si los Verdes hubieran entrado al hemiciclo.

Con su resultado por encima del 10%, la BSW ha repetido sus recientes éxitos electorales en Turingia y Sajonia. Con ello ha sellado su victoria sobre Die Linke, del cual su patrona, Sahra Wagenknecht, se escindió a finales de 2023.

Como condición sine qua non para cualquier colaboración en Potsdam, Erfurt y Dresde ese partido ha impuesto un cambio en la política exterior hacia Ucrania y Rusia. La BSW opta por un cese del envío de armas y por una solución negociada.

Die Linke aún no sabe cómo hacer frente a su escisión. Por el momento espera que la BSW y también la AfD se pierdan en pugnas internas, tal y como declaró su candidato principal en Brandemburgo. El partido socialista tiene por delante un largo y difícil proceso de refundación si no quiere desaparecer del mapa político.

Esta suerte la podría correr el FDP. Por eso, varios integrantes optan ahora por dejar el tripartito de Scholz antes de Navidad. Este paso no llevaría automáticamente a elecciones anticipadas, porque el canciller carece de la facultad de disolver el Bundestag.

Tal y como está la situación, la ingobernabilidad que se ha dado en Brandemburgo, Turingia y Sajonia se podría presentar también a nivel nacional: según las encuestas, el tripartito ya no llega ni al porcentaje de la CDU, mientras que a la primera fuerza de la oposición le faltan socios en potencia para tomar las riendas en Berlín.