La potencia latinoamericana vuelve a las urnas mañana para las elecciones municipales, que suelen tener el mismo poder simbólico que las de medio término en Estados Unidos: ser un barómetro de la sensación térmica social a mitad del mandato del Ejecutivo nacional.
El buen momento electoral de los partidos que van desde el centroderecha hasta la ultraderecha bolsonarista continuará, según muestra la media de los sondeos, en un proceso que lleva años y que ya se vio en los anteriores comicios locales, aunque no se descarta que pueda haber sorpresas en la madre de todas las batallas: Sao Paulo.
La metrópoli brasileña, con 12 millones de habitantes (y 23 millones más en su conglomerado urbano) acapara la atención por su impacto en la política nacional. Allí, el presidente Lula da Silva y el exmandatario Jair Bolsonaro juegan sus principales cartas, apoyando a los dos candidatos que lideran los sondeos: el actual alcalde, Ricardo Nunes, (respaldado por el líder ultra) y el opositor Guilherme Boulos, impulsado por el líder histórico del Partido dos Trabalhadores (PT).
Ambos están en un virtual empate técnico en torno al 26% de las preferencias, con una ligera ventaja de Nunes. Un dato nuevo para la tradición paulista es que Boulos es aupado por Lula, pero no es del PT sino del PSOL (Socialismo e Liberdade), en un frente electoral apoyado por el partido de Lula desde una posición subordinada y sin papeleta propia, algo que no ocurría en el mayor distrito del país desde hace mucho.
Nunes pertenece al Partido do Movimento Democrático Brasileirol centroderecha (PMDB, centroderecha), una fuerza con mucha presencia regional y que suele tener influencia en el Ejecutivo central gracias a sus pactos parlamentarios. En los tiempos de Bolsonaro fue su aliado y el líder ultra ha decidido apadrinar su campaña. Otra sorpresa puede darse con Pablo Marçal, un emprendedor que ha irrumpido en la política gracias a su poder en las redes sociales , con discurso antisistema de derechas al estilo de Javier Milei y que se ha situado tercero en los sondeos.
Dos bloques
La batalla paulista es una muestra de la situación política peculiar del Brasil actual: dos líderes que pugnan por conducir el final de sus carreras y controlar su legado. «La tensión en el espacio bolsonarista está dada porque hay un proceso de sucesión sucia en ciernes, ya que el expresidente está inhabilitado hasta 2030 por la Justicia y ya tiene 68 años. Sus perspectivas ya no son las mismas y presiona para mantener la centralidad. En la derecha no hay un líder claro y las formaciones se disputan el control del polo conservador», explica a GARA el politólogo especialista en Brasil y profesor de la Universidad de Buenos Aires Patricio Gómez Talavera.
En el progresismo, en tanto, «hay un esquema que tiene a Lula como centro articulador y si bien está obligado a mantener la idea viva de que puede ser candidato en 2026, para ese momento ya tendrá 80 años; su prioridad es mantener estable la coalición de Gobierno», añade Talavera. Además, el exlíder sindical prometió en la campaña presidencial que cumpliría solo un mandato.
«En 13 capitales de estado los candidatos de Bolsonaro están al frente en las encuestas, pero la lógica de las municipales es muy diferente, tiene conexiones con la política nacional, pero no sigue la tendencia siempre. Hay un aumento de indecisos y eso pone en duda algunas encuestas, hay muchos escenarios de triples empates. Sí se puede observar que se profundiza la reversión de la renovación de cuadros políticos y que la vieja política vuelve. Ganará sobre todo una derecha dialoguista con la cual Lula no se sentirá del todo incómodo porque es una derecha híbrida, adaptable, que tiene redes y busca beneficios más que la guerra ideológica», recalca.
Los partidos conocidos como el centrão (gran centro) son los que están liderando los sondeos, especialmente el PMDB, el PSD (Partido Social Democrático) y União Brasil. En la segunda ciudad más grande, Río de Janeiro, arrasará el actual alcalde centrista, Eduardo Paes, que concentra el 59% de la intención de voto, secundado de lejos por el bolsonarista Alex Ramagem, en una prefeitura donde los candidatos progresistas aglutinan juntos menos del 10%.
En Belo Horizonte, Salvador de Bahía y Fortaleza las lideran candidatos apoyados por Bolsonaro y de las capitales grandes solo en Recife tiene asegurado el triunfo el izquierdista João Campos.
El sistema brasileño para las municipales es de doble vuelta obligatoria solo para las ciudades de más de 200.000 habitantes, salvo que el candidato supere la mitad más uno de los votos, y la elección es directa, sin importar la mayoría legislativa que resulte en la cámara municipal. El 27 de octubre será la segunda vuelta.