En la semana que se cerrará con un desfile de la Guardia Civil el sábado, el Ayuntamiento de Gasteiz auspicia la Conferencia Internacional de Alto Nivel sobre Víctimas del Terrorismo, que ha arrancado este martes en el Palacio Europea. Ha contado con un potente desembarco español, con su rey a la cabeza y acompañado de varios ministros, entre ellos el de Interior, Fernando Grande-Marlaska, y de Exteriores, José Manuel Albares.
Felipe de Borbón ha definido a las víctimas como «faro ético para toda la sociedad» cuyo testimonio debe llegar «en especial a los jóvenes». Ha empezado su discurso recordando a las víctimas de los ataques de Hamas en Israel hace un año, sin aludir a la venganza israelí posterior que se ha cobrado ya más de 42.000 muertes certificadas y 50.000 posibles.
El monarca español ha ensalzado además «el papel de las víctimas como educadores, comunicadores, agentes para la paz y la prevención de la violencia» y ha considerado «muy importante que sus vivencias, a menudo traumáticas y desgarradoras, lleguen a la sociedad y en particular a los jóvenes».
El lehendakari de la CAV, Imanol Pradales, ha asegurado por su parte que en relación con la violencia «existe el deber de reconocer el daño causado, de pedir perdón, de condenar aquello que nunca debió ocurrir y de asumir responsabilidades».
Pradales ha contado dos experiencias personales de violencia, una protagonizada por ETA y otra correspondiente a la guerra sucia.
Se ha tratado del atentado del 20 de enero de 1980, en el bar Aldana de Alonsotegi, frecuentado por simpatizantes del PNV, donde los Grupos Armados Españoles colocaron una bomba en la puerta. Murieron cuatro personas. «En casa se recordaba aquella tragedia cada 20 de enero», ha rememorado Pradales.
Dos décadas después, el 9 de marzo de 2001, en Hernani ETA mató a «mi compañero de clase, la persona con la que había compartido estudios, patio y vivencias, Iñaki Totorika. Tenía 25 años», ha dicho Pradales.
«Dos hechos. Pero podrían ser cientos más. Por desgracia, cada vasca o vasco tiene su propia experiencia. En todos ellos un mismo denominador común: el uso de la violencia para acabar con quien no piensa igual. Bombas para combatir ideas», ha resumido el lehendakari. Y ha añadido que en todos los casos «hay personas que amparan, apoyan y, en algunos casos, financian esta estrategia de violencia y terror».
ONU: «Reconocer a las víctimas»
De entre el resto de intervenciones en esta primera jornada ha sobresalido la de Mauro Miedico, director del Centro de las Naciones Unidas contra el Terrorismo, que ha reivindicado que hay que reconocer a las víctimas, darles «memoria y dignidad», para evitar su «doble victimización».
«Estamos aquí para asegurarnos de que en cada iniciativa de lucha contra el terrorismo la víctima sea el centro», ha dicho, y ha puesto como ejemplo la labor del polémico Centro Memorial de Gasteiz.
Miedico ha explicado que se debe trabajar en fortalecer los marcos jurídicos de apoyo para darles el reconocimiento de víctimas, «que no es fácil en muchos países».
Además, también hay problemas con víctimas transfronterizas, ya que hay países que reconocen adecuadamente a víctimas de su propio país pero no a las que tienen nacionalidades diferentes.
También ha abogado por dar un papel a las víctimas como educadoras, unas voces que sirven para la «tolerancia y prevención del terrorismo», ha apuntado.
Miedico ha narrado cómo, en la conferencia, hoy una de las víctimas ha dicho que esas lágrimas que tienen «son dolor, pero son mucho más que dolor; son fuerza, poder. La ONU, los gobiernos, las comunidades, tenemos que lograr que esas lágrimas sean fuerza, porque tenemos que evitar la doble victimización. Son víctimas del terrorismo pero no pueden ser víctimas del Estado o de la comunidad», ha concluido.