‘National Geographic’ ha anunciado que una expedición financiada por dicha revista encontró hace un mes restos humanos del escalador británico Andrew Irvine en la cara norte del Everest.
En concreto, dicho equipo halló en el glaciar central Rongbuk un zapato con restos de un pie humano, en cuyo interior se descubrió un calcetín rojo con la etiqueta "A.C.IRVINE" cosida.
Irvine y su compatriota George Mallory, uno de los alpinistas más famosos del período de entreguerras, fueron vistos por última vez el 8 de junio de 1924, a unos cientos de metros de la cima del Everest, antes de desaparecer.
El montañero Kenton Cool ha publicado varias imágenes en las redes sociales.
Amazing news from the N Side of Everest….Sandy Irvine’s body has been found, 100Years since he was last seen!!@thealpineclub @RGS_IBG @ExplorersClub @EverestToday pic.twitter.com/e0BAVBQR08
— Kenton Cool (@KentonCool) October 11, 2024
Si se confirma, el descubrimiento del cuerpo de Irvine podría levantar aún más el velo que cubre uno de los mayores misterios de la historia del montañismo moderno. El cadáver de Mallory ya fue encontrado en 1999 a más de 8.300 metros de altitud por una expedición estadounidense.
Una parte de la comunidad montañera está convencida de que ambos alpinistas hollaron la cima terráquea más alta en 1924, tres décadas antes de que lo hiciesen el neozelandés Edmund Hillary y el sherpa nepalí Tensing Norkay el 29 de mayo de 1953.
Miembros de la familia de Irvine se han ofrecido a compartir muestras de ADN para confirmar la identidad de los restos encontrados. Según ellos, los dos escaladores estaban equipados con una o más cámaras que podrían contener pruebas de su hazaña.
Ya en 1933, una expedición encontró una máscara de oxígeno y un picahielos pertenecientes a Irvine, pero la búsqueda de dicha cámara o cámaras utilizadas por dicha pareja de escaladores resultó infructuosa.
El fotógrafo y cineasta Jimmy Chin, miembro del equipo de ‘National Geographic’ que ha descubierto dichos restos humanos, ha declarado que ello posibilita «restringir el área de búsqueda» del cuerpo.
El calentamiento global que está afectando a la cadena montañosa del Himalaya facilita cada año que pasa el hallazgo de nuevos cuerpos en las laderas del Everest que hasta ahora se encontraban atrapados en el hielo desde hacía muchas décadas.
Se da la circunstancia de que algunos de ellos ya tienen adjudicados sus propios apodos –«zapatos verdes» o «la bella durmiente»–, ya que su colorido equipamiento sirve como punto de referencia en el ascenso. Desde las primeras expediciones organizadas en la década de 1920, más de 300 escaladores han muerto intentando escalar el Everest.