«Si Teherán declara la guerra, habrá caído en la trampa de Israel»
El intelectual iraní Taghi Rahmani, esposo de la Nobel de la Paz Narges Mohammadi, analiza la grave situación que vive su país y todo Oriente Medio. Está convencido de que no habrá paz mientras líderes con la cabeza anegada de religión como Benjamin Netanyahu o Ali Jamenei tengan la última palabra.
El intelectual iraní Taghi Rahmani acostumbra a decir que su vida y la de su esposa, Narges Mohammadi, galardonada con el Premio Nobel de la Paz el pasado año por su lucha a favor de las mujeres iraníes, están unidas por un pasado común. Ambos son detestados por el Gobierno de Teherán.
Él ha pasado 14 años en los calabozos del régimen islamista. Ella lleva 13 en Evin, una de las cárceles más siniestras del país. Hace ocho años que Rahmani partió al exilio en París con sus dos hijos mellizos, Kiana y Alí. Desde entonces, no han visto a su madre y desde hace dos, «no oyen su voz». A Mohammadi no le permiten llamarles por teléfono.
Rahmani acaba de visitar el Estado español para presentar “Tortura Blanca. Entrevistas con mujeres iraníes encarceladas”, el libro que ha escrito su esposa, y para participar en un acto de Amnistía Internacional y otras asociaciones defensoras de los derechos humanos en recuerdo del segundo aniversario de las protestas desatadas por la muerte bajo custodia policial de Jina Mahsa Amini, la joven kurda detenida en Teherán por llevar mal colocado el pañuelo.
La poeta Forugh Farrokhzad se atrevió a desafiar los estereotipos sobre la mujer en el Irán del sha y ahora vuelve a inspirar a quienes luchan contra la ultraconservadora República Islámica. ¿Son las mujeres la vanguardia movilizadora del país?
Forugh Farrokhzad es una inspiración para todos. Ella fue de las pocas poetisas que habló de los sentimientos de la mujer en sus obras cuando muy pocas personas se atrevían a hacerlo en público. Les dio voz. Hoy en día, los artículos sobre su figura vuelven a estar presentes en periódicos, en revistas de literatura, en el ámbito universitario. Pero el régimen no entiende los motivos de su inspiración y seguimiento por parte de muchas iraníes que forman parte del movimiento revolucionario ‘Mujer, Vida, Libertad’. Ellas son el referente de la lucha contra un régimen que impone normas y leyes medievales. Tenga en cuenta que estudiar, para las mujeres iraníes, es la única manera de salir de sus casas donde el régimen quiere recluirlas. La sociedad ha cambiado mucho en estos últimos años. La mujer es la vanguardia opositora en Irán.
¿Qué ha significado para el movimiento «Mujer, Vida y Libertad» el reconocimiento del Nobel de la Paz a Narges Mohammadi?
Shirin Ebadi también ganó el Nobel de la Paz en 2003 y tuvo un efecto muy positivo en la sociedad. Hoy, quizá, el reconocimiento a la lucha de Narges Mohammadi ha tenido un mayor trasfondo político porque se lo concedieron en plena rebelión por el asesinato de Mahsa Amini y reforzó al movimiento de mujeres que sienten ese premio como si fuera suyo. Ellas lo han ganado con sus protestas a favor de los derechos de la mujer y de la justicia social.
Vive exiliado en el Estado francés. ¿Cree que los Gobiernos europeos hacen lo suficiente para que las cosas cambien en Irán?
Los Gobiernos occidentales son muy cortoplacistas. Para ellos, lo principal es eliminar riesgos innecesarios que aumenten el descontento social. Por ejemplo, para contener el precio de los combustibles mantienen buenas relaciones con regímenes totalitarios que son productores de petróleo como el saudí o el iraní. Y ante esto las sociedades civiles cierran los ojos.
«Europa cada vez está más asustada por la inmigración y sus países prefieren mantener un régimen dictatorial como Irán que controla a su población»
El otro día leí en un diario de Francia que el 72% de la opinión pública francesa quiere que la inmigración sea controlada. Europa está cada vez más asustada por este motivo y los partidos de ultraderecha lo están aprovechando para llegar al poder e imponer su pensamiento. Ante esta situación, los países europeos prefieren mantener a un régimen dictatorial como el iraní que controla a su población y evita la migración de sus ciudadanos. Sin embargo, en la práctica, todos sabemos que ni siquiera estas dictaduras son capaces de impedir la huida de gente desesperada.
Usted presenta en el Estado español el libro «Tortura Blanca» que Narges Mohammadi ha escrito en la prisión iraní de Evin, donde cumple condena por su activismo contra la pena de muerte y los derechos de las mujeres. ¿Cómo es la vida en esa cárcel?
La prisión de Evin es un símbolo del despotismo iraní. Lo fue durante el régimen monárquico del sha y lo es en la actualidad, con los islamistas. Las cárceles son todas igual de tenebrosas, donde se respira un ambiente de fuerte hostilidad. Yo mismo estuve encarcelado. El peor castigo, sin duda, es el régimen aislamiento al que someten a muchos presos políticos. Les meten en celdas de 2,60 metros por 1,60 metros durante seis meses e incluso un año, tiempo en el que no ven a nadie más que a su interrogador.
El nuevo presidente de Irán, el reformista Masoud Pezeshkian, ha prometido una tímida apertura. ¿Hasta qué punto tiene capacidad de maniobra?
Desgraciadamente, creo que sus posibilidades de cambiar cosas son muy escasas. Sabemos que ha recibido el visto bueno de Alí Jameneí para negociar un levantamiento de las sanciones económicas, pero eliminar la censura decretada en Internet, como prometió, será complicado. Hay gente en los círculos del poder que no lo van a permitir. Lo mismo ha sucedido con muchos estudiantes encarcelados. Pezeshkian dijo que los liberaran para que volvieran a sus clases, pero la Policía no ha obedecido la orden. Siguen encarcelados y no han vuelto a las aulas. No vislumbro cambios en Irán.
La población civil es la más afectada por el embargo económico. ¿Cree que el fin de las sanciones daría oxígeno el régimen?
Las sanciones no se van a levantar tan fácilmente porque hay gente dentro de Irán que se está aprovechando de ellas. El dinero que entra en el país va directamente a la cúpula del poder y sus entornos. A la población no llega a nada. Por lo tanto, el efecto real que ha tenido es el debilitamiento de la sociedad civil frente a un régimen cada vez más fuerte. Aquellos que pensaban que el embargo haría quebrar el régimen se equivocaban. Solo ha debilitado al pueblo, que hoy es mucho más pobre.
¿Cree viable una caída del régimen islamista ahora que Oriente Medio vive su momento más crítico?
No. Creo que es imposible. Nadie quiere un derrumbe del régimen en la actual tesitura porque empeoraría la situación de todo Oriente Medio. Incluso los Gobiernos de los países occidentales prefieren que el Gobierno islamista se mantenga. En cierto modo, Teherán garantiza una estabilidad regional por muchos motivos. El principal es que su existencia fortalece las reivindicaciones radicales de Israel que pide más ayuda de EEUU para frenar su amenaza y influencia. Irán es la gran excusa de la política militarista de Israel en estos momentos. Algo que no tiene sentido porque el régimen, afortunadamente, ha optado por la contención.
¿Piensa que Irán no entrará en guerra con Israel?
Irán no tiene capacidad para ello. Sería un suicidio. Tampoco creo que Hizbullah, su aliado, declare la guerra abierta a Israel sin el permiso de Teherán porque sería una temeridad para millones de personas. Además, internamente se ha fortalecido un movimiento cívico que está presionando al Gobierno para que no entre en esta guerra. Un conflicto con Israel carece hoy en día de respaldo popular en Irán. Todos sabemos que si Teherán declara la guerra habrá caído en la trampa de Israel.
¿Cómo vive Narges Mohammadi el genocidio palestino siendo ella un símbolo de la oposición al régimen?
Hace unas semanas difundió un artículo exigiendo la paz en la región. Ha pedido el fin de la guerra. Oriente Medio no necesita invasiones militares ni bombardeos ni guerrillas como Hizbulah. Hay que poner fin a todas estas brutalidades. También es cierto que el ambiente que hoy se respira en Irán es contradictorio. Desgraciadamente, el Gobierno islamista ha hecho tantas barbaridades que para muchos ciudadanos iraníes cualquier enemigo del régimen es amigo del pueblo.
¿Mantiene la esperanza de una solución pacífica al conflicto palestino?
Lo veo muy difícil mientras Benjamin Netanyahu y su Gobierno ultraderechista sigan en el poder. Ese es, sin duda, el gran problema regional, pero hay otros. Por ejemplo, la rivalidad entre Arabia Saudí, Irán y Turquía para imponer su influencia y dominio. Hay una competencia clarísima entre ellos. Por otro lado, nos hemos olvidado de que grupos extremistas como Daesh siguen presentes en muchos lugares de la región. Su amenaza no ha desaparecido.
Usted vive exiliado en el Estado francés con sus dos hijos de 17 años que casi no recuerdan a su madre. ¿Cuándo fue la última vez que pudieron reunirse con Narges Mohammadi?
La última vez que la vi fue el 12 de febrero de 2012. Entonces, nuestros hijos tenían cinco años. Dormían. Aquella noche besó a sus hijos y me abrazó a la puerta de nuestra casa porque yo había decidido salir de Irán clandestinamente. Y Narges me dijo que ella se quedaba allí.