Daniel   Galvalizi
Periodista

Errejón dimite de todos sus cargos en medio de acusaciones de violencia machista

El portavoz del grupo plurinacional Sumar renuncia a su escaño y deja la política activa a través de una carta pública en la que relata un mal momento de salud mental y física, pero sin mencionar las acusaciones de violencia machista que arrecian sobre él en las últimas horas.

El portavoz del grupo plurinacional Sumar renuncia a su escaño y deja la política activa.
El portavoz del grupo plurinacional Sumar renuncia a su escaño y deja la política activa. (Jesús Hellín | Europa Press)

Tras más de una década de participar en política partidaria, el portavoz del grupo parlamentario Plurinacional Sumar, Iñigo Errejón, ha anunciado esta tarde que abandonará ese cargo, renuncia a su escaño y dejará la actividad política. La decisión llega tras un día y medio de acusaciones informales (por ahora no judicializadas) sobre presunta violencia machista y acoso de su parte.

Desde ayer habían comenzado a proliferar en las redes sociales menciones sobre mujeres que relataban haber sufrido maltrato de parte de Errejón, un hecho disparado por la publicación de una denuncia anónima en la cuenta personal de la periodista y escritora Cristina Fallarás, activista feminista que a través de sus redes da publicidad a relatos de gente que prefiere el anonimato.   

Sin haberlo mencionado explícitamente a Errejón, las redes sociales comenzaron a mencionar la acusación y NAIZ pudo saber ayer, durante la comparecencia de la ministra española de Vivienda, que muchos diputados y asesores de la izquierda estaban comentando las repercusiones que podía acabar teniendo esto. Errejón ayer no fue el ponente de la sesión.

La acusación anónima habla de «maltrato psicológico» entre otros detalles íntimos. No era la primera vez: esto se suma a la realizada en junio de 2023 por otra joven, en el marco de un festival de música, que con nombre y apellido mencionaba al diputado, aunque a los pocos días borró la publicación.

Acusando recibo de esta situación, al mediodía crecían los rumores sobre una posible renuncia, que el entorno confirmó a medios como ‘Público’. Finalmente, poco antes de las 15:00, el cofundador de Podemos ha publicado la carta en la que anunciaba que dejaba todos los cargos y se alejaba de la política.

«Desde hace diez años ocupo posiciones de representación pública en la política institucional y de altísima visibilidad y exposición mediática. He tenido el privilegio de defender las ideas que considero más hermosas y justas, y de hacerlo durante una de las décadas más intensas, pero también más duras, de la política española. Eso conlleva muchas experiencias, aprendizajes y motivos de orgullo. Pero también genera un tipo de vida, una cotidianidad, una subjetividad, un tipo de vínculos con el ámbito público, con la fama y con los demás que pasan factura. El ritmo y el modo de vida en la primera línea política, durante una década, ha desgastado mi salud física, a mi salud mental y a mi estructura afectiva y emocional», señala.

El exlíder de Podemos en Madrid dice haber «llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona»

Luego prosigue: «En la primera línea política y mediática se subsiste y se es más eficaz, al menos así ha sido mi caso, con una forma de comportarse que se emancipa a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros. Esto genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo».

El exlíder de Podemos en Madrid dice haber «llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona, entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo» y explica que lleva tiempo «trabajando en un proceso personal y de acompañamiento psicológico» y que para «avanzar» más necesita «abandonar la política institucional, sus exigencias y sus ritmos».

«Termino la etapa más importante de mi vida. Una etapa dura y apasionante. Con aciertos de los que estoy orgulloso y errores que espero contribuir a reparar con esta decisión», concluye Errejón su misiva.

Auge y caída

«Le mando un abrazo a Iñigo Errejón porque lo conozco mucho y sé que esta noche debe ser muy difícil para él», decía Pablo Iglesias, líder por aquel entonces de Unidas Podemos, en la noche de la repetición electoral de las estatales de 2019. En aquel otoño que comenzaba, y con esa frase, el exvicepresidente ponía sobre el escenario una evocación para que nadie lo olvide: su examigo personal y sociopolítico fracasaba esa noche en el intento de empujar del podio de votos a la formación morada. Iglesias enviaba así un saludo envenenado que quería que funcionara como un recordatorio de la traición.

Es que en el submundo político del Madrid DF, desde aquel 2019, nunca pudo Errejón quitarse de encima el estigma de las osadas estrategias que había utilizado en sus últimos tiempos en Podemos y sus comienzos al frente de Más País. Se lo dijo a los gritos Isabel Díaz Ayuso en su primera investidura en la Asamblea madrileña: «¡Usted es el mayor traidor de la política española!».

El conflicto venía desde 2016, cuando la tesis errejonista era pactar con el PSOE y Ciudadanos y confrontar con Izquierda Unida. Amante de las tesis del neopopulismo institucional de Ernesto Laclau (en quien se inspira para su tesis doctoral), el dirigente estudiante de la Complutense siempre creyó en la necesidad de impulsar un nacionalismo español progresista, que tuviera en cuenta la plurinacionalidad, pero que diera la batalla cultural a la derecha en torno a los símbolos españoles.

En frente estaba ‘el pablismo’, con una voluntad más cercana a la tradición del PCE, pero a la vez más impugnadora del régimen. La esencia del 15M estaba en disputa, además su padrinazgo político. En el congreso partidario de Vistalegre II, en el invierno de 2017, las bases moradas dieron los votos y apoyo al que sería luego vicepresidente del Gobierno español.

Relegado a construir en la Comunidad de Madrid, Errejón nunca digirió su nuevo rol, a pesar de que electoralmente no le había ido mal. No quiso confrontar con Ayuso y renunció a su escaño autonómico para preparar lo que sería un salto al vacío: romper Podemos, quemar los puentes con la vieja guardia morada y salir a competir contra ellos, primero en la región metropolitana y luego en el Estado.

Meteórica carrera

Cuentan los relatos nunca desmentidos de aquel día de enero de 2019 que Errejón llamó por teléfono pocas horas antes a Iglesias para anunciarle su dimisión y que se iría del partido para montar otro junto a Manuela Carmena de cara a las autonómicas de mayo, dejando a Podemos roto a cuatro meses de las elecciones y sin candidato municipal ni autonómico. También dicen que negaba siempre que se le preguntara los días previos que estaba preparando lo que los grandes medios madrileños filtraban.

Errejón construiría Más País, hoy fusionado con Movimiento Sumar, y dejaría en Más Madrid a Mónica García, quien tendría más éxito que él en las elecciones y acabaría haciendo el sorpasso al PSOE. Pero en la repetición electoral de fin de año, el errejonismo haría agua, obteniendo tan solo tres escaños en el Congreso (dos de ellos correspondientes a Compromís, con quien acudía aliado en el País Valencià).

La carrera (meteórica, por cierto) de Errejón caía en una meseta tras no haber rendido frutos electorales. Algunos de sus excompañeros en Podemos lamentaban que su ambición hubiera servido para erosionar el partido más importante a la izquierda del PSOE desde el franquismo.

Estratega e intelectualmente brillante, así como profundamente ambicioso y poco disciplinado para el trabajo, Errejón culmina una década de subibajas con un final con muy poco lustre

De ser un dirigente estudiantil y consagrado académico pasó con velocidad astronómica a cofundar Podemos, ser uno de los líderes del 15M, protagonizar masivos mítines y tertulias en prime time y ser uno de los portavoces parlamentarios más jóvenes de la historia (conduciendo la bancada morada antes que lo sustituyera Irene Montero).

Su acercamiento a la vicepresidenta Yolanda Díaz para, qué coincidencia, volver a romper Unidas Podemos (esta vez para crear Sumar) lo devolvieron al primer plano en el Congreso. Tras intentar minar el camino de la portavoz Marta Lois, Errejón logró su cometido: volver a ser líder de un importante grupo parlamentario (el cuarto de la cámara). Pero eso no duró ni un año.

Estratega e intelectualmente brillante, así como profundamente ambicioso y poco disciplinado para el trabajo (según lo admiten examigos en todos estos años), Errejón culmina una década de subibajas con un final con muy poco lustre, aunque que no causa sorpresa para nadie que conoce los laberintos de la política en Madrid.

Queda en el recuerdo ese joven prometedor y delgado, amigo íntimo de Pablo Iglesias, con quien iba y venía a todos lados en tándem, y que concentraba las miradas cada vez que cogía el micrófono en algún acto de aquellos años de hervor republicano y antirrecortes, en una Madrid repleta de parados e indignados.