Periodista, especializado en información cultural / Kazetaria, kulturan espezializatua
Entrevista
Dag Johan Haugerud
Cineasta

«Nuestra identidad sexual puede ser múltiple»

Nacido en 1964, es uno de los escritores y cineastas más reconocidos de Noruega. Debutó con ‘I Belong’ (2012) y se dio a conocer internacionalmente con ‘Cuidado con los niños’ (2019). Ahora estrena ‘Sex’, primera parte de una trilogía sobre la identidad sexual como construcción social.

El director de cine noruego Dag Johan Haugerud.
El director de cine noruego Dag Johan Haugerud. (Fin-Serck HANSEN)

‘Sex’, que acaba de ser estrenada por Filmin, es una comedia sobre dos deshollinadores. Uno de ellos tiene confusos sueños en los que David Bowie trata de seducirle, el otro le confiesa a su amigo haber tenido, de manera casual, sexo con otro hombre. A partir de ahí nos vamos adentrando en el seísmo que provoca esta revelación en el día a día de estos dos amigos a la hora de gestionar los prejuicios y las percepciones que conlleva el hecho de definir la propia sexualidad.

‘Sex’ es la primera parte de una trilogía donde ha resuelto explorar las nuevas identidades sexuales y de género. ¿Es así?

Sí, hemos rodado tres películas, ‘Sex’, ‘Dreams’ y ‘Love’, que presentamos hace un par de meses en Venecia. A pesar de sus títulos, estos no definen de un modo nítido las diferentes propuestas ya que, por ejemplo, en ‘Sex’ hablamos más de sueños que de sexo y en ‘Love’ se habla más de sexo que de amor. Me gusta ese juego y cómo acaban interrelacionándose cada uno de estos conceptos a la hora de hablar de identidades sexuales e identidades de género, que es el tema común de las tres películas, aunque en cada una de ellas venga abordado desde un punto de vista distinto.

«Me gusta cómo acaban interrelacionándose cada uno de estos conceptos [sexo, amor] a la hora de hablar de identidades sexuales e identidades de género»

Pero, ¿qué le interesa específicamente de dicho argumento?

Me resulta muy interesante la capacidad que tenemos para definirnos a partir de nuestra identidad sexual. Es algo que hoy resulta evidente hasta el punto de que me atrevería a decir que se trata casi de una exigencia social. Actualmente existe mucha presión para que te signifiques como heterosexual, bisexual u homosexual, y en cuestiones de género pasa lo mismo. Es una exigencia social que tiene que ver con visibilizar la diversidad. Y eso, en principio, es algo positivo pero a la vez ¿no nos limita? Esa es la pregunta que me suelo hacer y que me inspiró de cara a rodar estas películas. Porque en el fondo, al definirte en un sentido u otro te estás limitando, estás determinando el modo en que buscas ser percibido por los demás, ajustando nuestro comportamiento a unas categorías de las que acabamos por ser prisioneros.

Al final se trataría de una variante del eterno conflicto entre el individuo y las estructuras sociales, ¿no?

Está claro que de cara a comprender realidades complejas lo que hacemos es simplificarlas para poder asumirlas mejor. No obstante, cuando simplificas mucho una cosa tiendes a reducirla y en el tema del sexo, para poder disfrutar de él, lo que es importante, creo yo, es tener la mente abierta. Cada uno de nosotros puede participar de distintas categorías, su identidad sexual puede ser múltiple, y manifestarse de manera diferente atendiendo al momento, a las circunstancias. El ser percibidos de una manera y tener que responder a esa percepción de cara a cumplir con unas expectativas nos constriñe enormemente.

Luego hay un concepto que está ahí en la película y es el de la culpa como construcción social. Porque el protagonista cuando cuenta a su mujer y a su mejor amigo que ha tenido relaciones con otro hombre ni se siente culpable ni le da la mayor importancia, son ellos los que se empeñan en hacerle ver que ha hecho algo censurable.

Es una cuestión interesante, aunque no sé si tengo una respuesta tan interesante de cara a analizar eso que planteas respecto a la culpa. Efectivamente, es un tema que está ahí, pero no quise abordarlo desde una perspectiva filosófica ni religiosa. Yo creo que el protagonista de mi película tiene algo de niño grande, es un personaje muy naif que hace las cosas sin pensar en las consecuencias de sus acciones. Es como uno de esos críos que te encuentras jugando en el parque y que de pronto hacen algo inconscientemente que le vale toda una serie de miradas de reprobación por parte de los adultos. Es en ese momento cuando empieza a sentirse culpable por lo que ha hecho. ¿Cómo podemos denominar a eso? ¿Presión social? No lo sé, el caso es que la culpa es el resultado de aquellas fuerzas represivas que limitan nuestra espontaneidad.

Uno de los aspectos más interesantes de ‘Sex’ es cómo todas esas cuestiones de las que habla, que son cuestiones trascendentes, quedan encuadradas en un contexto anodino habitado por personajes que, aparentemente, tampoco tienen nada de llamativo.

Para mí era importante reflejar la naturaleza cotidiana de este tipo de conflictos, se trata de temas que nos afectan a todos mientras la vida, a nuestro alrededor, sigue girando. De ahí esos planos de autopistas y casas a medio construir que ilustran el entorno en el que se mueven los protagonistas. Digamos que me gusta retratar a personas ordinarias que se enfrentan a escenarios extraordinarios.

«El ser percibidos de una manera y tener que responder a esa percepción de cara a cumplir con unas expectativas nos constriñe enormemente»

En este sentido, ¿cómo se planteó el trabajo con los actores? Porque creo que escribió todo el guion con ellos en mente y que incluso les hizo partícipes del mismo en la medida en que lo rodaron.

Sí, yo mis películas siempre me las planteo como un trabajo colectivo. Cuando escribo el guion lo hago imbuido por el fraseo y la gestualidad de aquellos actores con los que quiero trabajar. Los intérpretes de casi todas mis películas son siempre los mismos y esa relación de años y años de trabajo conjunto genera unas dinámicas de complicidad muy positivas de cara al rodaje de la película.

En esta ocasión me interesaba además hacer trabajar a mis protagonistas a la contra de sus registros más habituales. Uno de ellos es un actor de comedia muy apreciado en Noruega y justamente por eso quise darle un papel de hombre vulnerable, mientras que el otro protagonista, el que sueña con que se le aparece David Bowie y le mira como si fuera una mujer, es alguien acostumbrado a encarnar un arquetipo de masculinidad tradicional que me apetecía poner en cuestión. Al final fue muy divertido ver su disposición a cambiar de registro.