Joseba Salbador Goikoetxea

Un último adiós adaptado a los gustos de la persona fallecida

Los ritos funerarios están evolucionando de una forma acelerada, sobre todo tras la pandemia del covid. Las incineraciones y las despedidas laicas están ganando terreno, pero por encima de todo ello destaca la organización de ceremonias adaptadas a los gustos de la persona fallecida.

Víctor González, responsable de Funeraria González de Usurbil,a la entrada del cementerio de la localidad.
Víctor González, responsable de Funeraria González de Usurbil,a la entrada del cementerio de la localidad. (J.S.)

Cuando fallece un ser querido, se inicia un proceso de duelo que, además de la aceptación de la pérdida, conlleva una serie de trámites y ceremonias que habitualmente pasan por el velatorio, el entierro o la incineración y el funeral. Pero en los últimos años, todo esto está cambiando y cada vez encontramos más despedidas a la carta.

Comenzando por el entierro, ya no es ningún secreto que las incineraciones están cogiendo la delantera a las inhumaciones, hasta tal punto que en algunas capitales superan ya el 80%, como es el caso del cementerio municipal de San José de Iruñea, donde el pasado año alcanzaron el 82%, frente al 18% de las inhumaciones.

Pero este dato cambia totalmente si nos vamos a las zonas rurales, donde las incineraciones se quedan por detrás de las inhumaciones. Incluso en zonas como el valle del Baztan, solo representan un 10% del total, aunque allí las costumbres van también cambiando poco a poco.

El aumento de las cremaciones conlleva que las cenizas terminen en lugares muy variados, desde lo columbarios de los cementerios o los jardines de cenizas hasta los propios domicilios, pasando por los lugares elegidos por el difunto o su familia por su carácter simbólico, normalmente en el monte o en el mar.

En estos últimos casos, es conveniente consultar las normativas que regulan el esparcimiento de las cenizas, que pueden variar en función de cada comunidad autonómica y de las ordenanzas municipales. No obstante, en términos generales, aventar cenizas no está prohibido, ya que no se trata de una sustancia contaminante, aunque los municipios han comenzado a establecer límites a esta práctica, sobre todo en lugares simbólicos muy frecuentados.

Tal y como explica Víctor González, responsable de Funeraria González de Usurbil, «lo que sí es importante es elegir bien el tipo de urna que se va a utilizar para depositar las cenizas en el monte o en el mar, ya que tiene que ser totalmente biodegradable y deshacerse en contacto con la humedad de la tierra o el agua del mar».

Lo que sí está expresamente prohibido es identificar esas cenizas colocando placas o monolitos en recuerdo de la persona fallecida. «Para eso están los cementerios».

En cuanto a la postura de la Iglesia católica con respecto a la conservación de las cenizas, hasta ahora prohibía esparcirlas en la naturaleza o tenerlas en casa, ya que según sus normas los restos incinerados «deben mantenerse en un lugar sagrado». No obstante, a finales de 2023, el Vaticano dio su permiso para conservar «una parte» de las cenizas del difunto «en un lugar significativo» de su historia, si bien la mayor parte debe permanecer en un lugar sagrado.

Despedidas a la carta

El aumento de las incineraciones contribuye a su vez a diversificar las ceremonias de despedida, aunque esto no es algo ligado exclusivamente a las cremaciones, y también se pueden realizar actos civiles con el féretro presente e, incluso ceremonias religiosas fuera de la iglesia. Todas las combinaciones son posibles.

Tal y como explica Víctor González, cada vez son más las familias que deciden realizar despedidas laicas, para lo cual se utilizan las instalaciones tanto de los tanatorios y cementerios como los recintos municipales que cada vez más ayuntamientos ponen a disposición de sus vecinos. Aunque la gran mayoría de estas despedidas laicas van unidas a la incineración, Víctor González asegura que hay casos en los que esos actos se realizan con el féretro presente.

Últimamente, además, el responsable de la funeraria de Usurbil constata que en capitales como Donostia y su comarca se está extendiendo la costumbre de realizar la última despedida en el mismo crematorio, «sin pasar siquiera por el tanatorio».

Jardín de cenizas

En respuesta a la creciente demanda, cada vez son más los lugares especializados para celebrar ceremonias de despedida y depositar las cenizas del difunto, como los jardines o bosques de la memoria.

Es el caso del cementerio de Usurbil, gestionado por Funeraria González, donde cada vez se celebran más despedidas, tanto religiosas como laicas. En caso de mal tiempo, dispone de un velatorio cerrado donde se pueden realizar todo tipo de ceremonias adaptadas a los gustos del difunto. Y en caso de que el tiempo lo permita, el cementerio dispone de un espacio acondicionado para celebrar las despedidas, donde los familiares más cercanos pueden permanecer sentados sobre un pequeño anfiteatro, mientras el resto de los asistentes sigue de pie la ceremonia desde un jardín contiguo.

Este tipo de actos son mayormente civiles y en presencia de la urna que contiene las cenizas. En esos casos, se colocan las cenizas introducidas en una bolsa biodegradable, para a continuación activar unos aspersores de agua que las diluyen hasta quedar depositadas bajo tierra.

Aunque también se dan casos de despedidas con el féretro presente, una opción que cada vez está siendo más demandada por las familias de Usurbil. Incluso se llevan a cabo ceremonias religiosas con presencia del párroco de la localidad, lo que permite relajar el estricto protocolo de una ceremonia eclesiástica e introducir elementos no permitidos en la iglesia, como una foto de la persona fallecida, el baile de un aurresku o la colocación sobre el féretro de símbolos como una ikurriña.

En el caso de Usurbil, además, la ubicación del jardín permite desarrollar las ceremonias con vistas al monte Andatza, una cima muy simbólica para los habitantes de este municipio, algo que resulta muy del agrado de las familias.

Velatorios «siempre» con la tapa abierta

En los casos en los que la ceremonia de despedida se desarrolla en presencia del féretro, la funeraria González de Usurbil apuesta «siempre» por realizar el velatorio con la caja abierta. Para ello, Víctor González aplica los conocimientos de tanatopraxia y embalsamamiento adquiridos en París a todas las personas que son enterradas en este cementerio, no solo en casos especiales donde el difunto presenta un aspecto muy deteriorado a causa de una enfermedad o un accidente traumático.

En palabras de su responsable, es fundamental que la persona fallecida presente un aspecto natural, «ya que es el que queda en el recuerdo». Para ello, este profesional ha desterrado por completo el maquillaje y utiliza exclusivamente soluciones químicas con las que consigue recuperar el color natural y la apariencia que tenía en vida, antes incluso de contraer la enfermedad. Es por ello que familias que no son de Usurbil también se animan a solicitar sus servicios.

«Hay una cosa que no pasa por mi cabeza: una tapa cerrada. Hay familias que lo piden y hay que respetarlo, pero si es por una cuestión de aspecto, siempre intentamos que eso no suceda y, por suerte, siempre hemos conseguido dejarlo tal y como estaba en vida», afirma.

Al margen del trabajo que realiza en su propia funeraria, Víctor González se desplaza con frecuencia a funerarias de toda Euskal Herria a realizar embalsamamientos y reconstrucciones en casos de accidentes traumáticos, con las que trata de devolver la esperanza a las familias que la han perdido. En este sentido, asegura que «en los años que llevamos trabajando no hemos tenido que realizar ni un solo velatorio con tapa cerrada. Y eso te da una gran satisfacción», afirma.

También realiza numerosos embalsamamientos, una técnica que se debe llevar a cabo, según establece la ley, en casos de cuerpos que deben ser trasladados al extranjero para enterrarlos en su país de origen o de personajes públicos que van a ser velados durante más de un día en espacios públicos sin la consiguiente refrigeración.