Nerea Lauzirika
Aktualitateko erredaktorea / Redactora de actualidad
Entrevista
Cristina Fallarás y Nerea Barjola
Periodista y escritora, y politóloga e investigadora

«Se ha imposibilitado cualquier vía para el relato de las mujeres»

Cada vez más mujeres denuncian violencias machistas a través de redes sociales, llegan incluso a señalar a sus agresores. Lo hacen vía perfiles que garantizan su anonimato, como el de la periodista Cristina Fallarás, que ha recogido una muestra en un libro al que Nerea Barjola ha escrito el epílogo.

(Pau FABREGAT ADELL | DIPUTACIÓ DE BARCELONA)

‘No publiques mi nombre. Testimonios contra la violencia sexual’, así ha titulado la periodista Cristina Fallarás el libro en el que, como su propio nombre indica, recoge los relatos de muchísimas mujeres que desde el anonimato han decidido hacer públicas sus experiencias. Cuentan episodios de violencia machista que, por distintas razones, han preferido compartir sin dar a conocer su nombre.

Fallarás ha seleccionado los relatos que conforman la compilación y Nerea Barjola, politóloga, investigadora y escritora feminista, se ha encargado del epílogo. Ambas han desgajado las causas que empujan a las mujeres que han sufrido violencias machistas a denunciar utilizando vías que les aseguran el anonimato, como son los perfiles de redes sociales de referentes feministas como la propia autora. El libro ha sido publicado la editorial Siglo XXI.

En el libro ha recogido testimonios anónimos de mujeres que también publica en redes. ¿Por qué este cambio de formato?

CRISTINA FALLARÁS:El cambio de formato se decidió en marzo, cuando me cerraron por primera vez la cuenta de Instagram, porque sentí que era un lugar muy vulnerable. Si bien me descargo todos los mensajes semanalmente en mi ordenador, ese no es un sitio público, es decir, que yo los tuviera guardados en el ordenador no garantizaba que pudieran ser públicos. Así que hablé con la editorial Siglo XXI para que hiciera un libro, que es un formato muy accesible y universal. El libro tiene la pega de que en realidad calculo que solo habrá un 5% de todo lo que recojo . Pero, es una muestra suficiente.

La mayoría de testimonios que recoge en este trabajo no son del todo recientes. ¿En qué momento se animan las mujeres a contar lo que les han hecho?

C.F.: Cuando se abre un canal. Cuando en 2018 lancé #Cuéntalo fueron millones, y ahora, como tengo que ponerlos uno a uno yo sola, son miles. Si no hemos salido antes ha sido porque se nos ha prohibido, se ha imposibilitado cualquier vía para el relato de las mujeres. #Cuéntalo no fue una campaña, fue una idea de una persona en un solo perfil que en dos semanas era trending topic en 16 países. Eso evidencia algo.

NEREA BARJOLA: Cuando se abre el canal se abre también la visibilización y, en esa misma medida, se abre el apoyo colectivo. Cuando estamos sujetas por lo colectivo y, además, por una especie de anonimato que también es colectivo, eso nos permite participar a todas en experiencias en las que nos sentimos totalmente identificadas. Y va animando a que entiendas que ese espacio es seguro y que no vas a tener detrás todo este mecanismo punitivo y todo este mecanismo social que te juzga a nada que hables.

Es importante esta idea de que es el canal y, además, que al hacerlo colectivo nos protegemos, nos sumamos y aprendemos a visibilizar. Porque también hay situaciones que igual hasta ese momento no habías visto como violencia y te das cuenta de que cuando muchas de las mujeres relatan exactamente la misma situación que te ha ocurrido a ti las puedes identificar.

C.F.: Además, genera una acción política. Es decir, las mujeres que relatan lo hacen desde el lugar desde un lugar político. Hablaba con Silvia Grav y me decía que cuando llevaba ya siete meses leyendo pensó «me toca a mí». Ese «me toca a mí» que sienten muchas mujeres es político, hay una conciencia común de la generación de memoria colectiva.

N.B.: Se está viendo también en los comentarios que salen en la página que se ha habilitado hace poco en Euskal Herria cómo hay personas que de repente dicen, «bueno, es que a mí este profesor de gimnasia que me tocó cuando yo era txiki, sigue estando en la misma ikastola y es probable que siga tocando a otras niñas o a otros niños» y desde ahí les nace también la responsabilidad de la denuncia. Pero, claro, esa denuncia solo es segura en lo colectivo.

Denuncian anónimamente, de manera que no buscan ser reconocidas como víctimas. ¿Qué les aporta esta forma de denuncia?

C.F.: Hay una doble necesidad. Por un lado, a la protección de la víctima. Me di cuenta de que resultaba imprescindible proteger a las mujeres a la hora de relatar las violencias, porque, si no, las violencias se vuelven contra nosotras. La cantidad de agresiones que sufrían las relatoras de #Cuéntalo... Es palmario y lo estamos viendo, a la que una mujer denuncia con su propio nombre hay un castigo social y hay un castigo institucional.

Por otro lado, responde a la necesidad de una narración en presente. Es muy difícil que una mujer relate en su propia cuenta que su marido la viola, lo que pasa dentro del hogar, lo que pasa en su círculo íntimo y lo que pasa en el ámbito familiar o laboral. El anonimato permite poder narrar la situación presente y no reflejar una memoria que podría parecer que pertenece a tiempos pasados.

N.B.: Yo añadiría una tercera pata, que es una idea de reparación. Muchas mujeres utilizan el canal aun sabiendo que la violencia es pasada, pero lo utilizan para reparar, en ese momento en el que se dan cuenta de que son capaces de verbalizar o describir que les ha pasado. Simplemente el hecho de poder escribirlo, de poder contarlo, es un inicio de reparación.

Otras tantas abren una vía que hasta ese momento no estaba abierta y empiezan a ponerle nombre a todo ese malestar que llevan sintiendo durante años y que no saben muy bien qué les ocurre, pero que no consiguen estar bien. Este acto de hacer una primera apertura, de decir «he sido víctima de violencia sexual», para ellas es súper importante.

¿Sienten las redes sociales más seguras que los medios de comunicación o el sistema judicial para contar sus vivencias?

C.F.: Las sienten como única vía. Las mujeres que denuncian en las redes sociales, o bien han pasado por lo judicial y el resultado ha sido la nada o que se les ha vuelto en contra, o bien son mujeres que deciden no pasar por lo judicial por las razones que sea. Además, porque hay una conciencia de la construcción de memoria colectiva y esa conciencia solo se puede dar en lo colectivo, los medios de comunicación no ofrecen ese espacio, porque ni es su papel ni pueden.

N.B.: Creo que hay que fijarse en quienes están en las redes sociales encauzando esos discursos. Por ejemplo, cuando Ana Orantes acude a un medio de comunicación las personas que la reciben ni tienen formación feminista, ni tienen formación en violencias machistas, la reciben como un mero producto que van a sacar. Podría haber sido interpretado como algo importante si la sociedad estuviese formada desde la perspectiva feminista. Pero, ya vemos lo que ocurrió con Ana Orantes.

El hecho de divulgarlo y simplemente ponerla en la palestra es como si nos vamos al Antiguo Régimen, la sacas a la plaza del pueblo y ahí es donde ocurre realmente todo el mecanismo de las violencias machistas, a quien se juzga va a ser a ella.

El anonimato es importante porque las mujeres no quieren que se muestre su nombre, simplemente necesitan contarlo. Otra cosa diferente es que haya mujeres que necesiten contarlo y, además, emprender otro tipo de acciones. Ahí también es verdad que es importante el medio que está detrás.

En este caso cuando la persona que recibe los mensajes es Cristina Fallarás o cualquier otra de las mujeres que han habilitado estos espacios y que tienen formación feminista o formación en violencias machistas, van a poder derivar y ayudar. Esa es la diferencia básica.

C.F.: Hay una confianza previa. Yo soy una mujer conocida, además en un entorno muy claro, con una opinión muy clara y un trabajo previo muy claro. Además, no solo leo y público testimonios, derivo testimonios a equipos de abogados y asesorías jurídicas, a medios de comunicación...

La diferencia entre la cantidad de mujeres que eligen la vía judicial y las que eligen denunciar anónimamente es evidente. ¿Es útil el sistema judicial para las mujeres que han sufrido violencia machista?

N.B.: Desde luego, tal y como está conformado el sistema judicial, para las mujeres que toman la decisión de hacerlo, es un lugar muy difícil en el que estar para ellas. Pero, la sociedad también es un lugar muy difícil en el que estar para las mujeres que enfrentan violencia.

Por eso, nosotras insistimos en que si decides iniciar la vía judicial lo tienes que hacer lo mejor acompañada posible, desde un servicio jurídico experto y especializado y desde una atención psicóloga especializada. Eso es muy importante y también lo es tener apoyo social.

La vía está ahí y para quien quiera utilizarla es una vía legítima, porque hay que poner siempre en el centro la decisión que quiera tomar cada mujer.

C.F.: Debemos preguntarnos por qué no funciona el sistema judicial, porque en otros casos funciona y ha funcionado. Es curioso cómo en el caso de las mujeres no funciona, pero no solo no funciona porque no resuelva el delito, sino porque castiga a las mujeres. Que no resuelva el delito me parece grave; que las mujeres salgan castigadas e incluso con penas de cárcel de procesos iniciados contra los agresores me parece ejemplarizante y no me parece inocente.