En el suburbio de Vahibé, donde residen entre 8.000 y 10.000 personas, Abou Houmadi, de 18 años, muestra a los sanitarios de Médicos Sin Fronteras (MSF) un gran corte en su pantorrilla izquierda, donde le golpeó una chapa de metal arrastrada por el viento.
Hace casi dos semanas, el 14 de diciembre, el ciclón Chido, el más intenso en la zona en 90 años, arrasó Mayotte con vientos de más de 225 kilómetros por hora. El balance oficial es de 39 víctimas mortales y más de 4.000 personas heridas de diversa consideración.
En medio de las bangas (chabolas) de chapa y madera, en el vacío dejado por una casa arrastrada por el viento, una veintena de personas esperan ser examinadas. «Desde el ciclón, ningún médico, ningún político ni ningún funcionario ha venido a nuestra casa. Hemos sido olvidados, pero ha habido muchos heridos», dice Fazdati Alihoumadi, de 22 años.
Bajo un sol abrasador, los martillazos resuenan por todo el barrio. Las casas arrastradas por el viento se vuelven a levantar una a una. Los caminos de tierra roja están llenos de metales retorcidos, ramas y objetos que parecen haberse escapado de las casas: coladores, maletas con ruedas, chanclas…
En los próximos días, MSF tiene previsto recorrer otras barriadas con su clínica móvil, reuniéndose con los residentes en situación irregular, más de un tercio de la población de Mayotte, según las autoridades.
«La dificultad para los habitantes de los barrios marginales, ya sea en la distribución de agua, alimentos o atención sanitaria, es llegar a las zonas urbanizadas, porque temen ser detenidos por la policía fronteriza», explica Yann Santin, coordinador de MSF en Mayotte.
Entre Madagascar y Mozambique
Mayotte es una de las cuatro islas principales del archipiélago de Comoras, en el oceáno Índico, entre Madagascar y Mozambique. Las tres que están más al oeste –Gran Comora, Anjouan y Molehi– conforman un país bautizado como Unión de las Comoras, que se independizó del Estado francés en julio de 1975. No así Mayotte, que se mantiene bajo dominio galo tras sendos referendos celebrados en 1976.
La isla principal, Grande Terre, tiene 39 kilómetros de largo por 22 de ancho. La capital es Mamoudzou, donde residen unas 72.000 personas, en torno a la cuarta parte del total. Alrededor de esta isla se alzan varios pequeños islotes, el más grande de los cuales es Pamanzi (o Petite Terre), que cuenta con diez kilómetros cuadrados y acoge la localidad de Dzaoudzi, la segunda más poblada, con 18.000 habitantes.
En los primeros momentos tras el paso de ciclón, el prefecto François-Xavier Bieuville hablaba de que «sin duda serían varios cientos» de muertos y podrían llegar a miles, aunque reconocía tener dificultades para establecer cifras debido al gran número de inmigrantes sin documentación.
Los daños generalizados en las infraestructuras, con tendidos eléctricos caídos y carreteras intransitables, dificultaban gravemente las operaciones de emergencia. Desde la metrópoli llegó un primer vuelo con suministros y lonas para los refugios de emergencia, pero había una grave escasez de alimentos, agua y cobijo.
John Balloz, residente en Mamoudzou, declaraba a la BBC dos días después que se temió lo peor. «Gritaba porque veía que se me acercaba el final. Todo está destrozado, casi todo, la planta de tratamiento de agua, las torres eléctricas… No hay mucho que la gente pueda hacer, la gente está quieta, no se ha movido, está esperando ayuda, ayuda para comer, para que vuelva la electricidad, y el agua también, no hay agua corriente».
Crisis política
Tras llegar a Mayotte, el ministro de Interior francés, Bruno Retailleau, declaró que se necesitarían «días y días» para determinar las pérdidas humanas. La tragedia en su territorio de ultramar ha pillado a la metrópoli en plena crisis política, con François Bayrou recién nombrado primer ministro tras el breve gobierno de Michel Barnier.
Retailleau seguirá en Interior, mientras que el Ministerio de Ultramar tendrá como cabeza visible a Manuel Valls, quien fue primer ministro con el socialista François Hollande (2014-16), posteriormente dio su apoyo a Macron y terminó como concejal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Barcelona.
Desde el primer momento los habitantes de Mayotte han denunciado la situación de abandono por parte del Gobierno de París. Cinco días después del paso del ciclón, el jueves 19, Macron fue recibido con abucheos a su llegada al archipiélago y perdió los papeles con una respuesta esclarecedora de su mentalidad: «Si esto no fuera Francia, estaríais 10.000 veces más en la mierda. No hay otro lugar en el Índico donde se ayude tanto a la gente, eso es un hecho».
Más tarde quiso arreglarlo anunciando que ampliaba su visita a un segundo día «en señal de respeto, de consideración. Decidí dormir aquí porque me pareció que, dado lo que está viviendo la población», irse el mismo día podría haber «instalado la idea de que venimos, miramos y nos vamos».
¿Plan de reconstrucción?
El viernes continuaron los abucheos. «Siete días y no eres capaz de dar agua a la población», le gritó un hombre mientras recorría la pequeña comunidad de Tsingoni, en la costa oeste de Grande Terre. «Comprendo su impaciencia, pueden contar conmigo», respondió el inquilino del Elíseo, quien prometió un plan global de reconstrucción, aunque reconoció que por ahora es «imposible» calcular su coste.
También avanzó que habrá una ley especial para dedicar más medios y la creación de una institución pública para la reconstrucción, similar a la que se creó para restaurar la catedral de Notre Dame o para organizar los Juegos Olímpicos. El futuro dirá si cumple con sus promesas.
Ese mismo día, Bruno Retailleau indicaba a través de la red social ‘X’ que la víspera «se distribuyeron 80 toneladas de alimentos y 50 toneladas de agua a nueve municipios. Las ocho comunas restantes de Mayotte serán abastecidas hoy. Todos los medios están puestos para permitir distribuir 600.000 litros de agua por día», lo que suponía dos litros por cada habitante.
Mientras, Médicos Sin Fronteras advertía de que «cinco días después del ciclón las necesidades locales son colosales, especialmente en términos de acceso a alimentos, agua y saneamiento, electricidad, refugio y materiales de construcción, y atención primaria de salud. El restablecimiento de los medios de comunicación y las vías de circulación son también condiciones necesarias para el despliegue de los suministros de socorro».
«El ciclón ha sido especialmente devastador en los barrios de chabolas, como Kaweni, el mayor del país, donde se hacinan unas 17.000 personas, y donde las viviendas son muy precarias. Los habitantes lo han perdido todo y ya están reconstruyendo sus casas con sus propias manos, a veces sin zapatos ni protección. Así que ya podemos ver heridas con riesgo de infección. En general, está claro que las necesidades básicas son inmensas», explicaba el coordinador de MSF en Mayotte.
Por debajo del umbral de pobreza
La situación sanitaria en Mayotte ya era muy crítica antes de la llegada del ciclón Chido. Según el INSEE (Instituto Nacional de Estadística del Estado francés), dos tercios de la población vivían por debajo del umbral de la pobreza, un tercio de la población no tenía acceso al agua potable y había grandes problemas de acceso a la atención sanitaria, sobre todo para los migrantes.
El pasado lunes, entrevistado en el canal BFMT, el nuevo primer ministro Bayrou rebajó enormemente las previsiones iniciales del prefecto Bieuville, al asegurar que la cifra de víctimas mortales sería de «decenas, y no miles. Creo que las cifras alarmistas y a veces aterradoras que se han presentado no se verificarán en la realidad».
Al día siguiente, martes, Bieuville declaraba a primera hora que se habían contabilizado 35 personas fallecidas. Unas horas más tarde el balance se elevó hasta las 39 víctimas. Según el Ministerio de Interior, hay que sumar 124 heridos graves y 4.136 heridos leves.
En los últimos días se han llevado a cabo 34 operaciones de búsqueda de personas desaparecidas en una quincena de sectores identificados, según el Ministerio, que precisó que «en estas operaciones también participan drones».
Instalado en un estadio de la prefectura de Mamoudzou, a primera hora del martes abrió sus puertas –10 días después del paso de Chido– un hospital de campaña equipado con una maternidad y dos quirófanos, diseñado para poder recibir a 100 personas por día en consulta y garantizar 30 hospitalizaciones.
En cuanto al agua, «actualmente son 100.000 litros (...) los que se distribuyen por día», precisó el prefecto. Supone un litro al día para cada tres personas, muy lejos de los 600.000 litros diarios anunciados por el ministro Retailleau cuatro días antes.