Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / Redactor jefe de actualidad
Entrevista
Gorka García y Ana Sarobe
Coordinador de Etxerat y madre de Mikel Karrera

«En Bilbo tenemos que contrarrestar a quienes se empeñan en que esto no tenga final»

Las mejoras en la situación carcelaria no llegan a decenas de presos sujetos todavía a normativas de excepción. A seis días vista de la gran manifestación anual de Bilbo, esta situación la detallan Ana Sarobe, madre de Mikel Karrera, y Gorka García, coordinador de Etxerat.

Gorka García y Ana Sarobe.
Gorka García y Ana Sarobe. (Iñigo URIZ | FOKU)

Mikel Karrera lleva ya casi quince años de cárcel, pero todavía ve muy lejos el día en que podrá pisar la calle, ha pasado ya por muchas prisiones de los dos estados (algunas alejadas de Euskal Herria) y continúa siendo juzgado por sumarios cada vez más antiguos. Ana Sarobe prepara la visita del día siguiente en Lannemezan cuando lo explica para NAIZ.

A su lado, Gorka García, coordinador de Etxerat, tiene dos mensajes frente a los intentos de perpetuar este escenario. Uno es para quienes lo impulsan desde todo tipo de ámbitos de poder y grupos de presión: «Que sepan que Etxerat seguirá hasta que salga el último preso». Otro, para quienes no comparten las políticas de venganza: «Hay que llenar las calles de Bilbo para dar un último impulso».

Comenzamos por Ana Sarobe antes de abrir el foco a la situación general.

En una entrevista hace ya seis años, me decía que su hijo había estado ya en once cárceles...

ANA SAROBE: Ahora ya he perdido la cuenta. Recuerdas sobre todo las primeras. A Mikel lo detuvieron en Baiona, de ahí lo mandaron a París, a Fresnes, pero luego enseguida a Rennes, a una cárcel nueva que estaba en un polígono industrial... Mikel estaba solo allí y me dijo que se ponía en huelga de hambre esa misma noche. Hacía seis años y pico que no nos veíamos. Sales de la cárcel con el corazón en un puño.

Recuerdo que fuimos cuatro fines de semana seguidos, primero con mi hermana y luego ya sola. Para ir hasta Rennes, primero había que coger el tren-litera desde Hendaia, llegar a la estación de Austerlitz (París), tomar un autobús, luego el TGV a Bretaña... Para tranquilizarnos, Mikel nos decía «ama, haced turismo por Bretaña, que es muy bonito».

Una huelga de hambre para empezar, entonces...

A.S.: Fueron más de 20 días. Luego la jueza Levert lo mandó a Poitiers, estuvo allí seis meses, también tuvieron movidas. Ahí al menos podíamos ir en coche, 500 kilómetros para arriba y 500 para abajo. Intentábamos ir cuatro familiares en un mismo coche.

Cada pocos meses lo movían, y todo era nuevo otra vez. Nos aprendimos todo el mapa de Francia: Nanterre, Fleury, Osny, Villepinte, Reau... En Fleury, recuerdo una vez que no había tren: alguien se había tirado a la vía y estaba cortada la circulación. Llegué a todo correr a la visita, sin tiempo para dejar la maleta, no me dejaban entrar con ella, y lo logré gracias a que un chico accedió a guardármela.

Muchas peripecias y un estrés total. En Lannemezan será otra cosa...

A.S.: Sí, sí, son mejores condiciones. Ellos están más relajados, en la cárcel hay una huerta... Y para los familiares también es otra cosa. Mikel lleva ya cinco años allí.

Pero entre medio varias entregas temporales al Estado español para ser juzgado en Madrid...

A.S.: Sí, creo que son tres ya. En una de ellas estuvo siete meses y también tuvimos nuestras odiseas, por ejemplo, para llegar a Estremera desde un pueblo en que no había taxi. Luego ya encontramos una persona que nos llevaba desde Madrid, 35 euros por persona, tres cuartos de hora en coche.

¿Cómo llevan los juicios? Es «curioso» que su hijo haya sido condenado por un atentado en Zaragoza y se absolviera del mismo a Itxaso Zaldua y por otro sumario en la misma ciudad haya ocurrido justo al revés...

A.S.: Supongo que lo hacen para que todos los hechos tengan su autor, eso es lo que pienso. Mikel no habla mucho de eso, no nos quiere preocupar. En estas circunstancias lo mejor es intentar estar lo más relajado posible en cada momento que toque vivir.

¿Y Etxerat? ¿Cómo valora esos juicios?

GORKA GARCÍA: Pues con gran inquietud. Es preocupante que en 2025 se estén haciendo juicios todavía y que se produzcan casos como ese de Itxaso Zaldua, con una condena muy larga. Tiene una gravedad enorme para quien lo sufre, pero también para todo su entorno. Y refleja que hay sectores del Estado empeñados en perpetuar este problema, abriendo nuevos sumarios y tratando de encarcelar a más gente.

Ana Sarobe: «Yo veo que para nuestros presos no prescribe nada; a otros no les aplican las mismas leyes, está claro»

 

 

A.S.: Yo veo que para nuestros presos no prescribe nada. A los otros no les aplican las mismas leyes, está claro. En el fondo quizás piensan ‘vamos a echarles unos cuantos años más, que total, les da igual’.

G.G.: Tenemos casos como el de Unai Parot, que va a cumplir pronto 35 años de cárcel sin que se le acepten beneficios penitenciarios. Y hay que subrayar que estas personas presas también tienen sus derechos, aunque parezca que no les entre en la cabeza a quienes se los niegan.

A.S.: Parece que quieren que siga la historia a toda costa. Igual hasta hay quien lamenta que ETA lo dejara, ¿no? No me cabe otra explicación, porque en caso contrario, aplicarían la ley normal.

Gorka García: «Tenemos casos como el de Unai Parot, que va a cumplir pronto 35 años de cárcel sin que se le acepten beneficios penitenciarios»

 

Por resumir y cerrar el tema de su hijo, ¿podríamos decir que reúne todas las políticas de excepcionalidad?

A.S.: Sí. Incluso tiene todavía la calificación DPS. Cada vez que lo mueven, hay que ver la que montan, con sirenas a tope... como si fuera un ministro. Hasta Mikel les dice «¿Y para qué todo esto? Estáis haciendo un gasto superfluo». Hay cosas que se podrían hacer por videoconferencia.

¿Hacen cuentas para calibrar, por ejemplo, cuándo tendrá el primer permiso o con cuántos años puede salir con las condenas cumplidas? #[tiene 52]

A.S.: No, preferimos no pensarlo ni preguntarlo.

G.G.: Es que hay cosas que pasan desapercibidas: por ejemplo, que todavía hoy hay niños y niñas que han conocido a su padre en la cárcel y no lo han visto fuera. Eso está pasando aún.

Una duda pertinente, para los dos. A medida que el número de presos baja, lógicamente decrece también la red de familiares y todos los círculos concéntricos que se crean. ¿Notan menos apoyo en general?

A.S.: Yo no. Siempre tienes gente que se ofrece a ayudarte, a compartir coche o a cualquier otra cosa. Mikel tiene gente nueva que se apunta a visitas. En ese aspecto no hay problemas.

G.G.: Desde Etxerat, en cierta medida sí se nota una red menor, porque antes era muy amplia, todo esto era un lugar de encuentro, estaba Mirentxin... Pero todo lo que sea para mejor, bienvenido.

A.S.: Por supuesto. Te alegras mogollón de que la gente salga, es ideal que se den terceros grados... pero ojo, estas personas con condenas largas también tendrían que tener derecho a ello. Me gustaría decir otra cosa en este contexto: en comportamiento, estos presos son un modelo para muchos, se saben las leyes, también se hacen respetar, tienen otra cultura y otra manera de ser... Yo creo que los funcionarios esto lo entienden así y lo valoran.

Gorka García: «Hay cosas que pasan desapercibidas: por ejemplo, que todavía hoy hay niños y niñas que han conocido a su padre en la cárcel y no lo han visto fuera»

 

Estamos en vísperas de la cita del sábado. ¿Qué le dirían a alguien que pueda pensar que este año acudir a la manifestación de Bilbo no es tan importante?

G.G.: Que con la evolución de la situación penitenciaria estamos en una sociedad mejor que la de antes, pero no tenemos que olvidar que hay 122 presos todavía. Tras conseguirse la repatriación, ya dijimos que entrábamos en otra fase, la del retorno a casa, y hay que encarar esta txanpa con fuerza. Ahí están la ley 7/2003 y sus efectos: hay que empujar para superarla lo antes posible y que las personas presas tengan sus derechos intactos. Les diría que hay que combatir el riesgo de relajación y llenar las calles para este último impulso.

Ana Sarobe: «Yo cuando oigo que viene el último Hatortxu o alguien dice que ojalá fuera esta la última manifa... veo un riesgo ahí. Que nadie piense que están todos en la calle ¿eh?»

 

Sabemos además que hay una corriente muy fuerte en la judicatura y otros sectores que se empeñan en que esto no tenga un final, y eso tenemos que contrarrestarlo. Tenemos un colectivo de personas con un cumplimiento muy alto de la pena, en su mayoría más de 25 años ya en prisión. Es un colectivo que va envejeciendo. En la fase del retorno a casa nos encontramos además con las problemáticas de vivienda, cotizaciones, empleo... Es momento también de mirar esas cuestiones que son diferentes en cierta medida a otras que se han vivido antes. Y aparte de los presos y presas, hay 19 exiliados y 3 deportados. En resumen, que hay mucho por hacer.

A.S.: Yo cuando oigo que viene el último Hatortxu Rock o cuando alguien dice que ojalá fuera esta la última manifa... veo un riesgo ahí. Que nadie piense que están todos en la calle, ¿eh? Y aparte, para los familiares es un arrope increíble esta manifestación. El año pasado sentí mucha emoción, vi gente llorando cuando pasábamos los familiares, sentir ese apoyo te llena mucho. Me quiero acordar también de los padres y madres que han fallecido sin ver a sus hijos en casa, o que no han podido ir en años a verlos; también hay que estar en Bilbo por ellos.