Ser pobre en Suecia, un país donde apenas queda dinero en efectivo
La Universidad de Lund, en Suecia, ha comenzado a investigar cómo afecta la desaparición del dinero en efectivo en el colectivo de las personas excluidas o que no son capaces de tener una cuenta en el banco.
Aparentemente, con la paulatina desaparición del dinero en efectivo todo son ventajas. El riesgo de fraude fiscal se reduce y también se vuelve más complejo lavar el dinero que procede de actividades irregulares. Toda transacción queda registrada también de cara a eventuales reclamaciones.
Sin embargo, una transición prácticamente absoluta hacia el pago con tarjetas, teléfonos móviles o dispositivos inteligentes puede acabar dejando fuera a importantes sectores de la sociedad.
Esto lo está viviendo Suecia, donde la transición hacia modelos de pago por tarjeta o vía aplicación es todo un éxito. Tanto que, a pesar de la inflación, la cantidad de efectivo que se mueve en el país es la mitad que en 2007.
En parte, la desaparición de monedas y billetes en ese país se debe a la creación de una plataforma llamada Swish que se popularizó entre la ciudadanía y que, doce años después, tiene un nivel de penetración del 80% de la sociedad.
«Para la mayoría de los suecos, la economía sin dinero en efectivo es rápida y cómoda. Mientras tengas una cuenta bancaria y puedas acceder a la tecnología, probablemente ya vivas una vida sin dinero en efectivo», aseguran las investigadoras Moa Petersen y Lena Halldenius, de la Universidad de Lund, en un artículo en la versión europea de The Conversation.
A diferencia de lo que ocurre en Euskal Herria, la ley sueca permite a las empresas aceptar o no efectivo. Y muchas tiendas han decidido no hacer transacciones con dinero en esta modalidad y hasta el transporte público ha abandonado el efectivo y ha eliminado así el personal de ventanilla.
El uso del efectivo se ha reducido a «burbujas» y no se acepta en transacciones imprescindibles para una vida digna.
El trabajo de Petersen y Halldenius sostiene que el dinero en metálico solo funciona en «burbujas de efectivo». Se puede tomar un café, pero no abonar una factura telefónica o cualquier gasto trascendente.
Las investigadoras han entrevistado a personas mayores, migrantes, personas con problema de salud mental o en situación de exclusión. Estos colectivos indican que el cambio acaecido en Suecia les ha hecho sentirse «como delincuentes, infravalorados o excluidos de la vida cotidiana».
En consecuencia, el documento señala a un migrante ucraniano que ahora es incapaz de pagar una factura de salud, ya que a pesar de disponer del dinero, era técnicamente incapaz de abonarla.
O, también, la existencia de un mercado paralelo en el que intermediarios cobraban una tasa a personas excluidas que duermen en sus coches para pagarles los parquímetros con sus móviles.
La situación ha llegado a tal punto que se han tenido que distribuir TPV entre personas sin hogar para que puedan recibir dinero por la revista 'Situation Stockholm', que tradicionalmente distribuyen a cambio de donativos.
El estudio de la Universidad de Lund indica que, además de los problemas prácticos que acarrea la desaparición del efectivo –que, por otra parte, las autoras ven ya irremediable en su país–, está la dimensión emocional que tiene este cambio en las personas que no son capaces de acceder al dinero digital.
En su artículo divulgativo en The Conversation, las investigadoras recogen la declaración textual de uno de sus investigados. «No se trata solo de la falta de dinero en efectivo. Siento que los seres humanos han desaparecido. Vivimos como robots; haga clic aquí, haga clic en aquello. La digitalización ha hecho que la gente se sienta sola».
Con datos del gestor del sistema español de pagos basados en tarjeta, las compras realizadas a través de tarjetas supusieron en 2023 el 40% del total. Esta cifra se ha duplicado desde el año 2014, cuando las tarjetas solo se utilizaban en el 19% de las compras privadas.
Pese a que las operaciones con tarjeta suponen ya el 40% del total en el Estado español, los cajeros sacan más efectivo que nunca.
Según la plataforma Denaria, pese a que en el Estado español cada vez es más común realizar operaciones sin efectivo, este 2024 en los cajeros se sacó un 30% más de dinero en metálico que antes de la pandemia. No se está, por tanto, en una situación equiparable a la de Suecia.
En un sondeo de Gad3 encargado por Denaria en 2024, más de la mitad de los encuestados afirmó que «el fomento del pago digital perjudica en gran medida a las personas con más dependencia o a los habitantes del medio rural».
Esta opinión contraria al cambio está más extendida entre las personas mayores.
Una encuesta financiada por el Banco de España ahonda en la idea de que el cambio generacional acelerará la evolución hacia las transacciones con dinero virtual. En ella, el 39% de los menores de 35 años cree que su uso de efectivo seguirá decayendo, mientras que solo el 16% de los mayores de 64 años comparten esta idea.