‘Bilbao y la arquitectura urbana. Recorriendo la villa’ es la nueva publicación que ahonda en el patrimonio material del Botxo a través de la narrativa de la historiadora María Jesús Cava Mesa y las acuarelas de la pintora Elena Ciordia. Se trata de una nueva aportación con la que se pretende descubrir edificios singulares, desde el Palacio Madaleno en Deustuibarra hasta el estadio de San Mamés.
Distrito a distrito, barrio a barrio, este libro fija su mirada en esos inmuebles que destacan y que tienen su historia a través de la acuarela y la narrativa histórica. La originalidad de este trabajo, apuntan sus autoras, «consiste en aportar al relato un diálogo innovador sobre la ciudad, estética e históricamente, dado el desconocimiento sobre la relevancia de diversos edificios singulares del conjunto urbano de Bilbao, y dado el interés que despiertan».
Descubrirá el lector, por ejemplo, que el palacio Madaleno o Yandiola, construido en 1898 y que brilla en el frente de la Ría por su espectacular mirador circular rematado por una cúpula de pizarra, fue residencia de verano de los propietarios de la fábrica Aurrera de Sestao, José Madaleno y Rosario Yandiola. Y que el actual centro municipal Bidarte, en Deustu, fue residencia familiar de los Ybarra Arregui, uno de los poderosos clanes de la Bizkaia industrial, para convertirse en hospital a partir de la guerra de 1936.
También en los límites de la antigua anteiglesia tomatera se recogen las Casas Americanas, el edificio El Tigre, el puente de Deustu, la Universidad de los jesuitas y las casas de la Cava, en una de las cuales residió la beata Rafaela de Ybarra Arambarri. A escasa distancia, en La Salve, el palacio Olabarri, que se va a convertir en un hotel de alto standing, frente a uno de los iconos de la ciudad volcada en el turismo, el museo Guggenheim.
La casa consistorial con su Salón Árabe y el cercano puente del Ayuntamiento, las escuelas de Tiboli, los lavaderos de Castaños y San Mamés, así como la Ciudad Jardín también tienen su espacio. En Santutxu se incluye el colegio Luis Briñas y las casas de la Unión Begoñesa, barriada obrera de 1924, como las de Iralabarri.
En el Casco Viejo, las autoras se fijan en la catedral de Santiago con su puerta del Ángel, la iglesia de San Nicolás, el mercado de la Ribera y el emblemático puente de San Anton, sin olvidar el palacio Yohn, más conocido como el edificio de La Bolsa, que cumple 32 años como centro municipal aunque en la historia tiene más peso su pasado mercantil a partir de 1727, cuando se reformó una antigua torre como «bolsa de mercaderes».
Se cuentan detalles de la plaza Nueva, ejemplo de la arquitectura neoclásica; de la biblioteca de Bidebarrieta, antigua sede de la Sociedad El Sitio, que la inauguró en 1890; el teatro Arriaga o el ascensor de Begoña, a la espera de que vuelva a entrar en funcionamiento.
Y encima de las Siete Calles, en Solokoetxe, la Casa Galera, obra de Enrique Epalza, ha pasado de lugar de reclusión de mujeres a escuela de música. Muy próxima, en un muro de contención, la fuente de Zabalbide.
Otros edificios históricos
En Atxuri, el antiguo hospital convertido en instituto de Formación Profesional; la estación de tren, ahora sin servicio tras la apertura de la línea 3 del metro; o el convento de la Encarnación, sede del Museo Diocesano de Arte Sacro.
En Bilbao la Vieja, la chimenea de Miribilla, en la plaza Saralegi, vestigio del pasado minero, que fue erigida en 1935 como parte de un horno de calcinación, o la cercana Casa Cuna de Urazurrutia, proyectada en la segunda década del siglo XX por el arquitecto Ricardo Bastida.
No falta en este repaso la estación de la Concordia, la Sociedad Bilbaina, el rascacielos de Bailén, los edificios de Aviación y Comercio o el de la Naviera Aznar, la casa de socorro del Ensanche, el teatro Campos Elíseos, la antigua Aduana, los palacios Ibaigane y Chávarri, sin olvidar la sede de la Diputación; las escuelas de Indautxu, la Alhóndiga, la Misericordia, el centro municipal de Desinfecciones de Basurto o Casa Montero.
Esta publicación, en castellano con resúmenes en euskara e introducción bilingüe, de 128 páginas con 78 acuarelas a color, ha sido editada por Ediciones Beta, con el patrocinio del Consistorio bilbaino.