Alberto Pradilla

Cárteles «terroristas»: La nueva amenaza de Trump a México

Trump regresa a la Casa Blanca con una retórica agresiva. Una de sus primeras medidas fue iniciar el proceso para declarar como «organizaciones terroristas» a los cárteles mexicanos. Expertos cuestionan la eficacia de esta declaración y creen que es un mecanismo para presionar al Gobierno Sheinbaum.

Donald Trump muestra en el Despacho Oval las órdenes ejecutivas que firmó el pasado día 23.
Donald Trump muestra en el Despacho Oval las órdenes ejecutivas que firmó el pasado día 23. (Yuri GRIPAS-Rodrigo OROPEZA | EUROPA PRESS-AFP)

Donald Trump regresa a la Casa Blanca con un arsenal de medidas agresivas y muchos anuncios que buscan presionar a sus vecinos de México y Canadá. Además del cierre de frontera y de las redadas masivas contra migrantes, una de sus propuestas estrella fue incluir a los carteles mexicanos en el listado de «organizaciones terroristas» que opera en Estados Unidos desde 1997. Fue una de las primeras medidas que tomó nada más sentarse en el Despacho Oval. Sin embargo, la firma del documento solo es el inicio de un largo proceso sobre el que apenas se tienen detalles.

Para la declaratoria tendrá que determinar cuáles son esos «cárteles mexicanos» y quiénes son sus responsables. En la práctica, el anuncio sirve más para presionar al Gobierno mexicano que como medida para perseguir a grupos como el Cártel de Sinaloa o el Cártel Jalisco Nueva Generación, por mencionar las dos principales estructuras delictivas del país.

De fondo queda la amenaza de intervención estadounidense en un país como México, siempre acostumbrado a la injerencia de Washington.

«No le va a gustar a México», dijo Trump al firmar su declaratoria. «Las decisiones unilaterales no ayudan, lo que ayuda es la colaboración», respondió Claudia Sheinbaum, presidenta mexicana.

Ambos mandatarios mantienen desde hace semanas un tira y afloja en público. Trump culpa a México de permitir la llegada de migrantes a su frontera sur y de no controlar el flujo de fentanilo, el opioide que ha creado una crisis sanitaria en Estados Unidos, mientras que Sheinbaum apela a la soberanía mexicana y recuerda que las armas que matan cada año a más de 30.000 personas en México llegan desde el norte.

«Las sanciones son económicas y migratorias. No contempla sanciones punitivas, órdenes de aprehensión o despliegue de tropas», asegura David Saucedo, analista en seguridad. En su opinión, la declaratoria es un mecanismo de Trump para meter presión al Gobierno de Sheinbaum.

«Dudo que a los cárteles les inquiete», dice Saucedo, quien explica que el efecto de la declaratoria es limitado. Da más poder a las agencias estadounidenses y establece sanciones económicas y de visado para presuntos integrantes. También impide a ciudadanos estadounidenses hacer negocios con los supuestos integrantes de los carteles. Pero esto es algo que, en la práctica, ya se aplica por las diferentes sanciones que impone Washington a presuntos miembros de los grupos delictivos.

Listado desde 1997

La lista de «organizaciones terroristas» comenzó a funcionar en 1997, durante la presidencia de Bill Clinton. Actualmente forman parte cerca de 70 grupos, entre los que se encuentran integrantes de la resistencia palestina como Hamas o el Frente Popular para la Liberación Palestina o grupos yihadistas como el Estado Islámico o Al-Qaeda. ETA también fue incluida en este listado, aunque el Gobierno estadounidense la retiró en 2022, más de una década después de su cese definitivo. Esto tuvo un impacto directo en cientos de ciudadanos vascos a los que se impidió viajar a Estados Unidos.

La idea de catalogar como «terroristas» a los cárteles no es nueva. La barajó Barack Obama durante su presidencia y también se planteó en 2019, tras un ataque armado contra la familia LeBaron en el estado norteño de Sonora. En aquella masacre perdieron la vida nueve personas, entre ellos varios niños. Como la familia tiene doble nacionalidad, las autoridades estadounidenses también barajaron la idea de hablar de «terrorismo».

A pesar de los amagos, esta es la primera ocasión en la que un presidente la lleva tan lejos. Tras la firma de la orden ejecutiva se abre un período de análisis que terminaría con la declaración definitiva. Por el momento, Trump no ha aclarado cuáles serían las estructuras que serían declaradas «terroristas». En medios locales se filtró que, al menos, serían nueve los grupos señalados: Cartel de Sinaloa, Cártel Jalisco Nueva Generación, Cártel del Golfo, Zetas, Cartel del Noreste, Cartel de Juárez, Cártel de los Beltrán Leyva, Cártel de Tijuana y Familia Michoacana. La denominada «guerra contra el narco» declarada por el expresidente Felipe Calderón en 2006 provocó una fragmentación de los grupos criminales hasta el punto que, actualmente, se considera que en México operan más de 80 estructuras armadas.

Crisis de opioides

El anuncio de Trump llega en un contexto marcado por la crisis de opioides que sufre Estados Unidos. La proliferación del uso de este medicamento derivó en un incremento del consumo de fentanilo que ha provocado decenas de miles de muertes por sobredosis. Por ejemplo, más de 70.000 personas fallecieron en 2023 después de haber consumido esta droga sintética. Ante esta crisis, la reacción de Washington fue mirar hacia el sur, hacia México, y culpar a los carteles de un problema que, en origen, está en la fuerte demanda de la sustancia al interior de EEUU.

Sheinbaum, por su parte, alega que no se puede abordar el problema de las drogas desde una perspectiva securitaria y que hay que atender también causas sociales. Sin embargo, México lleva años sin hacer un estudio sobre consumo dentro de sus fronteras.

«Trump inicia su Administración con un mensaje intimidante», asegura Raymundo Ramos, presidente del Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo. Ramos es activista en una plaza difícil. Nuevo Laredo es un municipio ubicado en la frontera norte, separado de Texas por el Río Bravo y con una fuerte presencia del crimen organizado. En la práctica, el control lo tiene el Cartel del Noreste, un grupo criminal heredero de Los Zetas, antiguos militares que a principios de siglo desertaron para convertirse en el brazo armado del Cártel del Golfo, la estructura criminal más longeva de México.

En Nuevo Laredo se han repetido las masacres en los últimos años. Aquí fue, por ejemplo, donde se difundió en 2023 un video en el que militares ejecutaron a sangre fría a cinco integrantes del crimen organizado que ya estaban sometidos. Aquí también ocurrió en 2018 una campaña de desapariciones orquestadas por la Marina, un cuerpo militar conocido por su cercanía con Estados Unidos.

¿Intervención?

La gran pregunta es si la declaratoria de «organizaciones terroristas» le da una excusa a Trump para poder intervenir militarmente en México. Recordemos que fue el argumento de la «lucha contra el terrorismo» el que avaló la invasión estadounidense de Afganistán, por ejemplo. Por eso Claudia Sheinbaum ha sido tajante y ha rechazado cualquier intento de su vecino del norte de interferir en México. La verdad es que la idea de una invasión de Estados Unidos no parece muy real. Sin embargo, esto no implica que Washington no opere al sur del Río Bravo.

Un ejemplo de ello es la guerra desatada actualmente en Sinaloa, estado del noroeste del país y cuna del cártel fundado por Joaquín Guzmán Loera «El Chapo».

En julio de 2024, una avioneta cruzó desde México a un pequeño aeropuerto de Arizona, en Estados Unidos. En su interior viajaba Joaquín Guzmán, uno de los hijos del Chapo, e Ismael Zambada «El Mayo», otro de los fundadores de la estructura criminal. Ambos fueron detenidos y encarcelados. Días después, «El Mayo» denunció haber sido víctima de una trampa, secuestrado y entregado a las autoridades de Estados Unidos dentro de un supuesto plan para lograr condenas reducidas a los Chapitos, que es como se conoce a la facción de los hijos del Chapo.

Parece evidente que, para un operativo de estas características, era imprescindible el apoyo del Gobierno de Estados Unidos. Esto ha derivado en una guerra brutal en Sinaloa, con más de 700 homicidios y casi un millar de desaparecidos en un mes. La injerencia de Washington permitió que el expresidente Joe Biden se apuntase el tanto de detener a un capo que llevaba décadas en el punto de mira. Pero tuvo consecuencias en México: una guerra que nadie sabe cómo va a terminar.

Washington no necesita enviar tropas para interferir en México. Ya lo hace a través de agencias como la DEA y otras, que tienen una fuerte relación con las Fuerzas Armadas mexicanas y colaboran con ellas para la captura de jefes del narco.

La guerra en Sinaloa tiene también una vertiente política. Se ha extendido el rumor acerca de la vinculación del actual gobernador, Rubén Rocha (un histórico líder de izquierda que forma parte de Morena, el partido de Claudia Sheinbaum) con Los Chapitos, la facción del cártel de Sinaloa que dirigen los hijos de Joaquín Guzmán. Los lazos de diversos dirigentes territoriales con los grupos del crimen organizado (o su subordinación a los mismos) añade complejidad a la situación.

En opinión de David Saucedo, el objetivo de Trump se resume en tres cuestiones: frenar la llegada de drogas, facilitar las extradiciones de capos como Rafael Caro Quintero, un histórico narco acusado de la muerte del agente de la DEA Enrique Camarena y facilitar detenciones de líderes de alto nivel. «Se viene una época de presiones por parte de Estados Unidos, solicitarán más agentes operando en México», argumenta el experto.

Poner freno a la violencia en México es una de las prioridades de Claudia Sheinbaum. Su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, solo logró evitar el incremento de las muertes y estabilizarlo en 30.000 al año. El tránsito de drogas hacia Estados Unidos no se ha detenido pero tampoco la llegada de armas. Declarar a los cárteles como «organización terrorista» puede tener un efecto propagandístico, pero en la práctica no parece una medida eficaz que ayude a detener un problema estructural en México. «Es obvio que Estados Unidos no tiene capacidad para sostener una campaña de estas dimensiones», dice Raymundo Ramos.

El estilo de Trump se apoya mucho en la retórica. La declaración de «organización terroristas» de los carteles mexicanos solo se puede entender en esta lógica.