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‘1936’: el shock que no hemos superado llega a los teatros vascos

Con todas las entradas vendidas y una expectación máxima llega a Bilbo la que para muchos es la obra del año, ‘1936’, un ejercicio de memoria histórica dirigido por Andrés Lima sobre el triunfo del fascismo en el Estado español que podrá verse, también, en Iruñea en marzo y en Gasteiz en abril.

Blanca Portillo, junto a avarios actores y actrices de ‘1936’, en uno de los ensayos de la obra que este viernes se presenta en el teatro Arriaga de Bilbo.
Blanca Portillo, junto a avarios actores y actrices de ‘1936’, en uno de los ensayos de la obra que este viernes se presenta en el teatro Arriaga de Bilbo. (BSP | CDN)

Hace unos años, Andrés Lima andaba reflexionando sobre la posibilidad de llevar a cabo un montaje de teatro documental que reflejase la progresiva pérdida de derechos y libertades que están experimentando nuestras sociedades y que tiene su máxima expresión en la eclosión de esa suerte de neofascismo que ahora mismo va adquiriendo cuotas de poder preocupantes en varios países.

A la hora de abordar una dramaturgia que reflexionase sobre estas cuestiones, el director madrileño (alma mater de la compañía Animalario) encontró un texto de referencia en ‘La doctrina del shock’, de Naomi Klein, donde la escritora canadiense documenta el desarrollo de una violencia sistémica generada para minar la capacidad de resistencia de la ciudadanía frente a los desmanes del capitalismo, una violencia ejercida a través del miedo y la represión. Aquello dio para dos montajes emblemáticos, ‘Shock: el cóndor y el puma’ y ‘Shock: la tormenta y la guerra’. Durante el montaje de esta última obra, Andrés Lima tuvo una revelación: «Mientras ensayábamos la parte de los bombardeos de Mosul, pensé en Gernika, pensé en Madrid y también en Barcelona, en esas imágenes de los bombardeos que padecieron todas estas ciudades durante la Guerra Civil y enseguida vi claro que ahí estaba el origen de nuestro shock».

Hubo otras razones que animaron a Andrés Lima a abordar un escenario histórico que hacía tiempo que le interesaba: «Hay obras emblemáticas sobre la Guerra Civil como ‘Las bicicletas son para el verano’ o ‘Ay Carmela’, que dirigí hace unos años, pero nunca se había hecho un espectáculo sobre la contienda en su integridad porque, además, casi todo el mundo tiene asumido que la Guerra comienza en julio de 1936, pero realmente el conflicto venía de antes, en esa fecha lo que hubo fue un Golpe de Estado contra la legalidad democrática, conviene no olvidarlo. Hay mucha desinformación sobre la Guerra Civil y esa fue otra de las razones que me animaron a levantar este proyecto. Me acuerdo de ver el temario de secundaria de mi hija y pensar que todo aquello se explicaba poco y mal; eso me hizo sentir la necesidad de hacer un espectáculo pedagógico, sobre todo en un mundo como el actual, donde estamos asistiendo a un resurgir del fascismo. Ahí tienes a Trump y a Elon Musk. Fue mi preocupación ante un escenario así el que me llevó a embarcarme en una obra como ésta».

Andrés Lima, en uno de los ensayos de la obra. (BSP | CDN)

Una obra ambiciosa de más de cuatro horas de duración, con dos intermedios y un nutrido grupo de primeros espadas de la interpretación, donde destacan nombres como los de Guillermo Toledo, Blanca Portillo y Alba Flores, y que a partir de mañana viernes podrá verse en el Teatro Arriaga tras haber sido representada a teatro lleno durante dos meses en Madrid. No solo eso sino que en Bilbo han tenido que programar una función extra a las dos previstas y en Sevilla (próximo destino del montaje) las entradas se agotaron en apenas una hora y media desde que salieron a la venta. Semejante expectación viene a cuestionar ese mantra que, tan a menudo, se esgrime desde la derecha política cuando se afirma que al ciudadano no le interesa su pasado sino su presente y su futuro.

Resistencia frente al fascismo

Guillermo Toledo, que en ‘1936’ incorpora más de media docena de personajes (entre ellos al sanguinario general Yagüe, a Alfonso XIII o al general Miaja), cree que el éxito del montaje se debe a que «ofrece al espectador mucha información sobre aspectos de la Guerra que apenas han trascendido porque, en este país, el silencio sobre lo que ocurrió en aquellos años se ha convertido en política de Estado». Una opinión parecida a la de Andrés Lima, para quien la aceptación de esta propuesta escénica demuestra que «en España, en general, siempre ha habido una resistencia enorme frente al fascismo. Prueba de esa resistencia es que la Guerra duró tres años. En todo caso, me congratula enormemente que un ejercicio de memoria histórica, como el que proponemos en este montaje, esté conectando tanto con el público, sobre todo con muchos espectadores jóvenes».

La satisfacción del director es lógica si asumimos que detrás de una obra de la magnitud de ‘1936’ hay un trabajo previo de casi dos años y medio. Replicando los métodos de trabajo de sus anteriores montajes, Andrés Lima convocó una serie de talleres «donde invitamos a gente que sabe mucho más que nosotros sobre el tema y donde junto con los actores, los técnicos y los dramaturgos invitados, fuimos compartiendo documentos, información y materiales que nos llevaron a analizar ese todo que es la Guerra y cada una de las partes de ese todo. Sobre ese análisis conjunto construimos una dramaturgia junto a los actores y una idea de puesta en escena que desarrollamos en una segunda fase. Casi todos los intérpretes que intervienen en el montaje han trabajado conmigo anteriormente, por lo que tenemos unas inercias que facilitan la sincronización. Cuando tenemos la dramaturgia armada pero siento que hay ciertos vacíos, entonces acudo a autores como Juan Mayorga, Juan Cavestany o Albert Boronat y les pido que me escriban pequeñas escenas que complementen el montaje».

El teatro, ese arte político

Para Guillermo Toledo, esas dinámicas de trabajo son fruto del compromiso: «Todos los que participamos en este montaje asumimos el teatro como un arte político. Como apuntaba Mayorga en el texto que hizo en 2003 con ocasión del Día Mundial del Teatro, este nació para que los hombres pudieran cuestionar a esos otros hombres que se creen dioses. Eso por un lado, pero luego también está el compromiso con Andrés Lima, cuyo talento es inagotable. En su manera de concebir el hecho escénico todo tiene un sentido y una intención, y eso favorece la implicación plena del actor en el proceso de creación», afirma.

(BSP | CDN)

Una de las cosas más deslumbrantes de un montaje como ‘1936’ es el apabullante rigor histórico del que hace gala, tanto es así que, en esta ocasión, la prensa reaccionaria se ha ahorrado esa retahíla de descalificativos que suele reservar para una obra de estas características: «Nos podrán cuestionar muchas cosas, pero no el hecho de haber hecho una obra de propaganda, porque todas las barbaridades que se escucha decir en el montaje a personajes como Franco o Queipo de Llano están ahí, en sus discursos. No nos hemos inventado nada en este sentido, reproducimos lo que ellos dijeron», comenta Andrés Lima. Sin embargo, como el propio director precisa, su obra no pretende ser un ejercicio de revisionismo, sino una reflexión sobre la violencia y su expresión máxima, que es la guerra: «La guerra es algo que se repite siempre, en todos los territorios, en todas las épocas, y siempre con los mismos mecanismos y con la misma retórica. La guerra es el triunfo de la violencia y el fracaso de la civilización. Nuestra obra es una reflexión sobre eso y sobre cómo el terror es el mejor arma con la que cuentan las élites para tener en estado de shock a la ciudadanía y terminar por sojuzgarla, minimizando su capacidad de reacción. Fue ese terror el que dio forma a los discursos y el que inspiró las acciones de esos militares africanistas que perpetraron el Golpe de Estado en 1936».

Un terror que, según Guillermo Toledo, tiene su equivalente en las campañas de desinformación que vivimos hoy: «Antes los medios estaban al servicio del poder, hoy son directamente propiedad del poder y mantienen al ciudadano amedrentado invocando el peligro de fenómenos como la okupación o el comunismo, cuya incidencia en la sociedad actual es irrelevante. Pero, como decimos en la obra, las fake news no son un invento de ahora».