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Portugal es la invitada inesperada a las semifinales del Mundial de Balonmano 2025, aunque su juego y rendimiento le ha hecho ganarse a pulso meterse por primera vez en su historia en la lucha por las medallas de un torneo de esta entidad.
Su exponencial crecimiento deportivo se vio refrendado este miércoles tras eliminar a la actual subcampeona olímpica, Alemania, país que acoge a la liga más competitiva y de mayor nivel del mundo, y una selección que suele estar entre las quinielas de favoritos, aunque últimamente esté huérfana de títulos.
Ese triunfo en cuartos, por la mínima gracias a una diana de Martim Costa a falta de cuatro segundos para la conclusión de la prórroga (31-30), ha confirmado el crecimiento estratosférico de una escuadra lusa que sorprendió a propios y extraños ya en la fase de grupos.
El juego eléctrico de los pupilos de Paulo Pereira –ha sido el máximo anotador de la fase preliminar y principal– solo ha tropezado parcialmente con Suecia –empató a 37–, aunque tuvo que sudar tinta china, como cabía esperar por otra parte, para superar al muro germano Andreas Wolff quien, desde la portería, sostuvo a su combinado hasta el último momento.
Portugal sobrevivió a la expulsión del pivote Luis Frade, una pieza fundamental en el esquema del bloque ibérico, y ahora se citará ante el más difícil todavía, una Dinamarca que lleva encadenados tres Mundiales consecutivos, además de ser el actual campeón olímpico y, por ende, una de las organizadoras del actual campeonato.
El conjunto escandinavo acabó con el sueño de la otra revelación del campeonato, una Brasil que hizo lo que pudo ante un rival que, ahora mismo, está varios peldaños por encima del resto. Lo pudieron comprobar los cariocas durante el primer cuarto de hora, periodo en el que solo lograron anotar tres goles.
Ese poderío defensivo le permitió a Dinamarca ejecutar su veloz juego de contraataque por mediación de Emil Jakobsen, aunque su posterior relajo le permitió a Brasil llegar con opciones al descanso. No así tras el descanso, pues las figuras danesas, Simon Pytlick y Mathias Gidsel –considerado ahora mismo el mejor jugador del mundo– se pusieron las pilas para sentenciar el envite, a falta de ocho minutos para la conclusión, con una renta a su favor de trece dianas, y un contundente resultado final de 33-21.
Francia y Croacia, muy apretados
En muchos más aprietos le puso Egipto, otra de las gratas novedades del torneo, a la séxtuple campeona del mundo, Francia, quien, aunque dominó la mayor parte del encuentro, se vio apurada en el último tramo del choque con un empate a 33 a falta de medio minuto para el final.
El combinado dirigido por Juan Carlos Pastor estuvo la mayor parte del duelo a remolque de los bleus, hasta que en el segundo periodo comenzó a encontrar su punto adecuado mediada dicha parte, alcanzando una igualada a 24 que le permitía soñar con protagonizar la campanada.
Al final, la lógica se impuso y el triunfo cayó del lado de Francia (34-33), que tuvo en Nedim Remili y Dika Mem a sus mejores baluartes, mientras que por el lado egipcio, Adhmed Hesham fue su máximo artillero, con ocho goles, cinco de ellos tras el descanso.
Los de Guillaume Gille se medirán en semifinales a una Croacia que también las pasó canutas para dejar en la cuneta a Hungría (31-30), gracias a un gol a falta de dos segundos de Marin Sipic en una remontada en la que el público de Zagreb llevó en volandas a los suyos.
Y es que los magiares llegaron a disponer de hasta cuatro tantos de ventaja en el primer tiempo y se mantuvieron por delante en el marcador prácticamente hasta el último suspiro del envite, en el que los balcánicos consiguieron empatar a 30.
Cuando ya parecía que todo se encaminaba a la prórroga, la diana del pivote del Kriens-Luzern provocó el éxtasis, con los jugadores croatas abrazados y tirados en el centro de la pista, rodeados de un pabellón puesto en pie por la hazaña de los suyos.
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