Iñaki  Iriondo
Cronista político

En el día contra la tortura, Arnaldo Otegi relata en redes sus días de detención y tormento

Con motivo del día contra la tortura, el secretario general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, ha relatado en redes sociales un diario con los tormentos y vejaciones sufridas en el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo y en la Dirección General de Madrid en julio de 1987.

Arnaldo Otegi, en su última salida de prisión, en 2016.
Arnaldo Otegi, en su última salida de prisión, en 2016. (Jagoba Manterola | Foku)

El 13 de febrero de 1981 moría en el Hospital Penitenciario de Carabanchel  Joxe Arregi por las torturas a las que policías españoles le sometieron en la Dirección General de Seguridad de Madrid. Sus palabras «oso latza izan da» y las fotos de su cadáver amoratado sacudieron Euskal Herria. En el futuro, el 13 de febrero quedó como jornada de  acción contra la tortura.

Y en esta ocasión, con motivo de esta jornada, el secretario general de EH Bildu, Arnaldo Otegi, ha decidido hacer un hilo en redes sociales relatando el día a día de su detención y paso por el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo y la Dirección General de Madrid en julio de 1987.



Este es su relato:

«Día 1. Me ponen una camisa de fuerza y me sumergen una y otra vez en la bañera. Me la practican continuamente hasta perder el conocimiento.

Día 2. Siguen con la bañera, pero la acompañan de la utilización de descargas eléctricas. Durante todo el día.

Día 3. Ahora se suman los golpes y continuan los largos interrogatorios con amenazas hacia mi hijo y mi familia. Amenazas de muerte.

Día 4: Sigue el calvario. Picana eléctrica, la bañera y amenazas. Ese cuarto día me dejan una pistola en la mesa y me animan a cogerla y fugarme.

Día 5. Declaración con abogado. No sé si es abogado o Guardia Civil. Me dicen que lo firme todo o que luego volvemos a empezar. Niego todo y no firmo.

Día 6. Ingreso en prisión y denuncio torturas. Mi denuncia llega a las Naciones Unidas».

En el libro ‘Mañana, Euskal Herria’

En 2005, GARA publicó un libro-entrevista con Arnaldo Otegi, con el título ‘Mañana, Euskal Herria’ –disponible en la tienda de NAIZ–, que incluye también un breve apartado sobre la tortura.

Fue detenido en el Estado francés y puesto en manos de la Guardia Civil. ¿Qué tal le trataron?

Mi denuncia de torturas debe estar todavía en algún juzgado. ¿Qué tal me trataron? Por aquel entonces había una especie de pacto entre el Estado francés y el español por el que a los entregados no se les podía tener más de tres días en el cuartel. Yo estuve cinco días, entre Intxaurrondo y Guzmán el Bueno en Madrid. Creo que el que más días estuvo es mi amigo Agustín Azkarate, que estuvo siete. Ahora está en Cuba. Lo recuerdo porque solíamos bromear con que entre los que nos habían entregado él era medalla de oro y yo de plata. Antes de entregarme en la frontera, los gendarmes me dejaron solo en una habitación sin darse cuenta de que había teléfono, con lo cual yo pude avisar de que me iban a entregar, a qué hora, dónde y a quién. La Policía francesa me dijo que me iban a entregar a la Policía española, pero cuando en la muga vi esperándome a las UAR ya me hice la idea de que me entregaban a la Guardia Civil. Nada más meterme al coche lo primero que me dijeron fue ‘ya sabes quiénes somos, somos la Guardia Civil, eso para que te vayas enterando’. Yo me di cuenta de con quién había estado en Intxaurrondo cuando ‘El Mundo’ comenzó a destapar las tramas de los GAL y publicó una fotografía con los hombres de Galindo, donde reconocí a muchos de ellos. Nada más entrar en Intxaurrondo me metieron en una habitación en la que había una mesa, unos folios y un bolígrafo. Entonces estaba de moda el programa de televisión ‘Un, dos, tres’ en el que había unos participantes que iban de «sufridores». Lo que me dijeron fue «aquí puedes venir de participante o de sufridor. Tienes diez minutos para escribir todo lo que sabes. Por esta habitación ha pasado toda la organización hablando de ti. Tú mismo, por las buenas o por las malas». Y fue por las malas.

¿Cuál es la función de la tortura? ¿Obtener información, conseguir autoinculpaciones o extender el terror a todo un sector social?

Una combinación de todo ello. La parte mínima es la de obtener información. Otra parte es la pura venganza. Y otra parte es instalar a un sector social amplio en el terror de ser torturado. Se tortura a gente que se sabe que no es combatiente ni tiene información, lo que sólo tiene sentido en la autocomplacencia de quien lo hace, que es un psicópata, o para que al salir de comisaría esa persona expanda lo que se hace dentro para intentar infundir el máximo terror posible entre la gente y evitar que se tomen compromisos.

¿Cómo ha de afrontarse la cuestión de la tortura, de las razzias policiales, de las muertes en controles, etc. en un proceso de resolución del conflicto?

Por eso citaba yo antes la cuestión de las víctimas. Aquí hay una parte de las víctimas que se hace oír y otro que, de momento, no se hace oír. Pero en un proceso de resolución, en opinión de la izquierda abertzale, hay que situar al conjunto de Euskal Herria como víctima de dos estados y habrá que hablar de las víctimas que han generado los estados en este país y habrá que resarcirlas de alguna manera. Las razzias policiales, las torturas y las operaciones de guerra que practican las fuerzas de ocupación tienen que ser neutralizadas desde el primer momento. Eso es lo mínimo exigible. Luego habrá un periodo en el que habrá que hablar de que esas fuerzas se marchen de Euskal Herria.

¿Habría que fomentar la creación de comisiones de la verdad de algún tipo o conviene más pasar página?

No somos partidarios de pasar página. Otra cosa es utilizar a las víctimas en contra del proceso o para la búsqueda de una cierta venganza. Nosotros no estamos en esa posición. Pero tampoco estamos por olvidar. No planteamos una posición de ni olvido ni perdón como un muro contra el proceso de solución. Pero no olvidamos.

Se van a cumplir ya veinte años de estas preguntas y de estas respuestas.