«Parece que tienes que elegir entre la violencia o la pobreza»
Oihane Artetxe es profesora e investigadora en la UPV y es madre soltera por violencia machista. Amaiur Díez, integradora social y también madre. La maternidad no es lo único que las une, tienen en común la condición de víctimas de violencia machista.

Una investigadora y profesora de la UPV/EHU y una integradora social del Servicio de Emergencias. Los de Oihane Artetxe y Amaiur Díez son dos perfiles aparentemente dispares que, sin embargo, comparten experiencia vital. Ambas son madres y víctimas de violencia machista. Artetxe materna en solitario debido a la violencia machista y Díez, que ha sido madre hace algunos meses, ha sobrevivido a lo largo de su vida a diferentes tipos de violencia contra la mujer. En entrevista con GARA, exponen las dificultades que encuentran las mujeres y, en concreto, las madres a la hora de huir del yugo de la violencia machista.
Hoy es 8 de Marzo y una de las principales reivindicaciones del movimiento feminista es la necesidad de cambiar el sistema de cuidados. ¿Qué es lo que falla para que las madres no puedan conciliar el cuidado de sus criaturas y la vida profesional?
Oihane Artetxe: La conciliación en las mujeres que maternamos en solitario, directamente, no existe, todos los permisos laborales y todas las políticas sociales están planteadas desde la participación dual o desde la biparentalidad.
Amaiur Diez: Empiezan fallando los permisos maternales. Separar a un bebé y a una madre con 16 semanas es violencia, tanto contra los menores como contra las madres. No se nos amplían los permisos desde los años 80.
O. A.: Nos han vendido la moto de la igualdad y en realidad no se ha ampliado el permiso maternal, solo se les ha ampliado a los hombres. Nosotras somos las que parimos, las que tenemos lactancia, posparto, las que tenemos 9 meses de embarazo, y que tengamos las mismas semanas...
A. D.: Se les ha ampliado sin exigirlo, sin lucharlo, y nosotras que somos las que estamos peleando porque esto se amplíe, no obtenemos nada. Luego falla que los cuidados recaen sobre las mujeres. Además, como son las mujeres las que se reducen las jornadas, seguimos siendo nosotras las que nos empobrecemos y demás. Es decir, al final la conciliación es muy difícil porque hemos pasado a trabajar doble. Trabajamos en nuestras profesiones y seguimos trabajando mucho más que los hombres en casa.
O. A.: Respecto a lo de los permisos, hay que decir que los hijos de las madres solteras tienen la mitad de semanas que el resto para estar con alguno de sus padres que en una familia nuclear tradicional.
En muchas ocasiones se establece la custodia compartida por descarte, como medida para ‘garantizar’ el reparto equitativo del cuidado. ¿Cumple esa función?
O. A.: La custodia compartida ha nacido bajo el lema de la igualdad y, en realidad, lo que han hecho en muchos casos ha sido dar la custodia compartida sin hacer una evaluación de qué está sucediendo en esa familia. Muchas veces, estamos dejando a los críos desprotegidos con padres disfuncionales, maltratadores... Es bastante peligroso.
A. D.: Otra vez han obtenido un derecho que no han peleado. Esto no es que las mujeres obtuviéramos antes las custodias porque si, sino porque no había padres que las pedían. Ahora las piden, las obtienen, y muchas veces las criaturas pasan a estar cuidadas por las madres de los padres o las parejas de ellos.
Peleamos porque las tareas y los cuidados estén compartidos, pero esto no puede empezar por dar custodias compartidas. Si durante la relación la carga no ha estado repartida, en el momento en el que nos separamos, yo no puedo entregar a mi menor a un padre que hasta ahora no se ha encargado de nada. Tiene que haber una revisión.
Es más, muchas veces se utilizan las custodias compartidas como manera de agredir a las mujeres y de hacer daño, y para no pasar la pensión.
O. A.: Además, es muy peligroso. Estoy en contacto con una asociación que se llama AMAVI, Asociación de Madres Afectadas por la Violencia Institucional de Euskadi, y hay un montón de madres teniendo que dejar a sus críos con sus padres cuando tienen sospechas de abuso y han sido investigados por abusos sexuales. La violencia institucional es terrible.
Está demostrado que el Síndrome de Alienación Parental no existe, sin embargo, se sigue utilizando en procedimientos judiciales. ¿Qué lectura hacéis de esta manea de proceder?
O. A.: A los menores en los juzgados no se les está escuchando. Tenemos el caso de Juana Rivas, y varios casos en Euskadi, como Irune Costumero o Imma Fuentes. Hay una ley estatal que se llama LOPIVI que recomienda no utilizar el SAP, la OMS, y el APA igual. Aún así, el Gobierno Vasco lo tiene metido en el instrumento de valoración de los Servicios Sociales porque lleva desde 2017 sin actualizarse.
Tenemos un sistema patriarcal multidimensional. Desde los juzgados hasta las escuelas, Hacienda… Se supone que cuando un padre es denunciado por violencia de género se tienen que suspender las visitas y en el Estado español en el 2024 solo se suspendieron un 12,75% de las visitas y las patrias potestades se les suspendieron en el 1% de los casos, aproximadamente. Al seguir teniendo una patria potestad compartida con una persona violenta, están haciendo que sigas sufriendo violencia machista, tú y tus hijos, porque tienes que seguir pidiendo permiso para todo.
Los críos tienen que seguir yendo con el aita, cuando hay indicadores de abuso. Esto es terrible. Y hay una ley que dice que eso no se puede hacer y no se cumple.
Como madres y víctimas de violencia machista, ¿creen que existe un sistema que ampare a quienes están en esa situación?
O. A.: Para empezar, el Estado debería hacerse cargo de las pensiones alimenticias. Yo llevo 14 años sin cobrar una pensión alimenticia. Las viudas tienen derecho a tener una pensión de viudedad o de orfandad y de nosotras no se hace cargo nadie. Además, tenemos el servicio psicológico de Esnatu, que te dan 6 meses de atención psicológica que en algunos casos se alarga.
A. D.: Yo fui atendida en Esnatu antes de ser ama y tratan también infancias. Tengo muy buena opinión de este servicio, pero es escaso. Las psicólogas que están allí no dan abasto, somos un montón de mujeres las que estamos ahí, un montón de menores y, en principio marcan 6 meses, en mi caso se amplió y estuve tratada ahí casi 3 años, pero como excepción.
Es un servicio que está muy bien, la psicóloga que me trataba me cambió la vida, literalmente, pero es un servicio escaso, no puede cubrir absolutamente todo. Existir, existen recursos, pero son insuficientes.
O. A.: Las instituciones nos están revictimizando. Hoy, todo el mundo se viste de morado, todas las empresas, los ayuntamientos... y cuando realmente tienes una situación de estas, nadie te ayuda, o te ayudan mujeres que están organizadas desde la militancia. Parece que tienes que elegir entre la violencia o la pobreza.
¿Qué rol deben asumir los hombres en la lucha contra la violencia machista?
A. D.: Es un tema del que nos corresponde a las mujeres hablar. Hay que ir de diferentes maneras. Somos un montón de mujeres las que hemos sido violentadas, así que tiene que haber violentadores, ¿no? Si quieren ayudar hay una manera muy sencilla, que es que empiecen a señalar a los violentadores, que los tienen en las cuadrillas y en las familias.
Nos han vendido toda la vida la frase de que la peor enemiga de una mujer es otra mujer, y es mentira, solo nosotras nos apoyamos.

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