Imanol  Intziarte
Redactor de actualidad, con experiencia en información deportiva y especializado en rugby

Abarcar y apretar, la resaca de veinte partidos en menos de dos meses y medio

La Real cerró ante el Rayo un agotador bloque de veinte partidos que arrancó tras el parón navideño. Imanol ha tratado de combatir al máximo en todos los frentes, una apuesta que, como todas, tiene pros y contras, pero que ha llevado al club a uno de los periodos más exitosos de su historia.  

Los jugadores tratan de recuperar el resuello al término del choque entre el Rayo y la Real.
Los jugadores tratan de recuperar el resuello al término del choque entre el Rayo y la Real. (LA OTRA FOTO)

Toda elección implica una renuncia, un precio a pagar. El refranero es rico. Sopas y sorber, tocar las campanas y dar misa… Sin olvidar el chiste de las setas y los rolex.

Durante años, la Real siguió a pies juntillas la idea de que no se podía combatir en varios frentes a la vez. Los titulares se reservaban para la Liga, lo que el ocurrente Toshack bautizó como «el pan y la mantequilla». La Copa estaba para dar minutos a los menos habituales o a los potrillos más prometedores.

Numancia, Logroñés, Beasain, L’Hospitalet, Mirandés, Zamora, Córdoba, Lleida… rivales de categorías inferiores que tumbaron a los donostiarras.

Imanol Alguacil cambió radicalmente esta concepción, y bajo su batuta el equipo ha ganado una vez el título, el año pasado cayó en semifinales ante el Mallorca y este vuelve a estar a las puertas de La Cartuja, aunque tendrá que remontar en el Bernabéu el 0-1 de la ida.

En cuanto a Europa, desde los 90 era un premio que se alcanzaba de Pascuas a Ramos, fruto de una buena campaña, generalmente aislada. El subcampeonato de Denoueix dio acceso a la Champions, el denostado y luego alabado Montanier –‘gabacho mueve el banquillo’– repitió una década más tarde –con un paso por Segunda entre medias–, Eusebio Sacristán se metió en Europa League… Hacer un buen año es factible para casi todos, que se lo digan al Girona.

Sin embargo, en el último lustro se ha conseguido el billete en cinco ocasiones seguidas, algo que nunca había sucedido, si bien es cierto que ahora se reparten más plazas que hace 40 años. Entre la 78-79 y la 87-88, la Real no bajó de la séptima plaza.

Ponferrada suena a hace un siglo

Este repaso histórico pone en contexto el momento actual. La Real ha acumulado entre el 5 de enero y el 16 de marzo la friolera de veinte partidos: 10 de Liga, 6 de Europa League y 4 de Copa. Solo el Real Madrid le iguala en cantidad. Desde la eliminatoria ante la Ponferradina –que parece lejísimos en el tiempo– hasta el empate en Vallecas.

Es una situación buscada y deseada, pero que supone un importante desgaste físico –partidos y viajes– y mental, así como la imposibilidad de preparar el siguiente enfrentamiento, porque casi no hay entrenamientos que no sean de recuperación. Quien mucho abarca…

Este es el año que Imanol está realizando más cambios en sus onces, pero no existe una fórmula mágica. Por ejemplo, en la ida frente al Midtjylland arriesgó con la alineación y salió bien, pero la línea entre ser ‘un mago de la pizarra’ o tener un ‘ataque de entrenador’ es muy fina. Tanto que se puede pasar de un lado al otro en minutos.

Apuntaba al principio que toda elección se cobra su precio. Hace nada, se decía que la Real estaba viva en las tres competiciones, y era cierto. Como lo es que ahora está eliminada de Europa, con pie y medio fuera de la Copa y duodécima en la Liga, aunque el octavo puesto, que posiblemente tenga premio, está solo a 4 puntos cuando quedan 30 por disputar.

Lógicos altibajos en el nuevo libro

Ya se preveía un curso complicado, con bajas de jugadores clave, una pretemporada amputada por la Eurocopa y los Juegos, fichajes sobre la bocina y una media de edad muy baja. «Un nuevo libro», en palabras de Aperribay, con algunos capítulos interesantes y otros más farragosos. La irregularidad por bandera, lógico en un proyecto en fase de ensamblaje.

Al equipo le cuesta generar en ataque estático. Los rivales lo saben, le dan el balón y esperan al error. Si a ello se suma que otros manantiales de puntos, como el balón parado, dan agua a cuentagotas –solo el desahuciado Valladolid ha marcado menos goles–, la victoria se fía a una solvencia defensiva que ha tenido sus más y sus menos. 

El problema de las expectativas es que se suben fácil, pero bajarlas ya es otra historia. No solo las externas, también las que cada uno se genera. Y en el fútbol profesional, al menos por estos lares, lamentablemente solo existe el aquí y ahora.

Los discursos de construcción a 2-3 años vista no tienen mercado, aunque los defiendan quienes llevan tiempo demostrando que merecen mucho más crédito. Tampoco falta quien asegura que los éxitos se producen ‘a pesar de’ y los fracasos ‘son culpa de’. Es un argumento imbatible, nunca falla.

La gran incógnita

Lo que resta de aquí en adelante se dirimirá en dos frentes. Por un lado el deportivo. Salvo hazaña en el coliseo merengue, el foco se pondrá en diez partidos de Liga. Por Anoeta pasan el colista Valladolid, tres rivales directos como Mallorca, Celta y Girona, y un Athletic que está completando un curso de ensueño. El derbi les caería a los leones en medio de unas hipotéticas semifinales de la Europa League.

Fuera de casa toca visitar a dos equipos que pelean por no bajar –Las Palmas y Alavés–, un aspirante a Champions como el Villarreal –este año no ha jugado en Europa y fue eliminado en segunda ronda de Copa por el Pontevedra, de Segunda RFEF–, y dos gallitos como Atlético y Real Madrid.

El otro frente estará en los despachos. Imanol no revelará hasta finales de abril o principios de mayo su decisión sobre si renovar o no. Tendrá que valorar si se ve con fuerzas y ganas para escribir este nuevo libro junto con Erik Bretos, el nuevo director deportivo que continuará la labor de Roberto Olabe. Si Imanol no sigue, se abrirá un enorme signo de interrogación.