Ramon Sola
Aktualitateko erredaktore burua / Redactor jefe de actualidad

Sorzabal: «Fueron horas de descargas eléctricas, hubiera firmado que maté a Carrero Blanco»

Iratxe Sorzabal ha sido juzgada por tercera vez en la Audiencia Nacional y de nuevo las torturas sufridas en 2001 han sido protagonistas absolutas de la vista. La presa vasca ha detallado cómo sufrió horas de descargas eléctricas hasta que «no sentía ni la piel» y debió ser hospitalizada.

Heridas en la piel de Iratxe Sorzabal, tras esta detención en 2001.
Heridas en la piel de Iratxe Sorzabal, tras esta detención en 2001. (NAIZ)

Tras una condena de 24 años ya firme y un segundo juicio reciente que está a la espera de sentencia, este lunes y martes Iratxe Sorzabal ha vuelto a sentarse en el banquillo de la Audiencia Nacional española acusada de un atentado de ETA cuya autoría niega. La Fiscalía se lo imputa a partir de una autoinculpación policial, que Sorzabal ha dejado claro que fue realizada bajo torturas gravísimas y amenaza de muerte, y la llamada «kantada» trasladada a la organización.

Pese a las interrupciones constantes del presidente del tribunal, Alfonso Guevara, interesado a todas luces en acabar el juicio cuanto antes, Sorzabal ha podido aportar algunos detalles de las torturas. Lo ha hecho con la voz entrecortada, que evidenciaba el dolor que supone este recuerdo todavía hoy, 24 años después.

«No tenía otra salida que hacer esa declaración –ha explicado al tribunal sobre la inculpación firmada en dependencias policial y no ratificada ante el juez–. Estuvimos ensayando y me obligaron a firmar lo que fuera. Hubo un momento que yo ya no podía negarme. A la vuelta del hospital me dijeron que me iban a matar, y yo no podía más. Hubiese firmado cualquier cosa. Les dije que firmaba que había matado a Carrero Blanco y se rieron de mí».

Efectivamente, para entonces Sorzabal ya había sido llevada al hospital: «Me trasladaron porque vino un médico forense de la Audiencia Nacional y me reconoció. Yo la víspera no le había dejado porque estaba aterrada tras dos días en que me estaban torturando. Pero entonces ya no podía más, estaba destrozada. Decidió mandarme al hospital».

Su abogado le ha pedido que concretara cómo la Guardia Civil le colocó la bolsa en la cabeza una y otra vez hasta provocar el vómito. La presa ha titubeado por el impacto del recuerdo: «Fueron decenas de veces, decenas», ha trasladado luego al tribunal con énfasis.

«Mientras el copiloto me daba golpes en la cabeza, otro me ponía la bolsa y otro me daba descargas. Y fueron horas...»

 

La parte más visible de las torturas, con todo, fueron las marcas en la piel, que el perito médico Benito Morentin ha atribuido sin duda alguna a la aplicación de electricidad. Iratxe Sorzabal ha dicho que las heridas «me las produjeron con electrodos. No sé qué aparato tenían. Fue desde el registro de la casa de Hernani hasta Madrid. Mientras el copiloto me daba golpes en la cabeza, otro me ponía la bolsa y otro me daba descargas. Yo no sentía ni la piel, fueron horas y horas. Estaba tapada con un antifaz».

«Ya está, ya está»

«Ya está, ya está», ha interrumpido el juez Guevara en estos y otros pasajes de la declaración de la acusada, así como ante algunas preguntas de las diferentes partes. No ha querido escuchar la explicación de Morentin sobre el Protocolo de Estambul, señalando que ya lo conoce.

Tras todo ello, la Fiscalía ha mantenido la petición, de seis años de cárcel, acusándole de la colocación de un artefacto explosivo en una papelera del Aeropuerto del Altet de Elche (Alacant) el 29 de julio de 1995. No hubo daños personales ni materiales, puesto que fue desactivada por los TEDAX.

La defensa, encarnada por Aiert Larrarte, ha subrayado la evidencia de que a Sorzabal se le torturó para forzar una autoinculpación «de hasta 22 delitos muy graves». Y ha recordado al tribunal que «no es habitual tener hallazgos físicos de tortura. Aquí están en los próximos informes de los forenses de la Audiencia Nacional, del hospital Carlos III...», ha enumerado.