Miren Saenz

Agua, un bien necesario para la vida con mercado propio

Somos afortunados, abrimos el grifo y sale el agua, un elemento fundamental para la vida. Todo el mundo no puede decir lo mismo. Pero, ¿sabemos lo que bebemos? ¿cuánto cuesta?... En el Día Internacional del Agua publicamos la charla con Patxi Casal, director general de Alzola Basque Water.

Somos afortunados, abrimos el grifo y sale agua.
Somos afortunados, abrimos el grifo y sale agua. (Andoni CANELLADA | FOKU)

Somos agua, el 70% de nuestros cuerpos está constituido por este líquido indispensable, aunque el elemento vital para la subsistencia no esté disponible para todo el planeta. A diferencia de otros lugares, en eso, Euskal Herria es un territorio afortunado. Básicamente, para el consumo humano hay tres opciones: agua del grifo, filtrada y mineral embotellada. La más utilizada es la procedente de la red pública, expuesta a la contaminación de ríos, arroyos, lagos o embalses, y posteriormente tratada con sustancias químicas para convertirla en potable. La filtrada es el agua de la red pública, limpiada a través de filtros con una oferta de aparatos y recipientes de diferentes precios, utilidades y procedencias. Estos aparatos han llegado a algunos hogares y a establecimientos tipo restaurantes o salones de estética.

Además, está el agua envasada. Euskal Herria cuenta con tres empresas de agua mineral embotellada: las guipuzcoanas Alzola e Insalus y la navarra Betelu. Hablamos con Patxi Casal, director general de Alzola Basque Water, un ingeniero de telecomunicaciones que llegó a la empresa en 2012 para entrar en el mundo del agua mineral y nos brinda una visita guiada por el balneario. Esta construcción de 1801, compuesta por siete edificios conectados para poder trabajar, rezuma historia y curiosidades.

Patxi Casal, director general de Alzola Basque Water, en el interior del balneario. (Andoni CANELLADA/FOKU)

En el pasado, el balneario situado en Altzola, barrio de Elgoibar, gozó de una tradición médica muy elevada. Aquí se refundó el Colegio de Médicos, tal y como se conoce hoy en día, y el Colegio de Farmacia. También fue la base de los prospectos, con su famosa receta del agua de Alzola, e incluso los dos angelotes que aparecen en este prospecto todavía se conservan en muchas farmacias europeas como símbolo o adorno. «Alzola es un nombre árabe que significa el lugar de las aguas», explica Casal, sobre esas aguas que vienen de Izarraitz, un monte calizo que las recoge de la lluvia y tardan 25 años en llegar al manantial.

«El agua es oro» es más que una frase hecha porque sin ella no hay vida y la potable es un bien escaso. Así que aquí la pregunta es obligada: ¿Realmente, tenemos cultura del agua? «Hay poca cultura de conservación del agua, de cómo se trata, de cómo protegerla. Y de beberla tampoco, salvo que estés enfermo, seas muy mayor o muy pequeño. Comparada con otros sitios, en el País Vasco tenemos agua de bastante calidad, pero la gente no sabe que el sistema de abastecimiento más caro que existe en cualquier estamento municipal, diputaciones o gobiernos es el agua, más que la red eléctrica o las traídas de gas», responde Casal.

Privilegiados en acuíferos y con abundantes lluvias, es en el proceso para potabilizar el agua donde surgen las dudas de su salubridad. «Es complejo saber si tenemos buen agua. El agua que sale en casa, normalmente viene de un pantano en el que hay de todo, por lo que debe pasar por un centro de esterilización en el que se le hacen entre 20.000 y 30.000 esterilizaciones físicas y químicas, antes de poder servirla. Ese agua no se puede beber todavía porque tiene bacterias. Luego se clora y el agua clorada tiene beneficios e inconvenientes; sabemos que la lejía acaba con todo pero también con nosotros. El cloro en general en periodos cortos de ingesta no tiene ningún problema, pero sí en los largos, a más de 40 años. Tampoco existe un proceso diferente a la cloración que sea económicamente viable. Hay otros procesos pero serían carísimos y solo habría agua potable para los poderosos. Depende del estado de salud de cada uno, pero para lo que es lavarse, cocinar... todo lo que hacemos con el agua, aparte de la ingesta, la de aquí es estupenda». 

Las aguas que nacen en el macizo de Izarraitz fluyen junto al balneario de Altzola. (Andoni CANELLADA/FOKU)

El negocio del agua

Entrando en el ámbito del agua mineral envasada, Casal confirma que todas las aguas minerales son diferentes porque tienen distintos residuos eco y, dependiendo por dónde pasen, disuelven unos minerales u otros. Fiel defensor del agua embotellada, cree que ésta está en crecimiento. «Ahora que está de moda lo ecológico, y no hay nada absolutamente ecológico, porque si te comes un tomate está contaminado por el agua de lluvia; el único producto 100% ecológico es el agua mineral. Lo demuestran los ensayos de pureza y los análisis».

Un negocio en el que de las 150 empresas del mercado estatal, el 95% de ellas pertenecen a multinacionales. «Quedan las empresas pequeñas o con una tradición de balneario y salud, pero sobre todo prima lo comercial, los intereses y las pequeñas llegamos menos. Aquí quedamos tres manantiales y los tres son muy pequeños. No llegamos a un 5% del mercado y la gente compra por marketing. Pensamos de forma inconsciente o subjetiva que aquello es mejor que esto o más barato. Y en Euskadi, el agua más barata, una es gallega y la otra de Albacete. A nivel medioambiental hablamos de una cosa y luego hacemos otra, huella de carbono, etc. Se habla mucho del apoyo a lo local y aquí no hay ninguna enseña importante que tenga abastecimiento de agua local. Son muchos litros a final de año pero con muy poco valor. Muchas veces vale más el transporte que el agua».

Así que buscando rentabilidad recurren a otras estrategias como envases personalizados o ediciones especiales con motivos deportivos o sociales. En los últimos años han editado botellas con el escudo del Athletic o de La Donostiarra; con el lema «No es no» –en fondo blanco, con etiqueta morada–; la bandera arcoíris o en homenaje a Kepa Junkera y las pandereteras. Basque Luxury, la empresa del sector del lujo en Euskal Herria, utiliza sus botellas. «No podemos tocar el agua, en cuanto sale del manantial la tenemos que custodiar en estéril y llevarla a la botella. Así que para llegar a la gente pensamos en lo subjetivo, que es el envase. Al año hacemos unas 150 personalizaciones, son muchas etiquetas. Funciona muy bien y es de las cosas más gratificantes porque lo agradecen».

En Alzola Basque Water se han ido adaptando a los nuevos tiempos con el Ecobox, botellas de PET, que son reciclables, recipientes de cristal... La sostenibilidad lo exige, aunque su director encuentra contradicciones en algunas de las consideradas soluciones. «Lo vemos en las crisis, durante la pandemia del covid todo el mundo recurría a las botellas de plástico y en la dana de Valencia también, es lo más higiénico. Ahora está de moda el agua en brick, que debería estar prohibida porque un brick no es un cartón, sino una multicapa con entre ocho y once capas de plástico, cartón y aluminio. Reciclarlo es una tragedia, prácticamente no hay nadie que lo haga. Por cada tonelada de cartón que sacan de los tetrabrick, se gastan diez toneladas de agua, lo cual es inviable. Las latas de aluminio son un material noble pero contaminan siete veces más que la botella de plástico. El cristal, que funciona muy bien para la hostelería y se puede rellenar, consume mucha más energía y en el examen ecológico también es perjudicial. El único envase disponible es el viking 2, que es una caja de cartón con una bolsa de plástico en su interior, y en su conjunto es cuatro veces y medio menos contaminante que el plástico». 

Un derecho universal

Casal considera un problema serio que en los últimos años el agua se haya convertido en una de las materias primas que cotiza en Bolsa. Pinta un futuro poco esperanzador y hace cuentas. «Somos 8.000 millones de humanos y en el 2050 seremos 10.000. A día de hoy, 2.000 millones no tienen acceso al agua. Hay 2.500 millones de personas que no se pueden lavar y casi la mitad de la población a nivel mundial no tiene acceso a saneamiento. Hace unos ocho años surgieron los fondos azules que, aparte de manantiales, sobre todo en Sudamérica, están comprando los derechos del uso del agua. Se calcula que en 2050, cuando seamos 10.000 millones, solo 2.000 millones, tras haber comprado el agua, van a tener acceso a su utilización. Y, si no, el precio podría ser tan alto que no estará al alcance de la gente. La tendrán los que están cotizando, que son los más poderosos de los poderosos», matiza.

Casal asegura que en Argentina, en los últimos años, se han vendido pozos de agua mineral. «La Tierra tiene tres cuartas partes de agua, pero el agua disponible es el 0,07 del total. El 70% del agua disponible está en los casquetes polares en forma de hielo. ¿En qué cabeza cabe que se pueda comprar? Pues se está comprando. El caso de Ushuaia es un atentado medioambiental, es propiedad de los fondos. A nivel americano, es la reserva más importante. En África, Senegal tiene otra de las grandes reservas y sus propietarios son chinos, libaneses e iraníes. Todas las aguas deberían de ser públicas, y el derecho al agua debería de ser universal».