Mussa’ab Bashir Alazaiza

El plan de Trump para vaciar Gaza no es factible. ¿Por qué?

Mientras Israel vuelve a machacar Gaza, se habla del plan de Trump para vaciar la Franja y construir allí unos resorts. Se repiten opiniones sin datos sobre un fin desolador e inevitable para Gaza. Aun así, no hay posibilidad de que dicho plan se lleve a cabo, ¿Por qué?, Empezando por el coste

Desplazados gazatíes observan desde el interior de las ruinas de la Universidad Islámica de Gaza.
Desplazados gazatíes observan desde el interior de las ruinas de la Universidad Islámica de Gaza. (Omar ASHTAWY | EUROPA PRESS)

La Franja de Gaza tiene una población de más de 2 millones de personas, y aunque vaciarla no significara dejarla sin habitantes, el proceso de expulsión conlleva unos gastos muy altos.

Alojar a la gente en lugares habitables, con un mínimo en servicios, y darles medios de subsistencia para que no vivan una situación dramática no está en la agenda de Trump-Israel, lo que conllevaría inevitablemente a un estallido popular incontrolable.

Vaciar Gaza significaría, en principio, llevar a la población a Egipto y Jordania, los dos países árabes vecinos de Palestina. Dichos países registran tasas altas de pobreza.

En el caso egipcio, el Banco Mundial sitúa la tasa de en torno al 30% de la población.

En el caso jordano, es del 15% y subraya que un tercio de la población está en riesgo de vulnerabilidad.

El régimen militar en Egipto, y el monárquico en Jordania, manejan con mano de hierro a sus poblaciones. El descontento popular no deja de crecer debido al empobrecimiento, la represión y la pacata posición política de dichos regímenes en cuanto a la causa palestina, esto es, la causa central del mundo árabe.

La hipotética llegada de palestinos a Egipto y a Jordania significaría echar más leña al fuego y sería la catálisis en un caldo de cultivo propicio que crearía una inestabilidad fuera de control.

Ambos países, además, tienen extensas fronteras con el Estado sionista de Israel, por lo que esta situación podría provocar el estallido de ataques de todo tipo, sin jerarquía organizativa alguna, desde Jordania y Egipto contra Israel.

No se puede negar la experiencia y creatividad de los regímenes de Egipto y Jordania para desarrollar sus métodos de represión y control de la población.

Pero en caso de un aumento brusco de población –con llegada de palestinos– se necesitará una reconfiguración urgente de los servicios de seguridad para poder controlar el caos, y esto es, asimismo, un gasto inmenso.

La Administración Trump no está dispuesta a asumir más gastos en Oriente Medio, ya que su plan pasa por mantener la superioridad militar de Israel, y dirigir sus fuerzas al Pacífico para enfrentarse a China, entre otros objetivos.

Todo esto nos lleva a pensar que los regímenes de Egipto y Jordania no podrán apostar por una jugada perdida que podría terminar con la caída del poder déspota, bien directamente tras el levantamiento del pueblo, o bien indirectamente tras perder una guerra con un Ejército israelí mejor armado.

El tejido social y las tribus beduinas

En la Nakba de 1948, primera fase de la limpieza étnica de Palestina para establecer el Estado sionista de Israel, parte de la población palestina se refugió dentro de la Franja de Gaza y Cisjordania, controladas por Egipto y Jordania, respectivamente.

En aquel momento Egipto y Jordania no reconocían a Israel y se encontraban en estado de guerra con el régimen sionista, por lo que no existía otro problema que no fuera vencer a Israel y devolver a la gente refugiada a sus tierras.

Ya existían lazos familiares entre las poblaciones de Palestina, Jordania y Egipto, relaciones que componen el tejido social de los tres países.

En estas relaciones familiares encontramos otro «problema» al que se enfrentarían el régimen militar de El Cairo y el régimen sionista de Israel: entre los territorios de Egipto, la Franja de Gaza e Israel viven seis tribus beduinas con relación de sangre: los Tayaha, los Tarabin, los Qatatwa, los Rmeilat, los Hanayra y los Sawarka.

Se estima que las tribus beduinas conforman el 35% de la población palestina de la Franja de Gaza y, por lo tanto, una expulsión forzosa del pueblo palestino de Gaza hacia Egipto fomentaría una reacción violenta por parte de dichas tribus en la península del Sinaí, a lo largo de la frontera con Israel.

En este caso, la línea de enfrentamiento con Israel se extendería a más de 200 km, en lugar de los 47 km entre la Franja de Gaza y el territorio controlado por Israel.

Maniobras de los ejércitos de Egipto y Jordania

Después del estallido de la guerra en Gaza, el Ejército egipcio envió dos divisiones de infantería mecanizada a 250 km de Gaza para controlar la ruta hacia la Franja y prohibir el movimiento de personas hacia Palestina.

Fue una acción destinada a bloquear un probable flujo popular egipcio antiisraelí hacia Palestina. Después de la declaración del Plan de Trump, las dos divisiones, junto con el batallón de élite 101 de la fuerza especial egipcia (Relámpago), fueron enviadas al mismo paso fronterizo para bloquear la salida desde la Franja hacia Egipto.

Las tertulias de la Radio del Ejército Israelí, en las que participan comandantes de alto rango, no dejan de repetir que el acuerdo de paz con Egipto es el logro estratégico más importante para Israel después de la creación del Estado.

La institución militar israelí es consciente de la importancia de «exterminar» a Hamas en Gaza y, después, gestionar los asuntos de la vida de la población palestina de la Franja para que no rebrote «el terrorismo».

En el caso de Jordania, la situación no sería esencialmente diferente, ya que se estima que la población jordana de origen palestino constituye casi dos tercios del total de la población.

Desde el comienzo de la guerra en Gaza, el Ejército jordano se desplegó a lo largo de la frontera con Israel y se reprimieron muchas manifestaciones contra el genocidio que se dirigían hacia la frontera.

La Liga Árabe dejó claro que no quiere el Plan de Trump, porque simplemente no quiere ni refugiados ni problemas que pongan en peligro el poder de sus estados.