Santiago Montag Soler

Resistencia siria contra la ocupación israelí del Golán

«Tuvimos media hora entre la caída de Assad y la invasión de Quneitra», recuerda Ahmad Abu Atrash, periodista de Quneitra. Fue el tiempo que tardó Israel en volver a clavar sus garras en Siria, ocupando una nueva porción de territorio. Una constelación de aldeas sufre una nueva ocupación israelí.

En la página anterior, lfamilia de Ahmed Shteiwi, un niño de 12 años a que recibió el impacto de una bala en una protesta. Sobre estas líneas, movilización contra la ocupación en Al-Hijaz Station, en el centro de Damasco.
En la página anterior, lfamilia de Ahmed Shteiwi, un niño de 12 años a que recibió el impacto de una bala en una protesta. Sobre estas líneas, movilización contra la ocupación en Al-Hijaz Station, en el centro de Damasco. (Santiago MONTAG SOLER)

Khan Arnabeh es una ciudad importante situada en la zona desmilitarizada en la provincia de Quneitra, según estipula el pacto de 1974. Alberga la oficina de Mohammad Fayyad, un abogado de derechos humanos y activista que está documentando la ocupación israelí del sur de Siria. Con la excusa de buscar armas de Hizbulah y del régimen de Bashar al-Assad, «entraron a las aldeas con tanques, soldados y camionetas, irrumpieron en las casas por la noche y hubo intensos ataques aéreos contra establecimientos militares del antiguo régimen en Kiswa, Ghabaghb, Sanamin e Izraa, en la provincia de Deraa», enumera el letrado, que fue arrestado de forma ilegal por las tropas israelíes.

Y la lista sigue. «Invadieron las aldeas de Al Hurryah, Kodana, Al-Asbah, Al-Rafeed mientras que en Al-Hamidyeh y Rasm al-Riwadi, su presencia es permanente», explica Fayyad.

En diciembre, la aldea de Suwayseh, ubicada en la frontera entre Deraa y Quneitra, se vio sorprendida por la invasión del Ejército israelí, que avanzaba desde los territorios sirios ocupados. Cientos de vecinos se agruparon para resistir y se enfrentaron a los tanques israelíes con palos y piedras, mientras las mujeres ayudaban y cuidaban a los niños. «Vinieron con excavadoras para demoler los edificios militares del Gobierno», relata el sheik Aadel Alali, quien agrega que «decidimos resistir, esta es nuestra tierra». El Ejército israelí respondió abriendo fuego e hiriendo a varios jóvenes, entre ellos al hijo de Aadel.

«Ahora están levantando nuevos checkpoints, nadie puede acercarse porque te disparan»

En la vecina aldea de Saida al-Golan, los residentes protestan igualmente contra la ocupación israelí. El sheik Meskin, de 62 años, relata que los soldados israelíes avanzaron sin aviso previo, destruyendo árboles y construyendo nuevos puntos de control. «Ahora están levantando nuevos checkpoints, nadie puede acercarse porque te disparan», comenta.

Esta situación «ha privado al pueblo de la posibilidad de compartir con el país la alegría por la liberación de la tiranía», comenta Fayyad. «La ocupación se ha apoderado del monte Hermón, donde están las principales fuentes de agua», explica el abogado. El Golán alberga importantes recursos hídricos en una región caracterizada por la aridez, junto a una formación volcánica que le brinda un suelo fértil.

ISRAEL: «NOS QUEDAMOS»

Aunque han pasado casi cuatro meses desde que Al-Assad fuera derrocado por el salafo-yihadista Movimiento de Liberación del Levante (HTS por sus siglas en árabe), la situación se ha agravado. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, visitó recientemente el monte Hermón tras una noche de ataques contra 40 objetivos en Siria. Desde allí declaró que están «preparados para quedarse en Siria de forma indefinida». Su anuncio es corroborado sobre el terreno con la construcción de 9 bases militares y puestos de vigilancia.

Los Altos del Golán son una región de 1.800 kilómetros cuadrados que, según la ONU, pertenecen a Siria. Sin embargo, en 1967, durante la Guerra de los Seis Días, Israel ocupó 1.200 kilómetros de ese territorio. Tras la guerra de Yom Kippur, en 1973, se firmó un pacto entre Tel Aviv y Damasco para un armisticio junto a una misión de vigilancia de la ONU. A pesar de ello, en 1981, Israel se anexionó unilateralmente el territorio. En 2019, el presidente estadounidense, Donald Trump, reconoció la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, siendo el único país en hacerlo. Pero esto no es suficiente.

«Israel entra en pueblos y ciudades en forma de patrullas a recoger datos estadísticos con el pretexto de proporcionar ayuda humanitaria, pero los residentes rechazan cualquier injerencia que genere la división de Siria», dice Ahmad Abu Atrash con orgullo.

A finales de febrero, Israel dio comienzo a una nueva escalada tras un mes de relativa calma. Las familias vivieron noches de bombardeos en toda la región. Tanques y camionetas con soldados armados entraron en aldeas con la excusa de destruir viejos arsenales de Al-Assad aterrorizando a la población. Las bombas israelíes desvelaron a las familias del sur de Siria, pero también despertaron la resistencia. «El futuro del país depende de nuestra soberanía sobre esta tierra y de enfrentar los esquemas coloniales, o terminaremos desplazados como nuestros antepasados», dice Abu Atrash.

«La juventud tiene dudas sobre el futuro de este país, todo depende de los resultados del Diálogo Nacional»

 

La ofensiva coincidió con la primera Conferencia de Diálogo Nacional, en la que líderes políticos y religiosos de todas las comunidades se reunieron para discutir el futuro de Siria. El objetivo de Israel es mantener la inestabilidad, poniendo en peligro el débil equilibrio de millones de sirios tras 14 años de guerra.

«La juventud tiene dudas sobre el futuro de este país, todo depende de la consolidación de los resultados del Diálogo Nacional junto a los cambios que acompañarán la fase de transición», afirma el periodista Atrash. «Todos esperamos que la paz y la estabilidad prevalezcan en el país y que terminen todas las formas de tragedias, pero Israel está destruyendo esa débil esperanza», añade.

EL FACTOR DRUSO

Lo que hasta el momento era una resistencia local se convirtió en resistencia nacional. En la ciudad drusa de Sweyda, Quneitra, Daraa y varios barrios de Damasco, cientos de personas rompieron el silencio para protestar contra la ocupación y los bombardeos. «Estamos tratando de unificarnos, a pesar de sus intentos de debilitarnos y dividirnos, y de crear conflictos sectarios entre la gente de la provincia, explotando el deterioro de las condiciones ‘morales’ frente a las ‘materiales’ de los ciudadanos para atraerlos a trabajar para ellos», señala.

Netanyahu reveló sus intenciones cuando ordenó al Ejército israelí «defender un barrio druso en Damasco». El primer ministro israelí había interpretado erróneamente un enfrentamiento personal en el barrio de Jaramana como una escaramuza entre drusos y las fuerzas de seguridad del nuevo gobierno.

«Israel ve en esto la oportunidad de establecer la Línea de David y aplicar el plan del Gran Israel -explica Tamara, una joven activista de la ciudad de Sweida-. Utiliza a los drusos y su delicada situación como excusa para continuar su colonización». Netanyahu intenta reclamar a esta comunidad religiosa en Siria, apoyado en la idea de que los drusos de Israel son fieles al Estado y son famosos por integrar las fuerzas armadas. Sin embargo, en Siria o Líbano, los drusos a menudo han abrazado las ideas del nacionalismo árabe. «Los drusos del Golán sirio ocupado han mostrado resistencia a la ocupación israelí desde 1967 al negarse a aceptar la ciudadanía israelí, aferrándose firmemente a su identidad siria», relata la activista.

En la comunidad de Hadar, una aldea a cinco kilómetros de Majdal Shams -una ciudad drusa ocupada desde 1967 en el Golan- vivieron intensos ataques durante la guerra civil. Desde el 8 de diciembre quedaron aislados e Israel les ha ofrecido trabajo y llevado 10.000 paquetes de ayuda humanitaria para el invierno. «Los drusos se encuentran realmente en una posición muy difícil, ya que son una minoría pacífica y vulnerable», asegura Tamara.

Shakib Amer, profesor de Arte y activista originario de As-Suwayda, explica que «los drusos, al igual que otros sirios, tienen opiniones diversas sobre el nuevo Gobierno, incluso perspectivas diferentes sobre la cuestión de Israel». Pero agrega inmediatamente que «seguimos comprometidos con nuestro único y eterno principio: proteger la tierra y la dignidad».

En Damasco hubo también algunas protestas. Hothifa Alrefai, una estudiante de inglés de 25 años y activista, sostiene en la estación Hiraz, en el centro de la ciudad, que «Israel está robando nuestros recursos y busca expandir su territorio». Y se pregunta sobre las declaraciones de Netanyahu: «¿Cómo es que quien asesina niños en Gaza dice poder proteger a la gente de aquí?».

Shady Khweis, activista druso: «Podemos protegernos solos sin la ayuda de un Estado ocupante y racista»

 

Si bien el nuevo Ejecutivo ha condenado los ataques israelíes y la ocupación en nombre de la soberanía del país, su voz es una plegaria en el desierto. En vano espera que la comunidad internacional presione al Gobierno israelí para poner fin a la agresión. Porque «ellos rechazan la ocupación, que está a menos de 30 kilómetros de Damasco, pero no hacen nada al respecto», denuncia la activista.

Shady Khweis se dedica al doblaje de películas al árabe. Es un activista druso de la ciudad de Sweida que exclama sin miedo que «si el nuevo Gobierno no puede protegernos o representa un peligro para nosotros, podemos protegernos solos sin buscar la ayuda de un Estado ocupante y racista como Israel o algún otro».

Para Hothifa, en esta situación «debemos hacernos oír en la calle, es la única manera de mostrar que no queremos división y que rechazamos cualquier intervención».