
En su ruta hacia la autarquía, la administración estadounidense que lidera Donald Trump ha disparado aranceles a todo lo que se mueve. Sus perdigonazos producen algunas situaciones que mueven a esbozar una sonrisa, a pesar de la gravedad del asunto.
Por ejemplo, el mandatario ha anunciado que impondrá barreras tributarias a las importaciones procedentes de las islas Heard y McDonald, dos pedazos de tierra que emergen en el océano Índico y que forman un territorio externo de Australia desde 1947.
Con una superficie total de 412 kilómetros cuadrados, en 1997 fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, debido a un valor naturalístico que cuenta a su favor con el hecho de que ¡están deshabitadas!. Son refugio de focas, aves y pingüinos, especies que en principio no mantienen relaciones comerciales con el gigante americano.
El primer ministro australiano, Anthony Albanes, ha señalado que esto demuestra que «ningún lugar del mundo es seguro» con Donald Trump en la Casa Blanca. El caso toma tintes de misterio cuando se observa que, según datos del Banco Mundial, EEUU ha importado bienes de estos islotes, por ejemplo hasta 1,28 millones de euros en «maquinaria y aparatos eléctricos» en 2022, informa ‘The Guardian’.
Militares y contratistas
Otro territorio que tendrá que pasar por caja es la isla Diego García, un atolón perteneciente al archipiélago de Chagos, también en el Índico. Con 30 kilómetros cuadrados, es territorio británico pero su soberanía será transferida a Mauricio. Lo llamativo es que la población actual la forman unos 3.000 militares y contratistas británicos y estadounidenses que trabajan en la base aérea que tiene allí el Gobierno de Washington.
En el hemisferio norte, la pequeña isla noruega y antigua estación ballenera de Jan Mayen, al este de Groenlandia, se enfrenta a aranceles del 10%. Tampoco tiene población estable, más allá de los empleados de las estaciones de radio y meteorológicas ubicadas en la isla. No tiene recursos naturales explotables ni actividad económica alguna.
Mucho más duro, hasta del 50%, será el gravamen que sufran las exportaciones a EEUU del archipiélago de Saint Pierre et Miquelon, conocido por tener una ikurriña como parte de su bandera.
Las islas están geográficamente en la Terranova canadiense, pero pertenecen al Estado francés, que «solo» será castigado con un arancel del 20%. Con unos 5.000 habitantes, vende al gigante americano principalmente crustáceos, moluscos y mariscos.

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