Es probable que el nombramiento de Alfonso Arriola para repartir millones de euros públicos después de haber sido condenado en firme por un delito de prevaricación sea legal, pero también es cierto que resulta incomprensible para una mayoría de la ciudadanía. El conocido microrrelato de Augusto Monterroso dice: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí».

En el caso del Gobierno de Lakua y del PNV la conclusión es cómo no va a estar ahí si lo están alimentando cada día. El proceso ‘Entzunez eraiki’ de finales de 2022 fijó entre sus conclusiones que el PNV «debe contrarrestar cierta imagen de ‘amiguismo’ que ha podido calar tras tantos años de gestión pública». Pero en lugar de aplicarse en ello, parece empeñado en afianzar esa imagen. Consejeros que pasan al sector privado ligado a sus funciones en pocos meses, rueda de ceses y nombramientos para colocar con sueldo de la administración a miembros y exmiembros del EBB, otros en nómina del Parlamento con sueldos excepcionales, condenados por corrupción repartiendo ayudas gubernamentales... A este paso el dinosaurio va a engordar tanto que reventará el dormitorio.