Las protestas de la bandera buscan la vuelta al pasado
Las protestas de la bandera se les escapan de las manos a los partidos unionistas, y dan alas a elementos minoritarios y retrógrados dentro del lealismo, opuestos al Acuerdo de Viernes Santo y que reclaman una vuelta al gobierno de Londres, a la vez que amenazan con llevar las protestas a Dublín y a las puertas del primer ministro norirlandés, Peter Robinson.
Un mes después de la decisión del ayuntamiento de Belfast de limitar la presencia de la bandera británica en el edificio de la capital norirlandesa a ocasiones oficiales, lo que se traduce en quince días al año, la violencia de las continuadas protestas lealistas en las calles de Belfast ha ahondado las diferencias entre el denominado unionismo oficial -el de los partidos políticos con representación en la Asamblea legislativa de Belfast- y el de pie de calle.
El unionismo oficial siempre se ha situado en el lado del «derecho de estado» y «la ley y el orden», siempre y cuando esta fuera la dictada desde la corona británica. Su incursión en la campaña de base contra la limitación de la presencia de la Unión Jack claramente se les ha escapado de las manos.
Los 40.000 folletos financiados y distribuidos en nombre del UUP y DUP con anterioridad a la votación en el ayuntamiento de Belfast, con los que inicialmente planeaban resituarse políticamente y reclamar algunos de los votos del Partido de la Alianza -cuyos votos fueron claves en la decisión de arriar la bandera- por un lado y reencontrarse con la comunidad lealista por otro, han resultado contraproducentes. A pesar de su condena de las protestas, que han causado sesenta y nueve policías heridos, casi un centenar de manifestantes detenidos, actuación de las fuerzas antidisturbios, disparos contra la policía, oficinas quemadas, amenazas de muerte contra políticos nacionalistas (Alex Maskey y Gerry Kelly de Sinn Féin, entre otros, han recibido sobres con balas), y la posibilidad de que ahora les salpique directamente a ellos -los manifestantes ya han anunciado su intención de manifestarse ante la vivienda del primer ministro norirlandés, el unionista Peter Robinson, en los próximos días-, los líderes del UUP y DUP no pueden evadirse de toda su responsabilidad, porque con sus acciones abrieron la caja de Pandora de la insatisfacción de una minoría lealista agresiva y vociferante. Y ahora, se encuentran con la protesta podría convertirse en «internacional» con una manifestación el próximo sábado, 12 de enero, ante el parlamento irlandés en Dublín
En estos momentos, tanto el DUP como el UUP intentan distanciarse de los manifestantes. Ambos partidos han creado su propio foro para la discusión, con la inclusión del partido lealista UUP, con la intención de reconducir la protesta, además de un grupo de trabajo dentro de la Asamblea norirlandesa, pero de poco ha servido para calmar las aguas lealistas.
A sus dificultades se une ahora en la reaparición de elementos oportunistas, tales como paramilitares lealistas, disidentes republicanos, autoproclamados representantes de las víctimas, o simplemente aquellos que aprecian la violencia callejera como forma de recreación, y a los que los partidos unionistas mayoritarios les han entregado la perfecta excusa.
Según fuentes de la policía norirlandesa, miembros del grupo paramilitar lealista UVF han participado, y posiblemente orquestado, algunas de las acciones violentas y ataques contra la policía.
El jefe de la policía norirlandesa, Matt Baggot, afirmó que la participación de la organización lealista se limitaba a las protestas en el este de Belfast, y no existía ninguna evidencia del apoyo colectivo de la organización a estas acciones.
Hay que considerar el carácter fragmentario del paramilitarismo lealista, como demuestran las continúas escisiones (UDA, UFF, UVF, UFF, Red Hand Commando, etc), así como su papel en tráfico de drogas, proxenetismo, etc., lo que explicaría el deseo de algunos elementos dentro de la organización de reclamar su papel dentro de la comunidad protestante lealista.
De hecho, conocidos líderes del UVF y del PUP, partido asociado con la organización paramilitar, han expresado su preocupación por la presencia de elementos contrarios al alto el fuego y con conexiones neonazis en las protestas, a la vez que han negado participación de la organización en la organización de las manifestaciones. En sus declaraciones a los medios, Matt Baggot también apuntaba a otro aspecto clave de los sucesos de los últimos días, la participación de jóvenes en las protestas violentas.
La carencia de liderazgo, oportunidades y modelos positivos a seguir dentro de las comunidades ha sido señalada una y otra vez por activistas comunitarios como una de las claves en los enfrentamientos esporádicos que se producen de tiempo en tiempo en Belfast, así como el carácter recreativo que no político de esta.
De ahí, la petición de Baggot a «políticos y aquellos que se han presentado como organizadores (...( así como los padres y los activistas comunitarios» para que pongan fin a las protestas.
«En estos momentos hay falta de control, lo cual me preocupa muchísimo», advertía Baggot. A todo ello hay que unir el recién creado Ulster People's Forum, que pretende organizar una protesta ante el parlamento irlandés en Dublín, así como varias manifestaciones en alguna de las zonas más inestables de Belfast.
Entre los líderes de este movimiento se incluye el autoproclamado portavoz de las víctimas Willie Frazer, cuyo grupo, FAIR, perdió su financiación el pasado año. Entre sus demandas, el fin de la autonomía para el norte de Irlanda y la vuelta al gobierno centralizado desde el parlamento de Londres.
Curiosamente, el grupo, que ha rechazado cualquier contacto con políticos electos hasta que estos restablezcan sus vínculos con la gente de a pie, ya está planeando presentar su propio candidato a la elección para el escaño al parlamento británico que ha abandonado Martin McGuinness, y su candidato será... Willie Frazer. Sin embargo, la predicción es que los electores de Mid-Ulster votarán por el candidato republicano Francis Molloy.
El Ulster People's Forun, de la boca de Frazer, ya ha anunciado su intención de desplazar la protesta sobre la bandera británica a Dublín, y promete que unos 150 lealistas se manifestaran frente al parlamento de Dublín. Frazer fue uno de los organizadores de la marcha orangista Love Ulster en Dublín en el 2006 que culminó en una batalla campal en las calles de la capital irlandesa.
La intención del Ulster People's Forum es beligerante, y la de crear una reacción similar el próximo sábado 12 de enero, para así justificar políticas contrarias al Acuerdo de Viernes Santo y las instituciones norte y sur. Frazer quiere «desafiar al gobierno irlandés para que cambie su política sobre la presencia de la bandera irlandesa los 365 días del año ante el parlamento»...
En su afán por representar la ira de los lealistas, Frazer olvidó analizar sus datos. La bandera irlandesa solo ondea los días en los que el parlamento se reúne en sesión oficial. Y de su mano juegan los disidentes republicanos del IRA de la Continuidad, que coinciden con Frazer en su oposición al Acuerdo de Viernes Santo.
Pero esta es una partida en la que todos ganan, porque la retórica y las acciones de los manifestantes lealistas en los últimos días serán claramente utilizadas por los grupos nacionalistas opuestos al proceso político para defenestrar el proceso de paz y reconciliación en el norte de Irlanda, así como la posible consecución de una Irlanda unida por medio del consenso y la discusión política, como defiende Sinn Féin.
La protesta unionista en Dublín, que tendrá lugar en los primeros días de la presidencia irlandesa de la Unión Europea, busca la mayor repercusión mediática a nivel internacional, sin considerar el impacto que está tendrá en la economía norirlandesa, en la inversión extranjera y en la llegada de turistas al norte de Irlanda, como ya denunció la representante del gobierno de Londres en el norte de Irlanda, Theresa Villiers.
Villiers denunció que las manifestaciones han dañado enormemente la imagen del norte de Irlanda a nivel internacional. «Irlanda del Norte se encuentra en la carrera global por la inversión y la creación empleo, y necesitamos proyectar una realidad de una Irlanda del Norte con visión de futuro y moderna, no la de la que se encuentra atada a un conflicto asociado con su pasado más que con su presente», pedía Villiers.
Frazer también ha confirmado que la protesta llegará a la vivienda del primer ministro norirlandés y líder del DUP, Peter Robinson, para expresar «que está abandonado a los protestantes lealistas». La lección para los unionistas es evidente: quién siembra tormentas, recoge tempestades.