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Venezuela: Un momento clave en varios tiempos

Venezuela, y por extensión América Latina, afrontan un momento clave tras la muerte de Hugo Chávez. A corto plazo, las leyes marcan los pasos que culminará con un nuevo presidente en Miraflores, previsiblemente Nicolás Maduro. A largo, el proceso bolivariano afronta el reto de la profundización sin su principal figura.

El féretro de Chávez, entre la multitud. (Francisco BATISTA/AFP)

La gente no ha asumido todavía qué es lo que ha ocurrido. ¿Venezuela sin Chávez? No ocurrirá hasta que que la ciudadanía no regrese a su vida cotidiana». Eduardo Rothe, periodista de Telesur, explicaba así para GARA la situación que se vivía ayer en Caracas. Miles de personas acompañando los restos de Hugo Chávez y silencio en el este de la capital, feudo opositor gobernado por el eterno aspirante, Henrique Capriles. Una situación complicada, difícil, que marcará un antes y un después en Venezuela. Pero, también, que se desarrollaba sin rastro de las caóticas previsiones lanzadas desde buena parte de la prensa internacional. El proceso bolivariano afronta ahora un momento clave. Y lo hace en varios tiempos. Primero, el adiós a un presidente que cambió la realidad del país, y de toda América Latina, en 14 años en Miraflores. Después, el proceso que desembocará en la elección de un nuevo jefe de Estado. Finalmente, a largo plazo, abordar el desarrollo de la revolución bolivariana sin su gran figura. El impacto del fallecimiento de Chávez no se limita a Venezuela.

«¿Y ahora qué?» es el gran interrogante que se repite desde que Nicolás Maduro anunciase el fallecimiento de Chávez. A corto plazo, lo cierto es que no se prevén sorpresas. Primero, Venezuela afronta siete días de duelo. Ayer, el cuerpo del líder bolivariano fue acompañado por una multitudinaria comitiva hasta la Academia Militar, donde se celebrará la capilla ardiente, que se extenderá hasta el viernes, según anunció ayer el ministro de Exteriores, Elías Jaua. Ese día tendrá lugar el funeral. Por el momento, no se sabe dónde será enterrado, aunque el ministro de Comunicación, Ernesto Villegas, ya indicó ayer que el Ejecutivo respetará la decisión de la familia. Ayer se apuntó sobre la posibilidad de que los restos descansen en el Panteón Nacional, donde también está enterrado Simón Bolívar. No obstante, serán los allegados quienes tengan la última palabra.

Ley frente a la idea de «transición»

Frente a los llamamientos a una supuesta «transición» que afrontar tras la muerte de Chávez, el Gobierno venezolano respondía ayer con la ley. El proceso de elección de un nuevo presidente viene marcado en el texto constitucional que el propio presidente impulsó en 1999. Así que los intentos de sembrar incertidumbre post fallecimiento no han tenido eco. Ni siquiera en la propia derecha venezolana, que ha mantenido un perfil mucho más bajo que las cabeceras que le apoyan desde fuera del país caribeño, especialmente desde el Estado español. Como viene siendo habitual en relación a Venezuela, los anuncios catastrofistas chocaban con la realidad sobre el terreno.

«Ahora se ha producido una falta absoluta, asume el vicepresidente de la República y se convoca a elecciones en los próximos 30 días. Es el mandato que nos dio el comandante presidente Hugo Chávez el pasado 8 de diciembre», declaraba ayer el canciller venezolano, Elías Jaua, al canal Telesur. El hecho de que sea Maduro y no Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea, quien asuma plenos poderes hasta la cita con las urnas ha generado protestas entre ciertos sectores de la oposición. Se aferran al artículo 233 de la Carta Magna, que es el que regula el escenario de «falta absoluta» ante los supuestos de muerte, renuncia, destitución o incapacidad. La tesis del antichavismo es que el presidente nunca llegó a tomar posesión de su cuarto mandato, revalidado el 7 de octubre. Por eso, insisten que debería de ser Cabello y no Maduro quien dirija el país hasta las elecciones. Un planteamiento que ya fue refutado en diciembre por el Tribunal Supremo venezolano. Fue en el momento en el que emitió un dictamen por el que permitía que el presidente, en aquel momento convaleciente en Cuba, retrasase su investidura, prevista para el 10 de enero. Ya entonces, los magistrados consideraron que, al tratarse de una reelección, existía una continuidad en el Ejecutivo. Tampoco la oposición ha puesto especial énfasis en sus protestas. El miércoles, la Mesa de la Unidad Democrática, plataforma electoral de Henrique Capriles, se limitaba a defender que el país sea guiado «por la paz y la Constitución». No obstante, está por ver si no incrementarán su presión después de los siete días de duelo.

Dos candidatos

Una vez que se haga pública la fecha exacta de los comicios, llegará el turno de la campaña electoral. El chavismo ya tiene sucesor desde el pasado 8 de diciembre, cuando el presidente, antes de dirigirse a Cuba para someterse a su cuarta intervención, designó a Nicolás Maduro, entonces canciller y actual vicepresidente. Mientras, la oposición, derrotada por partida doble en las presidenciales de octubre y las regionales de diciembre, presentará de nuevo a Henrique Capriles. A no ser que las crecientes críticas que cuestionan al eterno aspirante desemboquen en unas primarias a contrarreloj que le desgasten aún más. Una opción que resulta poco probable.

«Con Maduro, el pueblo está seguro» es una de las consignas que se escuchan estos días en las calles de Caracas. Existe unanimidad, al menos aparente, dentro del chavismo. Él convocará las elecciones y liderará la candidatura. Frente a los mensajes que difundían desavenencias entre los distintos sectores del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), tanto la cúpula política como la militar ha mostrado su adhesión a la decisión del jefe de Estado. La marea roja que inundó ayer la capital del país caribeño era reflejo de la reacción unitaria. No se puede olvidar que en las últimas elecciones a gobernaciones, celebradas en diciembre y con Chávez ya convaleciente, los candidatos bolivarianos se hicieron con 20 de las 23 gobernaciones en juego. Así que lo más probable es que sea el vicepresidente quien sustituya a Chávez en Miraflores. Una tesis que se sostiene también con las últimas encuestas, que vaticinaban un 50% para el candidato bolivariano, por un 34% para Capriles.

Porque lo que también parece claro es que el actual gobernador de Miranda y contrincante de Chávez en las últimas presidenciales lideraría de nuevo la candidatura de la derecha. Sin embargo, la popularidad del exgolpista reconvertido a socialdemócrata está en declive. La tradición de la derecha venezolana ha sido siempre cainita pero el aspirante de la gorra (un complemento que llegó a convertir en símbolo) logró encabezar un proyecto que unió a las distintas familias. Durante la convalecencia de Chávez en Cuba ya surgieron voces que pusieron en cuestión la capacidad de liderazgo de Capriles y que abogaban por unas primarias. Sin embargo, no parece que el calendario les permita exhibir sus fracturas ante unos comicios en los que las encuestas ya les dan como perdedores.

El papel de EEUU

Pese a que las cartas están sobre la mesa, desde medios de comunicación de medio mundo se habla de una «transición». «En los países democráticos no se llevan a cabo transiciones», defendía ayer en Info7 Irratia Iñigo Errejón, investigador de la Universidad Complutense de Madrid y actualmente en Caracas. Sin embargo, han sido distintas voces las que se han sumado a este carro. El presidente de EEUU, Barack Obama, es uno de ellos, en opinión de Eduardo Rothe, que contrapone la «prudencia» de muchos ejecutivos con los mensajes deslizados desde Washington. «¿Transición a qué?», se preguntaba el periodista de Telesur, quien alertaba sobre la posibilidad de que elementos de la oposición apelen a un gobierno de unidad para intentar evitar las urnas.

Unidad de las Fuerzas Armadas

En Venezuela hay sospechas hacia el papel de EEUU. No se puede olvidar que horas antes del fallecimiento de Chávez, el Gobierno bolivariano anunciaba la expulsión de dos militares norteamericanos acusados de «intentos desestabilizadores». Según la versión de Caracas, ambos oficiales habrían tratado de obtener información sobre las Fuerzas Armadas venezolanas e incluso habrían sondeado los apoyos que tendría un golpe de Estado. Un movimiento cuya relevancia no se puede obviar. Chávez mismo sufrió un intento de Golpe de Estado en 2002 y fue gracias a las movilizaciones ciudadanas, pero también a los uniformados leales, que el presidente pudo regresar a Miraflores en apenas 48 horas. No obstante, los uniformados ya han expresado su adhesión al proyecto bolivariano. «Las Fuerzas Armadas serán leales a Chávez hasta después de la vida», remarcaba ayer Diego Molero, ministro de Defensa. Ante los intentos desestabilizadores, también Elías Jaua insistía en los mensajes lanzados un día antes por Nicolás Maduro, que apeló al «respeto» y la «unidad». «No dejemos que nos lleven a una confrontación, que no haya ningún pretexto para una intervención extranjera», advirtió.

La importancia de Hugo Chávez en el proceso de integración latinoamericana obliga también a evaluar cómo afectará su desaparición al movimiento que sacude el continente. La continuidad de Maduro garantiza también la del proceso, aunque su gran reto será el de continuarlo sin su carismático líder. Evo Morales, presidente de Bolivia, o Rafael Correa, recientemente reelegido en Ecuador, siguen la línea abierta por Venezuela, sin olvidar la importancia de Cuba. También es cierto que, a nivel continental, se han desarrollado estructuras como el ALBA o la CELAC, que han cambiado profundamente las relaciones políticas continentales. Los próximos meses serán intensos en una Venezuela que ayer despedía de forma masiva a su líder. Elías Jaua resumía la situación: «No podemos estar en paz hasta que la revolución bolivariana sea irreversible, hasta conseguir el bienestar del pueblo».