¿Algo más que contraprogramación?
Con las redadas policiales nada suele ser casual, y menos si se desencadenan, como afirma el Ministerio del Interior, por atentados de hace más de una década y si se asume que estas dos personas no tienen ya relación alguna con ETA. Por eso parece muy probable que se haya decidido con un calendario en la mano.
Un calendario en el que ayer la noticia principal estaba destinada para el paso -pequeño, pero paso- del Gobierno de Lakua. Y un calendario en el que si se agota todo el periodo de incomunicación, como ha sido habitual, lo que haya ocurrido en los calabozos se conocerá el sábado, la misma jornada en que el Colectivo de Refugiados Políticos Vascos celebra un acto en Biarritz que incluso el CNI estima relevante.
Así que una sola redada le sirve al Estado para intentar eclipsar dos iniciativas constructivas impulsadas desde Euskal Herria. Otra cosa es que lo consiga. Abajo del Ebro, basta asomarse a las páginas digitales españolas para ver que estas redadas aparecen cada día más abajo. Y en Euskal Herria provocan un enfado notable y un hastío enorme. La reiterada contraprogramación española no cambia la onda en que se mueve la opinión pública vasca, aunque sí distorsiona el dial metiendo ruido y más ruido entre cada emisión en positivo. Pero, precisamente por esa impotencia, conviene estar alerta. De la contraprogramación al sabotaje no hay más que un paso, las botas de la Guardia Civil van muy ligeras y Sortu ya avisa de que el Estado busca una involución.