De ‘Egin’ a Ateak Ireki, puntos en común de una censura pelágica
Ateak Ireki ha pasado a engrosar la lista negra de medios de comunicación vascos cerrados por iniciativa policial. Se enfrenta, ahora, a un camino que ya han recorrido otros y que muestra los puntos en común de la represión comunicativa: la censura total que supone el propio cierre, la indefensión ante las instituciones estatales y, también, el apoyo de los protagonistas de sus historias.
Ex trabajadores de Egin puedieron entrar a las instalaciones clausuradas tras la decisión del TS de dejar sin efecto la ilicitud de actividades.
El 15 de julio de 1998 el juez Baltasar Garzón ordenó el cierre de ‘Egin’ y Egin irratia. Desde entonces pasando por ‘Euskaldunon Egunkaria’ y hasta el cierre ayer de Ateak Ireki, varios proyectos comunicativos vascos han sufrido el ataque al derecho a la información en su vertiente más extrema, el cierre. Varios más, como las revistas ‘Ardi Beltza’ y ‘Kale gorria’ en 2001, han sido víctimas del mismo azote; además de otros proyectos populares o asociativos que también han estado en el punto de mira de la «censura inquisitorial española», como denunciaban ayer los promotores de Ateak Ireki.
Los proyectos mencionados comparten varios puntos en común. En sus principios fundacionales ‘Egin’ afirmaba aspirar a «dar voz a los sin voz, haciéndose eco de los movimientos y aspiraciones populares» y Ateak Ireki habla en su web de «construir una nueva Nafarroa junto al movimiento social, dando voz a la ciudadanía». Conceptos que también se vieron reflejados en los once puntos que se definieron en una asamblea en Durango en 1989 como base del nuevo proyecto de un periódico en euskara que se llamaría ‘Euskaldunon Egunkaria’. Son bases en las que se apoyan la mayoría de medios de comunicación que parten de la iniciativa popular.
Esa, la iniciativa popular, es la matriz, la fuente de estos proyectos. Los ejemplos más evidentes, por su envergadura y esfuerzo, son los casos de ‘Egin’ y ‘Egunkaria’. En el caso del primero, 40.000 personas apoyaron la creación del diario en 1977 con participaciones de entre 2.000 y 5.000 pesetas. 13 años después, ‘Euskaldunon Egunkaria’ tuvo un punto de partida parecido, con la implicación de cerca de 90.000 personas que compraron participaciones de 5.000 pesetas y acciones de cantidades muy superiores. Esa inversión ciudadana se repitió a la hora de crear nuevos proyectos que siguiesen el camino emprendido por ambos medios. Iniciativas como la de Ateak Ireki no han necesitado tal magnitud de movilización social para su creación, pero el caminar junto a la gente que más se preocupa por el futuro de su país ha sido ingrediente esencial de su razón de ser.
En cuanto al hecho de tener que resurgir de las cenizas, es una experiencia que también ha vivido Ateak Ireki. En su caso, tras el cierre de Apurtu.org decenas de periodistas apoyaron la necesidad de contar con un medio que ocupase el vacío dejado por la represión, voluntad que se fraguó con la creación de este medio que ahora manda cerrar Eloy Velasco (los promotores de Ateak Ireki ya han anunciado la idea de crear un nuevo proyecto que siga el legado del primero).
Indefensión ante el procedimiento judicial
Ya han pasado casi tres años desde el cierre de Apurtu, tres años en los que no se ha tomado ninguna decisión judicial, algo lamentablemente habitual. El 22 de mayo de 2009, 11 años después del cierre de ‘Egin’, el Tribunal Supremo español dejó sin efecto la declaración de ilicitud de actividades y la disolución de Orain S.A. (empresa promotora de ‘Egin’); aunque no la condena impuesta a sus responsables, periodistas que siguen en prisión (además, a la editora de ‘GARA’ se le acusa de sucesión de empresas, por lo que pretenden endosarle la deuda de ‘Egin’). En el caso de ‘Euskaldunon Egunkaria’, fue en abril de 2010 cuando la propia Audiencia Nacional absolvió a los cinco imputados por el caso (queda pendiente la parte económica del caso, por la que las acusaciones reclaman elevadas penas de prisión).
Estos tres ejemplos son botón de muestra de una indefensión a la que han tenido que hacer frente todos estos proyectos; ya que los plazos excesivos (11 años en el caso de Egin, 8 en el de ‘Egunkaria’ y 3 en el de Apurtu) evitan cualquier posibilidad de defensa para los imputados, e imposibilitan reemprender la actividad comunicativa de los propios medios.
Las mil caras de la censura
Además del cierre, los mismos objetivos de obstaculizar el derecho a la información se han materializado, se materializan, de diversas maneras. En el caso de ‘Egin’, antes del cierre sufrió el secuestro de sus publicaciones, un boicot institucional que se traducía en la negación de ayudas correspondidas y en un trato discriminatorio en cuanto a la publicidad institucional otorgada y varios de sus periodistas fueron citados a declarar por ciertas informaciones (prácticas estas que se han repetido, por ejemplo, en el caso de los directores de los rotativos GARA y Berria).
Otras decisiones policiales también han supuesto el cierre, aunque sea indirecto, de algunos medios. Es el caso del portal juvenil Gaztesarea, que sufrió la intervención de la Guardia Civil por publicar el número ganador de una rifa de Segi, y partiendo de ese hecho fue acusada de «colaboración con organización terrorista». Actuación que llevaría al proyecto a anunciar su propio cierre.
Salvando las distancias, y en otra manera de actuar que podríamos catalogar de más dulce, los medios de comunicación que se alejan de la versión gubernamental preponderante sufren la censura de mil maneras. El caso de Euskalerria irratia, que por ser una radio en euskara lleva años sin recibir la licencia de emisión que por ley debería corresponderle, es uno de los ejemplos más llamativos.
El «todo es ETA» mediático
Ateak Ireki ha sido clausurada bajo el argumento de colaborar con Herrira, ‘Egin’ y ‘Egunkaria’ sufrieron el azote policial acusados de actuar a las órdenes de ETA, lo mismo les pasó a ‘Ardi Beltza’ y ‘Kale Gorria’. Aquellos que siguen defendiendo la teoría del «todo es ETA», incluso cuando esta ha dado por finalizada su actividad, puede que concluyan que el punto común de estos medios es la «subordinación a ETA». Pero es la razón de ser de estos, el hecho de dar voz a quienes no la tienen, la iniciativa popular en la que se sustentan y el apoyo de las clases populares las que las convierten en cabeza de turco del gobernante de turno.