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Siete fuerzas distintas en la misma cadena: el derecho a decidir

Donostia ha acogido este martes una mesa redonda organizada por Gure Esku Dago y en la que han participado siete formaciones políticas convencidas de que Euskal Herria es una nación con derecho a decidir.

Aspecto de la mesa redonda organizada en Donostia por Gure Esku Dago.

Entre ellos ha habido independentistas, federalistas y autonomistas, pero una convicción común: el futuro de Euskal Herria pasa por el derecho a decidir. Es lo razonable y democrático en un escenario en que sus detractores pierden argumentos día a día y estado a estado.

De Quebec a Crimea, pasando lógicamente por Escocia y Catalunya, y reparando también en Igeldo o en Nafarroa. Todo ello para llegar al conjunto de Euskal Herria, una nación que –todos han coincidido– tiene derecho a decidir. La iniciativa Gure Esku Dago celebra una semana completa de actos en Donostia, y hoy ha reunido a siete partidos muy distintos, pero alineados con este principio. Únicamente han faltado dos de los invitados: el PSE, que rechazó la oferta sin dar razón, y el PP, que ni siquiera acusó recibo.

Actitudes que reflejan cómo estas fuerzas pierden argumentos sin parar. Así, frente a su mantra de que las fronteras estatales son inamovibles, Joseba Álvarez (Sortu) ha aportado un dato objetivo: en un siglo Europa ha pasado de 24 estados a 46 (47 con Turquía). «Y seguirán cambiando», ha augurado, remarcando que los mapas se alteran de dos formas: «Guerras o por procesos negociados». Y por ello ha situado el derecho a decidir como «un principio contra la guerra, un derecho democrático aunque se siga negando precisamente en nombre de la democracia».

Desde Ezker Anitza, Sabin Zubiri ha abundado en ello: «Nos parece incomprensible que haya estados nacidos de guerras y que luego no acepten esta opción democrática». La ha reivindicado con los principios establecidos en Canadá para Quebec: pregunta clara, mayoría clara y respeto a las minorías. Txema Mercado (EB-Berdeak) ha apostillado que «esta es una reivindicación también de los que no somos abertzales, pero sí de izquierdas. El derecho a decidir es de todos los pueblos. Somos internacionalistas, y por eso, autodeterminación sí, ¡siempre y en todo lugar!». Y Alternatiba, por boca de Ayem Oskoz, ha añadido la advertencia de que la soberanía solo la construirá la clase trabajadora, «y no las clases dominantes, que son las que la han vendido».

Lohitzune Txarola (EA) ha evocado el caso más actual para reflejar la hipocresía de quienes intentan mantener fijos los mapas: «¿Cómo puede Estados Unidos, a 7.000 kilómetros, decidir qué debe ser Crimea y afirmar que es ilegal que eso lo decida la población de Crimea?».
Por parte de Aralar ha intervenido Ainhoa Beola, que ha hecho hincapié en que las trabas jurídicas que se imponen siempre (incluso en el caso de Igeldo, ha dejado caer) solo pueden superarse con «una voluntad política colectiva. Cuando esta existe, lo que corresponde a los representantes políticos es impulsarla, y a los representantes institucionales, materializarlas»

Problemas a corto plazo

Sentadas las coincidencias, sin necesidad siquiera de formularla ha aflorado la pregunta del millón. ¿Cómo desarrollar ese derecho hoy y aquí, con precedentes como el del Plan Ibarretxe, cuyo final en el Congreso ha admitido como «fracaso» el jeltzale Markel Olano? Para el representante del PNV en la mesa redonda, desarrollada íntegramente en euskara, es hora de una reflexión para una estrategia nacional conjunta.

Ha planteado empezar por fijar un «sujeto político», que cree que es lo que surgirá en Catalunya con las elecciones plebiscitarias que prevé en el horizonte. Es aquí donde Olano ha enfriado un tanto las expectativas: «Estamos en una pugna por la hegemonía en el espacio abertzale, y eso dificulta increíblemente ese acuerdo en este momento».

Sin responderle expresamente, Álvarez ha apuntado que la concatenación de elecciones suele ser excusa recurrente para no avanzar, y lo ha ejemplificado en la parálisis que impone Ferraz en Nafarroa una y otra vez, justificándose en intereses electorales estatales.

Profundizando en el análisis, varios intervinientes ha admitido que la división territorial o la urgencia de cerrar el conflicto armado complican dar pasos rápidos. Pero todos ven muy conveniente y necesario que la sociedad tome la delantera y empuje, con iniciativas como la cadena humana del 8 de junio. Álvarez se ha preguntado retóricamente qué hubiera pasado si al portazo a Ibarretxe en el Congreso le hubiera sucedido una «revuelta».

También ha sobresalido la idea de que la soberanía no es cuestión de un día D, sino que se hace a diario. Beola ha puesto ejemplos sobre la mesa: Fagor, Kutxabank, Udalbiltza... casos en los que se pueden tomar decisiones que «nos hacen o nos deshacen Estado día a día».