El Eurogrupo rechaza el referéndum de Syriza y se prepara para el Grexit
Los países de la eurozona se opusieron ayer a prorrogar durante un mes el rescate para permitir la celebración de un referéndum sobre el acuerdo con la Troika. Un castigo plasmado en la expulsión de Varoufakis del Eurogrupo, que deja a Atenas a merced del BCE y el FMI. En sus manos está llevar a Grecia a la suspensión de pagos el próximo martes.
¿Y ahora qué? Es la gran pregunta que flota en Europa después de que el Eurogrupo diese la espalda ayer descaradamente a Grecia, expulsase de la reunión a su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, y empezase a preparar el plan de choque ante una eventual suspensión de pagos por parte de Grecia. Canceladas las negociaciones con los socios europeos, el Estado griego depende ahora del Banco Central Europeo (BCE) y del Fondo Monetario Internacional (FMI). En sus manos está sostener con respiración asistida a Grecia a partir del próximo martes, cuando expirará la prórroga del actual rescate y cuando Atenas no pueda, previsiblemente, pagar los 1.600 millones de euros que debe al FMI.
Los acontecimientos se precipitaron la noche del viernes, cuando tras un consejo de ministros extraordinario, el primer ministro griego, Alexis Tsipras anunció por televisión la convocatoria de un referéndum el próximo 5 de julio para que los griegos decidan si aceptan la oferta de la Troika de cinco meses de prórroga, 15.500 millones de euros de ayuda financiera y nuevas medidas de austeridad. La medida tiene su lógica: Syriza fue elegida para no aprobar nuevos recortes, pero no para salir del euro, que podría ser la consecuencia de no aplicar las draconianas medidas exigidas por la Troika. La solución para Syriza, por lo tanto, pasa por obtener un nuevo mandato. De ahí la consulta.
No opinaron lo mismo los otros 18 miembros del Eurogrupo, que ayer llegaron a la reunión de Bruselas con el ceño fruncido. Uno a uno fueron dejando claro, antes siquiera de escuchar a su homólogo Varoufakis, que la petición griega de prorrogar el rescate un mes para permitir la celebración del referéndum sería rechazada. «Grecia ha cerrado la puerta», consideró el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijselbloem. «Atenas ha decidido poner fin unilateralmente a las negociaciones», siguió el todopoderoso ministro de Finanzas alemán, Wolfang Schäuble. «Estamos cada vez más cerca de que el plan B se convierta en plan A», añadió, de comparsa, su homólogo español, Luis de Guindos. Resumiendo, el pescado estaba vendido de antemano.
El default encima de la mesa
A media tarde, los rumores iban creciendo entre la prensa de Bruselas, hasta que finalmente Dijsselbloem compareció para rechazar, en términos muy duros, la convocatoria del referéndum. El holandés dio por acabadas las negociaciones y fue muy claro al señalar que el programa de rescate expirará el martes. El pie de nota del comunicado emitido por el Eurogrupo funcionó como resumen del día: «Firmado por todos los miembros del Eurogrupo excepto por el miembro griego».
Dicho y hecho, mientras Varoufakis calificaba el día de «triste» y consideraba que la intransigencia europea «daña su credibilidad», los otros 18 ministros del Eurogrupo se reunían de nuevo sin él («No ha sido invitado», señaló Dijsselbloem) para abordar el plan de choque en caso de que Grecia suspenda pagos y se vea abocada a salir del euro, una posibilidad todavía no definitiva, pero más cercana que nunca.
Al acabar la segunda reunión, el Eurogrupo volvió emitir un comunicado sin contar con Grecia. En él señaló que el fin del rescate «requerirá medidas por parte de las autoridades griegas, con la asistencia técnica de las instituciones, para salvaguardar la estabilidad del sistema financiero griego». En resumen, un paso a un lado y un llamado a Grecia, al BCE y al FMI para que eviten el desastre el próximo martes. Más directo, Dijsselbloem, ministro holandés, no tuvo reparos en señalar que el Parlamento griego aún estaba a tiempo de enmendar al Gobierno y tumbar el referéndum.
Aunque a la salida todos, empezando por el alemán Schäuble, aseguraron que Grecia sigue formando parte del euro y que el Grexit no es todavía una posibilidad, Dijsselbloem dejó claro que «tomarán las decisiones necesarias para mantener la estabilidad del euro». Y pese a que apenas trascendió nada del contenido de la segunda reunión, varias agencias señalaron que encima de la mesa estuvieron ya medidas drásticas como el control de capitales en Grecia y el establecimiento de cortafuegos para evitar el contagio a otros países periféricos. «Todas las opciones están abiertas», zanjó Dijsselbloem.
A la espera del BCE y el FMI
Cerrada la puerta, por parte del Eurogrupo, a un pacto político entre iguales, el futuro de Grecia queda ahora al arbitrio de dos de las bestias negras del país heleno durante estos años de crisis: el BCE y el FMI. En sus manos queda ahora que Grecia pueda salvar el «matchball» del martes sin caer en la suspensión de pagos, algo que llevaría probablemente a la salida del país heleno del euro.
El BCE se reunirá mañana para decidir si sigue proporcionando liquidez al sistema bancario griego (ayuda sin la cual no puede sobrevivir), mientras que el FMI, que ayer guardó silencio, deberá decidir si se lanza a por Grecia en el caso, bastante probable, de que el próximo martes Atenas no efectue el pago de 1.600 millones de euros que tiene pendientes.
Tsipras defiende que la consulta se celebrará digan lo que digan sus socios
A un lado del teléfono, la canciller alemana, Angela Merkel: «El referéndum es una elección entre el euro o el dracma». Al otro lado, el primer ministro griego, Alexis Tsipras: «No, no lo es. Esta es la cuna de la democracia. Somos un país soberano y esa cuestión no se planteará en el referéndum. El referéndum tendrá lugar sea cual sea la decisión que tome el Eurogrupo». Esta es la épica versión trasladada por el canal griego Mega News sobre la conversación que mantuvieron ambos mandatarios tras la reunión del Eurogrupo celebrada ayer. Cierta o no, Tsipras y todo su partido, Syriza, defendieron ayer con uñas y dientes la convocatoria de la consulta para el próximo 5 de julio, tal y como anunciaron el viernes de madrugada.
No solo eso, sino que destacados miembros del partido y del Gobierno (que ayer se vio obligado a hacer un llamamiento a la calma ante la masiva retirada de depósitos de los cajeros automáticos) defendieron con fuerza el «No» en dicho referéndum. Es decir, se posicionaron claramente en contra del acuerdo propuesto por la Troika para conseguir cinco meses de prórroga y 15.500 millones de euros de financiación a cambio de todo un paquete de nuevas medidas de austeridad. Sin ir más lejos, el portavoz de Syriza en el Parlamento griego, Nikos Filis, reivindicó que dicen «‘Sí’ a las propuestas hechas por el Gobierno y ‘No’ al ultimátum». Lo hizo durante el debate parlamentario que debía aprobar ayer la convocatoria del referéndum.
Al otro lado, la oposición encabezada por el exprimer ministro de Nueva Democracia, Antonis Samaras, que ayer amagó con presentar una moción de censura que finalmente se guardó en el bolsillo al no encontrar suficientes apoyos, denunció que el referéndum obligará a los griegos a decidir sobre su «identidad europea». Algo que desde Syriza niegan rotundamente, advirtiendo de que no es una consulta sobre el euro, sino sobre la propuesta de la Troika.
El debate parlamentario sobre la convocatoria del referéndum seguía en marcha al cierre de esta edición, aunque no se esperaban grandes sorpresas, ya que los diputados de Syriza y sus aliados de Anel suman la mayoría suficiente para aprobar la iniciativa.B.Z.