La Reina de Corazones amenaza con «¡que les corten la cabeza!»
El tridente del PP –Gobierno, Consejo de Gobierno y TC– amenaza con hacer rodar cabezas en Catalunya, pareciendo ignorar que quien dirige el proceso es el cuerpo y el músculo civil y popular.
La reina sólo tenía una forma de solucionar las dificultades, grandes o pequeñas. «¡Córtenle la cabeza!», ordenó, sin siquiera mirar a su alrededor. «Yo mismo traeré al verdugo» contestó el rey rápidamente, y se fue corriendo. Alicia pensó que sería mejor volverse e ir a ver cómo seguía la partida de juego. En ese momento oyó, a la distancia, la voz de la reina que gritaba furiosamente. Ya había oído ordenar que tres jugadores fueran ejecutados por haber perdido su turno, y a la muchacha no le gustaba en absoluto el aspecto que estaban tomando las cosas, ya que el juego estaba en tal estado de confusión que nunca se podía saber cuándo llegaba el turno de nadie.
Como la Reina de Corazones del citado cuento de Lewis Carroll, los dirigentes del unionismo español –gobernantes, opositores, periodistas y opinadores– han estado siempre obsesionados por las cabezas del proceso catalán. Y como la monarca, han perdido el tiempo y el contacto con la realidad. Primero cuestionaron que gentes de orden como Artur Mas y Convergència se atrevieran a dar unos pasos que desde la óptica española consideraban alocados. Y los dieron. Luego optaron por hacer aflorar los casos de corrupción de dirigentes de CiU creyendo que eso conllevaría la desafección popular al proceso, pero el apoyo al independentismo siguió creciendo en las calles y en las urnas. Y ahora que la desconexión se ha instalado en las más altas instituciones catalanas, el tridente del PP –Gobierno, Consejo de Estado y TC– amenaza a los más altos cargos con la suspensión en sus funciones e incluso con aplicarles el Código Penal «por el delito de desobediencia de los mandatos judiciales».
Parecen no entender que si Catalunya y sus máximos mandatarios, gentes de orden como ellos mismos admitían (burgueses de orden, cabría añadir), han llegado a la posición actual, no es ni por distraer a la ciudadanía de sus trapicheos con el 3% ni por ocultar los recortes sociales, sino porque hay un sentir político y civil mayoritario que les ha empujado a ello. Porque hay cuerpo y mucho músculo, además de cabezas. Y eso no se puede cortar con el hacha de los verdugos de la Reina de Corazones, ni se resuelve con amenazas a los funcionarios.
El unionismo español perdió el tiempo de hacer política con la cabeza y ahora va a remolque del cuerpo catalán.
Frente al discurso vacío del poder, tuvo que ser el seleccionador español de fútbol Vicente del Bosque quien le cuestionara a Mariano Rajoy si «en vez de liquidar, no moverse, no hacer nada, ¿no hay un camino intermedio?». Fue anteanoche en un programa deportivo de radio y por un momento pareció que el presidente del Gobierno fuera a responderle «¿y la europea?». Pero en cuanto se recuperó de su breve desconcierto inicial, volvió con el raca-raca.
Un raca-raca que no está pensado para convencer a los independentistas catalanes, ni siquiera para intentar encandilarlos, sino que funciona como una apisonadora para justificar la imposición de los planteamientos de un Estado que no les ofrece ninguna salida. Ni a los independentistas, ni a los españoles con cabeza.