El legado del 27S, en manos de 3.577 simpatizantes de la CUP
Con una fuerte división interna como telón de fondo, la Esquerra Independentista celebra hoy, tres meses después del 27S, la crucial asamblea nacional en la que decidirá si facilita la formación de un Govern con Artur Mas al frente para mantener el pulso con el Estado o si prefiere enviar de nuevo a los catalanes a las urnas a principios de marzo.
El teatro de Esparreguera se quedó pequeño. El polideportivo de Girona también. Finalmente será la pista de atletismo cubierta de Sabadell la que acogerá a los 3.577 militantes y simpatizantes de la CUP que hoy, exactamente tres meses después de las elecciones del 27 de setiembre, decidirán si los casi dos millones de votos independentistas emitidos en aquella cita valen para mantener y profundizar la confrontación democrática con el Estado español o no sirven para nada y hay que volver a las urnas a principios de marzo. Sería la tercera cita electoral en apenas seis meses.
La situación es delicada y resulta difícil anticipar una buena salida para la formación independentista, que llega notablemente dividida a la cita. Encima de la mesa, la propuesta de acuerdo trasladada por Junts pel Sí: un consejo de presidencia encabezado por Artur Mas como fórmula de Govern, un plan de choque modesto pero aparentemente viable y aplicable como gancho y, sobre todo, la posibilidad (y el compromiso) de desplegar la Declaración de desconexión del Parlament y su anexo para blindar los derechos fundamentales. Es decir, mantener la confrontación con el Estado. En una frase: desobedecer al Tribunal Constitucional. Y con un extra: la posibilidad de tumbar al Govern con una cuestión de confianza si al cabo de unos meses no cumple lo prometido. El periodista Eduard Voltas lo resumía esta semana señalando que si alguien le hubiese dicho hace cinco años que Convergència firmaba una propuesta así y que la Esquerra Independentista la rechazaba, se hubiese reído.
Profundos, viscerales, razonados, maduros, infantiles, consecuentes y frívolos, los últimos días se han reproducido hasta la saciedad en Catalunya todos los argumentos posibles e imposibles, por lo que el debate de hoy será, en buena parte, una ficción. Pocos serán los que lleguen a la cita con su voto sin decidir. Al final, y es triste decirlo, la asamblea se ha convertido en una carrera por ver quién lleva a Sabadell a más adeptos. De ahí que sea difícil prever un mínimo consenso capaz de coser las heridas de estas semanas.
Aunque son muchos los militantes que no se identifican con ninguna de las dos principales organizaciones integradas en el seno de la CUP, las posiciones a favor y en contra sí que se han articulado entorno a ambas corrientes: Poble Lliure (heredero del MDT) y Endavant. Los primeros, a favor de un acuerdo que desbloquee el proceso. Los segundos, en contra de aliarse, ni siquiera circunstancialmente, con la derecha catalana. En el fondo, no es sino el eterno debate que ha roto en numerosas ocasiones a la Esquerra Independentista: independencia a través de la apuesta por el frente popular de izquierdas frente a independencia a través del frente interclasista en clave nacional. La superación del debate gracias al proyecto compartido de la CUP se muestra estos días como un mero espejismo.
Los defensores del acuerdo entienden la investidura de Mas como un mal menor, aceptable a cambio de mantener vivo el proceso. Los contrarios entienden que no se puede investir a un Mas ligado a la corrupción y a los recortes, al que no ven, además, dispuesto a dar los pasos necesarios para enfrentarse al Estado. El mal menor equivale, en su caso, a ir a las urnas para aclarar la correlación de fuerzas en el independentismo.
Es en este hipotético contexto de nuevas elecciones en el que algunas voces (ni Endavant ni Poble Lliure) han defendido ya la confluencia con el espacio de En Comú Podem (ICV y Podemos), en la cresta de la ola después de la victoria del 20D. Más razón para aquellos que ven en las nuevas elecciones un regreso al autonomismo al que, conviene no olvidarlo, parte de Convergència (que Endavant confía en hundir con unas nuevas elecciones) está ansiosa por volver.
Pero no hace falta anticipar los escenarios más de la cuenta. Tiempo habrá después de la cita de hoy, en la 3.577 personas elegirán entre cuatro escenarios: firmar el acuerdo con Junts pel Sí, no firmarlo pero facilitar igualmente la investidura de Mas, no firmarlo y abstenerse en la votación de investidura (asumiendo de facto las nuevas elecciones), o votar directamente en contra. Se podrán celebrar hasta tres votaciones, en las que se irá eliminando la opción menos votada hasta que una de las opciones consiga el 50% del apoyo. El desenlace, hoy a partir de las 20.30.